Política

Hungría

El húngaro Viktor Orban, otro quebradero de cabeza para la UE

La Razón
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Hungría, o mejor dicho el primer ministro húngaro, Viktor Orban, se ha convertido en otro quebradero de cabeza para la UE. El viernes en Riga, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker saludó a Orban, con un increíble «¡Hola dictador!», pero lo cierto es que el giro hacia la extrema derecha de un mandatario europeo no llega en el mejor momento para Bruselas con tantos frentes abiertos y divisiones en asuntos clave.

Orban dejó boquiabiertos a sus colegas europeos al querer traer sobre la mesa un asunto como la pena de muerte o la expulsión de los inmigrantes económicos de su territorio. El propio «premier» viajó a Estrasburgo la semana pasada para defender sus argumentos en el hemiciclo. «No poder debatir es de la Edad Media», dijo visiblemente envalentonado. «Los Estados miembros de la UE deberían tener poder para implementar la pena de muerte», añadió a los medios. La UE se plantea la retirada del derecho a voto de Hungría en el Consejo Europeo –por no cumplir con los valores europeos– pero también peligra su pertenencia a su grupo político en la Eurocámara. Fidesz, su partido, está integrado en el Partido Popular Europeo (PPE), pero ésta vez los eurodiputados del resto de naciones no estuvieron de acuerdo con sus aspiraciones. En una reunión del grupo, Orban continuó en sus trece. El vicepresidente del PPE, Esteban González-Pons le recordó que en el PPE «la pena de muerte es un asunto innegociable». “Orban pudo comprobar que el PPE no comparte su posición sobre el debate de la pena muerte en Europa”, indicó González-Pons a LA RAZÓN. “Estamos viviendo un momento particularmente delicado, con casos en Corea del Norte, con la condena a la pena capaital en Egipto al único presidente elegido en las urnas, o en EE UU, donde trasladan a un preso de estado a otro para poder matarlo. Es el momento menos oportuno para abrir este debate”, insistió González-Pons que lidiará Orban en el próximo viaje a Budapest de los eurodiputados del PPE.

«Sus compañeros de partido se han quitado la venda ahora, pero a mí no me ha sorprendido nada su actitud», señaló a este periódico Benedek Javor, eurodiputado húngaro del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea. Javor da una de las claves de este giro autoritario y extremista del “premier”. “Si hoy hubiera elecciones, Fidesz no lograría la mayoría, y ése se convertiría en nuestro próximo problema. La oposición democrática está muy débil y dividida y, sin embargo, es el partido de extrema derecha radical Jobbik el que más peso tiene en Hungría (en el PE tienen tres escaños). Orban, consciente de ello, ha cambiado su estrategia y hace guiños a la extrema derecha con las arengas que dice, para atraer simpatizantes”, analiza Javor, aunque reconoce que está siendo fallida, pues “sólo logrará que Jobbik obtenga más apoyo popular, pues al no haber estado en el poder, los húngaros creen que no les robaran tanto”.

Es que uno de los problemas más graves en Hungría es la corrupción. “La gente en Hungría está harta. También de los altos e inauditos niveles de corrupción actuales, los húngaros están luchando por sobrevivir mientras se sienten robados por el Gobierno. Sí hay presión en las calles en este sentido”. Además, Javor manifiesta que “Orban ha atacado a varios grupos y minorías sociales en sus últimos cinco años en el poder, hay mucha exacerbación: “La gente está desesperada”.

Los debates que Orban quiere poner sobre la mesa “son claramente un problema, estamos perdiendo valores que son importantes para la mayoría de los ciudadanos húngaros”, asevera el eurodiputado húngaro en su despacho en Estrasburgo. Victor Orban ganó las elecciones del año pasado con un 44% de los votos, es decir un 66% de la población votó en contra de su régimen (por no contar la alta abstención). Pero le ha servido para comenzar una violación contra los derechos fundamentales”.

Organizaciones a favor de los derechos humanos como HRW llevan tiempo preocupados por las leyes y prácticas “que incluyen limitaciones a los poderes de la Corte Constitucional; obstáculos a la libertad de expresión; merma de los derechos de las mujeres, personas con discapacidades, de algunas creencias religiosas y sin techo”. Por tanto no es de extrañar que a Juncker se le escapara un “¡Hola dictador!”, sin embargo, en la UE de las libertades deben mover ficha si finalmente Orban va más allá de simplemente querer debatir la pena de muerte en un país miembro de la comunidad europea.