Crisis en Túnez

El miedo a la polarización de Túnez marcará la segunda vuelta

Los sondeos dan el triunfo a Essebsi, líder del laico Nida Tunis

Una funcionaria en el recuento de votos, que continuaba ayer en los colegios electorales tunecinos
Una funcionaria en el recuento de votos, que continuaba ayer en los colegios electorales tunecinoslarazon

En menos de tres meses, los tunecinos han votado en sus primeras legislativas (octubre) y en sus primeras presidenciales (este domingo), y, ante la falta de un candidato con mayoría, en diciembre lo harán en otra «histórica» segunda vuelta. El líder de Nida Tunis, Beji Caib Essebsi, logró en torno a un 40% de los votos, mientras que el presidente saliente, Moncef Marzuki, obtuvo un 30%, según la media de tres sondeos a pie de urna. Las elecciones del domingo fueron todo un éxito en cuanto a la escasez de sobresaltos. «Por un lado, la Administración ha aprendido de los errores de octubre y, por otro, los votantes iban a los colegios más seguros y con más confianza. Son dos hechos muy positivos de esta nueva democracia», valora la directora del Instituto Nacional Democrático (NDI), Nicole Roswell. «Los colegios abrieron y cerraron de manera puntual, los vigilantes y miembros del ISIE estaban más seguros, mejor preparados y abiertos a observadores de partidos políticos», añade.

Alrededor de un 64% de los tunecinos ejerció su derecho al voto. Aunque todavía no se ha desgranado el voto por edades, era difícil localizar a un joven de entre 18 y 20 años en los colegios. «Las nuevas instituciones tendrán que trabajar muy duro en hacerles partícipes de la política del país. Deben potenciar su inclusión, pues los jóvenes se inscriben en el censo, pero después no votan en las elecciones», explica Roswell a LA RAZÓN. Para Raoudha Ben Othman, profesora de la Universidad de Túnez y candidata a las constituyentes de 2011, «los jóvenes sí están interesados en política y se pasan horas discutiendo, ya sea cara a cara o en las redes sociales. No votan para así expresar su descontento con los políticos, los partidos y su discurso. En un estudio que elaboré entre 2011 y 2012, la juventud tunecina se identificaba como ‘los guardianes de la revolución’. No obstante, el domingo ninguno de los 22 candidatos fue capaz de movilizarles. Los políticos, figuras jurásicas que se niegan a escuchar a los jóvenes, los usan para llenar sus reuniones, distribuir panfletos o colgar banderolas. La falta de confianza es la mayor razón de su abstención», destaca Ben Othman.

El miedo que se tiene ahora en Túnez es a que la sociedad se polarice. Essebsi fundó su partido en 2012 con un claro corte anti islamista. Mientras que los islamistas moderados de Ennahda no presentaron candidato, su compañero de troika, el presidente Marzuki, ha recibido el apoyo de sus filas, aunque no de manera oficial. Marzuki sólo consiguió un 6% de los votos como representante del CPR en las legislativas de octubre, por lo que los expertos no entienden cómo ha llegado a ese 30% que le dan las encuestas si no es con el apoyo de los islamistas. La polarización entre laicos y religiosos podría acarrear problemas en la estabilidad que necesita Túnez.

Uno de los candidatos más orgullosos, pese a no haber pasado a la segunda vuelta, es el izquierdista Hama Hammami, líder del Frente Popular. Se ha convertido en la tercera fuerza y seguirá centrado en mejorar su partido de cara a las elecciones de 2019. No ha anunciado si va a respaldar a uno de los dos ganadores en diciembre, pero en su discurso de ayer, el tantas veces torturado por Ben Ali dio la impresión de hablar ante un país acostumbrado a los procesos democráticos pese a no ser el ganador de la primera contienda.