Terrorismo yihadista

El caos libio amenaza la viabilidad de Túnez

La pujanza del Estado Islámico en el Magreb pone en riesgo el futuro de la región limítrofe con Europa

Miembros de las fuerzas de seguridad escoltaban ayer a un hombre por las calles de Susa
Miembros de las fuerzas de seguridad escoltaban ayer a un hombre por las calles de Susalarazon

En 2011, los tunecinos sacudieron los cimientos de la férrea dictadura de Zine El Abidine Ben Ali. Una vez derrocado el autócrata, comenzaba la ardua labor de acometer una transición que se antojaba difícil. Pese a la amenaza terrorista que se ha concretado en atentados y asesinatos contra líderes opositores, el país se presentó ante el mundo como el único actor de la región capaz de concretar pactos y elaborar una Constitución con la que sentar las bases de la incipiente democracia.

El ataque al Museo del Bardo del pasado mes de marzo y el baño de sangre desatado ayer en Susa han despertado a Túnez de su sueño, enfrentándolos a la cruda realidad. Las autoridades tunecinas no eran ajenas al hecho de que el conflicto armado que vive la vecina Libia podría desencadenar en un efecto contagio y sus mayores temores no parecían fundados. Acometida la matanza del museo del Bardo, el Ejecutivo de Beji Caid Essebsi corroboró que los terroristas que urdieron el ataque habían recibido entrenamiento en Libia, a donde habían viajado poco antes. El Gobierno apuntó no sólo a que los terroristas habían mejorado sus habilidades en la nación vecina, sino que, además, lo habían hecho en uno de los campos regentados por grupos que han rendido pleitesía al Estado Islámico, situados en el este del país. Essebi es consciente de que los yihadistas no entienden de fronteras, y el mejor ejemplo es la capacidad que han demostrado para desdibujar los mapas de Irak y Siria, donde controlan amplias zonas que han integrado en el autoproclamado Califato. No obstante, el control rol territorial de los militantes de los esbirros de Abu Bakr El Bagdadi no se circunscribe a estos dos países. Sacando partido del conflicto interno generado tras la caída del dictador Muammar El Gadafi y de la desintegración institucional con dos gobiernos paralelos, organizaciones vinculadas al Estado Islámico se han ido haciendo fuertes en algunas zonas del norte de Libia.

Lugar de paso para radicales

Con la creciente inestabilidad, la porosa frontera libio-tunecina se ha transformado en un lugar de paso tanto de radicales como de armamento y el control de la zona se ha erigido en prioridad del Gobierno de Túnez. Hace apenas unos días el titular de Defensa, Farhat Horchani, se personó en los pasos de Ras Yedir y Dhehiba para acometer labores de inspección. La información sobre la visita fue difundida por el portavoz del ministerio, Belhassen Oueslati, quien precisó que la misión de Horchani se enmarcaba en el contexto de las labores que las Fuerzas Armadas realizan en la frontera con motivo del mes de Ramadán una tradición anual que, a la luz de los últimos acontecimientos, ha adquirido un valor inusitado.