Rescate a Grecia
El drama no acaba hoy
Los griegos acuden hoy a las urnas en un referéndum apresurado y confuso, cuando su pertenencia a la zona euro está en juego. Y no importa el resultado; sea cual sea, es difícil ver un futuro estable o positivo para el Gobierno heleno.
El «sí» significaría que el pueblo de Grecia acepta una propuesta a la que el Gobierno griego se opone y que los acreedores ya no ofrecen (venció el 1de julio). Una situación muy extraña, porque daría lugar a unas largas negociaciones sobre un nuevo plan de rescate que, debido al deterioro de la situación económica en Grecia y a la falta de confianza entre los acreedores y el Gobierno, podría derivar en términos más estrictos que los que se ofrecieron previamente. Es difícil ver el actual Ejecutivo de Syriza mantenerse en el poder por mucho tiempo bajo un «sí», y podrían ser necesarias unas nuevas y próximas elecciones. Sin embargo, Syriza podría llegar a ganar de nuevo, algo que nos devuelve al punto de partida. Además, para un Gobierno de plomo como el actual, aceptar un «sí» después de haber hecho campaña por el «no», ¡sería una situación imposible!
También está muy poco claro si el FMI seguiría involucrado en la negociación, especialmente cuando Alemania quiere que el FMI se quede como parte de las «instituciones». Pero para el FMI, participar en un nuevo programa que tenga garantías sobre la sostenibilidad de la deuda de Grecia, el país heleno requerirá otro alivio de la deuda. Algo que muchos acreedores no quieren conceder en esta nueva etapa. Y no hay duda de que Grecia necesitará una quita de la deuda con el tiempo. Pero el debate político se pondría muy difícil con el 76% de la deuda pública griega en propiedad de instituciones respaldadas por los contribuyentes y otros países de la eurozona que posiblemente exigirían a su vez alivio para su propia deuda.
Pase lo que pase, a lo largo de todas estas negociaciones y las posibles elecciones es difícil ver que los controles de capital sean levantados completamente, ya que no se puede asegurar la permanencia de Grecia en la zona euro, por lo que la economía helena continuará siendo duramente castigada un tiempo.
Si el voto griego es «no», esto se traducirá en un más que probable «grexit». Los acreedores dejaron claro que ellos expusieron un (casi) «lo tomas o lo dejas» en la oferta final. Parece muy poco probable que en el caso de un «no» la UE acepte las demandas de los griegos; y si llega a hacerlo, su credibilidad estaría seriamente dañada. Mientras tanto, el BCE se vería obligado, si se apega a sus reglas, a cortar la ELA (asistencia de liquidez de emergencia) a los bancos griegos. Esto finalmente precipitaría a Grecia a crear su propia moneda para ayudar a financiar a sus bancos y evitar un colapso financiero.
Un «grexit» significaría también un reducido acceso a los mercados de capitales. Un Gobierno griego (especialmente uno de izquierda) pronto se convertiría en una máquina de imprimir billetes para su financiación. Como la inflación bajaría, se impondrían controles de precios; esto, añadido a la escasez de suministros y ayudas. Por ello, que los inversores (o turistas) volvieran a Grecia en ese entorno es algo que no está tan claro. Un tipo de cambio más competitivo podría hacer el país más atractivo, pero el aumento de la incertidumbre política y jurídica podría mantenerlos alejados. La transición fuera del euro será dolorosa y requerirá el apoyo político, jurídico y económico del resto de Europa.
No importa el resultado, la situación vuelve a ser un recordatorio de que el proyecto del euro y la intención de hacer una Europa juntos nos están llevando a otra parte. Lo único bueno es que el referéndum deja claro que una combinación de «no a la austeridad y la reforma» y un «sí al euro» no es una opción.
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