Ecuador
Ecuador, el mismo Correa para el mismo país
La reelección apunta al continuismo de su política, que ha lastrado a Ecuador con la inseguridad y la corrupción
Como si fuera un toque de atención del maestro al alumno, el día en que Rafael Correa confirmaba su victoria aplastante en las elecciones presidenciales de Ecuador, Hugo Chávez anunciaba su regreso a Venezuela vía Twitter. Tras desear una pronta recuperación a su admirado colega bolivariano, Correa afirmó que si bien «todos somos necesarios, nadie es imprescindible». Él tampoco, quizá por eso, el flamante ganador -que se acerca al 60% de los votos cuando aún no se han escrutado todos los sufragios y que no necesitará segunda vuelta- dijo que no aspirará a un cuarto mandato en 2017.
Más allá de la abultada victoria obtenida, Correa tiene varios desafíos pendientes para un país que, según los analistas, alberga una excesiva dependencia del alto precio del petróleo para mantener sus niveles de renta. En este sentido, los expertos señalan que el Gobierno tendrá que diversificar su economía para pasar de una política que subsidia a los más desfavorecidos a una economía que genere empleo y promueve la inversión. Según el ex presidente Lucio Gutiérrez, Ecuador es uno de los países latinoamericanos que menos inversión extranjera directa recibe. Algo que no parece preocuparle sobremanera a Correa, quien ayer señaló que el capital externo será bienvenido, pero que su Gobierno no se va a arrodillar ante nadie.
El país sufre también una ola de violencia. La tasa de homicidios en Ecuador es de 18 asesinatos por cada 100.000 habitantes, que si bien es baja comparada con la de algunos de sus vecinos, se considera alta para un país que estaba al margen del negocio del narcotráfico y de la práctica del secuestro exprés, cada vez más frecuente en las calles de Guayaquil, la capital económica del Estado. «Ecuador ha dejado de ser un país de tránsito en el negocio de la droga. Ahora es un país productor», explica el periodista ecuatoriano Allen Panchana, quien añade que los esfuerzos del Gobierno no han sido del todo efectivos, incluida la decisión de sacar al Ejército a la calle.
Correa también tiene que disminuir la tasa de pobreza, además de enfrentarse a la corrupción en la Administración pública y a las denuncias de acoso a la libertad de expresión. El país figura en el puesto 118 del Índice de Percepción de la Corrupción, en peor situación que Perú, Colombia o Brasil. La inquietante salud democrática de Ecuador se pondrá a prueba en el Parlamento, controlado tras las elecciones por el partido de Correa. La oposición desea un presidente más transigente y dialogante. Sin embargo, a tenor del discurso esbozado ayer por el ganador, no habrá sorpresas. «No es un Correa más coloquial. El presidente sigue arremetiendo contra los periodistas y los banqueros», explica Panchana.
Aunque ha quedado en segunda posición y no tendrá posibilidad de medirse a Correa en segunda vuelta, Guillermo Lasso consiguió casi el 25% de los votos y se convirtió en la alternativa más seria frente al correísmo. El ex banquero felicitó a Correa y dijo que seguirá trabajando para convertirse en la primera fuerza política del país. Lasso ha sido blanco de los ataques del presidente, quien ha tratado de erosionar la imagen de su contrincante vinculándolo con la crisis bancaria que arruinó Ecuador a finales de los noventa.
Lasso, en lugar de hacer una campaña basada en las descalificaciones, ha preferido articular una propuesta creíble y durante la campaña presentó 45 medidas para relanzar al país y situarlo en la misma liga en la que juegan Colombia y Perú. «Nos opondremos con ideas, con propuestas», avanzó al conocer su derrota. El que fuera ministro de Economía en los noventa ha concurrido a estas elecciones al frente del partido CREO, y en poco tiempo se ha convertido en la referencia del centro derecha. Para los analistas, Lasso ha articulado una campaña brillante centrada en los problemas del país.
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