Jerusalén

Domingo de Ramos en Jerusalén, entre turistas y medidas de seguridad

Miles de palestinos cristianos y peregrinos llegados de todo el mundo procesionaron a lo largo del camino que Cristo recorrió en su entrada triunfal en Jerusalén

Palmas y ramas de olivo tomaron hoy las calles de Jerusalén para rememorar la entrada de Jesús en la ciudad hace más de 2.000 años, una procesión con la que dio comienzo la semana de Pascua en Tierra Santa.

Palmas y ramas de olivo tomaron hoy las calles de Jerusalén para rememorar la entrada de Jesús en la ciudad hace más de 2.000 años, una procesión con la que dio comienzo la semana de Pascua en Tierra Santa, este año bajo una oleada de violencia que ha frenado el turismo religioso.

Miles de palestinos cristianos y peregrinos llegados de todo el mundo procesionaron a lo largo del camino que Cristo recorrió en su entrada triunfal en Jerusalén con cánticos festivos y emotivos rezos en la que es una de las jornadas más alegres de la semana de pasión.

"Vivir el Domingo de Ramos aquí es muy emocionante, no hay palabras, todo el mundo lo vive muy fuerte e intenso", dijo a Efe Beatriz García, una española afincada en Jerusalén, entre el estruendo de voces y música.

Palestinos cristianos, fieles de todos los rincones del mundo y numerosas hermandades bailaban y cantaban al ritmo de mensajes religiosos como "Dios es verdad, Dios es vida", en un recorrido de apenas 1,8 kilómetros entre la pequeña Iglesia de Betfagé, en las laderas del Monte de los Olivos, y la Puerta de San Esteban, en la ciudad amurallada.

Sacerdotes y monjas vivieron con especial fervor una jornada en la que las novicias vestían sus hábitos de gala, eso sí, ataviadas con cómodas deportivas que les permitieron saltar y brincar las dos horas y media que duró el recorrido.

El primer domingo de la semana de pasión poco se parece en Jerusalén a las celebraciones que vive España, ya que en la ciudad santa no se exhibe imaginería; todo el protagonismo recae sobre los cientos de personas que oran con sus cantos y recrean de forma festiva la entrada de Jesús.

Precisamente, uno de los mayores atractivos para los peregrinos es el poder conmemorar los pasos de Jesús durante la semana pascual en el lugar en el que según las Sagradas Escrituras se desarrollaron los últimos días de su vida y obra.

"Es la primera vez que vengo a Jerusalén, nunca había pensado que esto fuera así, hay tantas personas de diferentes países que es hermoso", declaró a Efe la turista estadounidense Heather Larsen.

En la ciudad santa reinaba hoy la multiculturalidad, y se podían oír los hosannas y aleluyas en más de una docena de idiomas.

Reflejo de diversidad eran también los rezos en árabe de los cristianos palestinos mientras rodeaban el emblemático cementerio judío del Monte de los Olivos, ante la mirada de varios ultraortodoxos judíos que oraban a sus difuntos con el trasfondo de la Mezquita Al Aqsa y el santuario del Domo de la Roca.

La marcha comenzó a primera hora de la tarde en una jornada de tímido sol y bajas temperaturas, que no eclipsaron en lo más mínimo el compás de guitarras, tambores y panderetas, hasta llegar a la Iglesia de Santa Ana, dentro ya de las murallas.

Los fieles entraron por la puerta de San Esteban alrededor de las 17.00 hora local (15.00 GMT), en medio del júbilo y alguno a hombros de compañeros, recordando con ello la entrada de Jesús a lomos de un burro.

La procesión de hoy tuvo lugar bajo fuertes medidas de seguridad debido a la escalada de violencia que sacude la región desde el pasado octubre, en la que han muerto 202 palestinos, más de dos tercios al perpetrar o intentar perpetrar ataques o presuntos ataques contra blancos civiles y militares israelíes.

Los ataques palestinos han causado la muerte a treinta israelíes, tres extranjeros y un palestino, y han ahuyentado en gran medida el turismo religioso de los lugares santos.

Aún así, Paloma García, turista madrileña, no cree que la violencia sea un impedimento para vivir la Semana Santa en Jerusalén, donde es notoria la presencia de policías israelíes dentro y alrededor de las murallas.

"Es verdad que vives con el miedo de que puede pasar algo, pero no te puede frenar algo así a dejar de hacer lo que quieres hacer, hay que dejarse llevar por los sentimientos", apunta la joven.