Elecciones en Alemania
El futuro de Merkel, en manos de los euroescépticos
Alemania afronta la recta final de la campaña electoral. A dos días de la cita con las urnas, lo que se veía como un paseo triunfal para Angela Merkel se está convirtiendo en una constante carrera de obstáculos. Ayer, un sondeo del diario sensacionalista «Bild», el más leído de Alemania y Europa, anticipaba la entrada en el Bundestag (Parlamento) de los euroescépticos de Alternativa por Alemania (AfD). De confirmarse el domingo este dato, sería una pésima noticia para Merkel, que vería esfumarse su mayoría parlamentaria. Su coalición entre cristianodemócratas (CDU) y liberales (FDP) apenas sumaría el 44% de los votos, sólo un punto menos que la oposición (socialdemócratas, verdes y postcomunistas).
En declaraciones a LA RAZÓN, Walter Bernecher, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Erlanger Nuremberg, teme que la intención de voto de AfD esté incluso subestimada, porque «es un partido ajeno a los buenos modales políticos en Alemania al estar en contra de Europa y el euro, por lo que mucha gente no quiere decir en público que va a votar a un partido de este tipo». «Hay muchos escépticos sobre los temas que guardan relación con la política europea de Merkel y la ayuda prestada a los países del sur», advierte.
Hasta tal punto ha cundido la preocupación en la Konrad-Adenauer-Haus, la sede de la CDU, que algunos importantes miembros del partido, como el ministro presidente de Hesse, Volker Bouffier, que se juega también este domingo su futuro en las urnas, han llegado a imaginar una coalición con los euroescépticos, que reclaman el final de los rescates financieros y la «disolución ordenada» de la zona euro. Sin embargo, tanto Merkel como su rival socialdemócrata, Peter Steinbrück, a quien el sondeo otorga el 28% de los votos, rechazan aliarse con ellos. Pese al buen resultado del SPD, el principal partido de la oposición no podrá formar gobierno con Los Verdes, que caen al 8% y ceden su plaza de tercer partido más votado a La Izquierda (Dei Linke), que se apunta el 9%. Sólo sumando los votos los tres partidos de izquierdas conseguirían desbancar a Merkel de la Cancillería, pero tanto socialdemócratas como verdes lo descartan. En opinión del profesor Walter Bernecher, esta coalición «resulta improbable debido a que los tres programas electorales son completamente dispares. En un ''Land'' puede funcionar, pero no en el Gobierno federal, donde hay que tomar decisiones en política exterior y defensa. No duraría ni dos semanas». Ante este aparente callejón sin salida, la gran coalición se perfila como el escenario más probable para garantizar la estabilidad política de Alemania tras el 22-S. En opinión del presidente del instituto de encuestas Emnid, Klaus-Peter Schoeppner, «existe una posibilidad de 50-50 de que haya una gran coalición. Es realmente la única opción posible si el actual Gobierno no es reelegido». «Si los liberales no entran en el Parlamento o son muy débiles, a Merkel sólo le quedaría el SPD, con el que no tiene tantas diferencias», explica Bernecher.
Por la noche, el barómetro político de la televisión pública ZDF dejaba a los euroescépticos a las puertas del Bundestag, con el 4% y salvaba del desastre a los liberales (5,5%). La CDU, con el 40%, superaba en trece puntos al SPD (27%), mientras que la Izquierda (8,5%) y Los Verdes (9%) pugnaban por el tercer puesto. En este caso, la actual coalición de Merkel superaba a la oposición en un 1%.
En un intento de convencer a los indecisos, cinco millones de alemanes recibirán hoy en su buzón una carta en la que la líder democristiana les pide su voto. «Alemania ha tenido cuatro buenos años. Desearía que los cuatro próximos también lo sean», explica en un texto más propio de un familiar o un amigo que de un político. «Si usted quiere que yo pueda seguir trabajando como su canciller, vaya el domingo a votar y dé los dos votos a la CDU», solicita Merkel para espantar el «fantasma"de Baja Sajonia. Fue precisamente en este Estado federado donde el pasado enero los democristianos perdieron por sólo un escaño el poder a costa de los liberales, que recibieron el «voto útil» de muchos democristianos que trataban de garantizar la permanencia del FDP en el Parlamento de Hanóver. Su apretada agenda de tres mítines diarios llevó ayer a Merkel a Baviera, donde, además de felicitar a su partido hermano de la Unión Socialcristiana (CSU) por haber recuperado la mayoría absoluta perdida en 2008, trató de movilizar a los votantes reacios de acudir a las urnas dos domingos consecutivos.
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