Elecciones en Italia
El Movimiento 5 Estrellas, a un paso de un triunfo inútil
La turística Piazza del Popolo, en Roma, reunió ayer a Beppe Grillo, Di Battista, Virginia Raggi (la alcaldesa de Roma) y Roberta Lombardi, candidata a la Región Lazio, para apoyar a su líder, Luigi Di Maio, cabeza visible del Movimiento 5 Estrellas (M5E) y ofrecer una imagen de unidad en la clausura de una turbulenta campaña electoral en la que el giro de la formación populista ha sido evidente. A escasas horas de los comicios, se mantenía un alto porcentaje de indecisos y varios expertos en sondeos vaticinaban que la formación será, junto con la Liga del Norte, la verdadera sorpresa electoral ya que podría superar el 30% de los votos italianos.
Luigi di Maio no tiene carrera universitaria pero, a sus 31 años, conoce ya muy bien el marketing político. En la campaña era consciente de que cada paso que daba podía ser definitivo para el resultado electoral. Si bien hace dos días, y como muestra de la trasparencia, dio a conocer la lista de los que serían sus ministros en un hipotético gobierno «grillino», ayer cerró la campaña en un evento que contó con la presencia del «alma mater» del partido, Beppe Grillo, y el apoyo público de Di Battista. De modo que «mataba dos pájaros de un tiro: acallaba los rumores de su mala relación con el segundo «grillino» de abordo y se hacía con el apoyo de la facción más purista del movimiento, la que aún rememora los mítines de Grillo.
Estos últimos días Di Maio ha seguido una hábil estrategia que la oposición ha tildado de cortina de humo. El líder de la formación nacida como una asociación de ciudadanos y no como partido, que se proponía acabar con el sistema político establecido, ha presentando su equipo de ministros, un elenco de nombres listo en el caso de conseguir la mayoría para poder gobernar. Una maniobra con la que ha tratado de tranquilizar a los mercados y a quienes lo miran con cierto recelo, entre ellos Europa y los votantes indecisos. Se ha rodeado de moderados con perfiles profesiones, muchos de ellos neófitos y donde las mujeres tienen un papel importante. «Son personas que representan nuestra idea de Italia», declaró el candidato sobre su equipo, formado por profesores, economistas, abogados y expertos que, de conseguir la mayoría, no tirarán todo por la borda.
El Movimiento 5 Estrellas nació como un experimento social allá por el año 2009. Hoy, tras años en los que su popularidad ha subido como la espuma pese a convertirse en blanco de críticas de las formaciones más tradicionales y ser el protagonista de no pocos escándalos, se postula como el partido con mayor intención de voto. Para ello, Di Maio ha sabido ofrecer una imagen más institucional y moderada alejada del radicalismo del fundador Beppe Grillo. Además, ha conseguido conectar con los jóvenes y con la clase trabajadora, especialmente del sur, donde estará la clave del resultado.
Lo más críticos argumentan que la formación ha perdido la esencia que Grillo pregonaba en las plazas; quizás por ello el palermitano quiso contar con el cómico ayer en Roma. Con Di Maio, que gracias a unas primarias virtuales pasó de no tener oficio a convertirse en el vicepresidente de la Cámara de Diputados más joven de la historia italiana, el partido ha cambiado. Los votos moderados y las exigencias para gobernar priman, y ante la posibilidad de una hipotética coalición a la que no cierran la puerta –tema tabú hace unos meses–, los «grillinos» han bajando el tono antieuropeo e incluso se han mostrado comprensivos con la gestión de la crisis migratoria que vive el país.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce en la formación estrellada. El partido antisistema ha hecho aquello que tanto ha criticado de «la casta», mentir, y le ha estallado en la cara. El código de conducta del partido obliga a sus electos a ingresar los pluses del sueldo parlamentario en un fondo destinado a las pymes y a proyectos sociales, y a escasas semanas de las elecciones se ha destapado que unos diez parlamentarios habían incumplido las normas internas dejando un aguajero de 800.000 euros. Un problema que se suma a las guerras fratricidas, las acusaciones de masonería a algunos de sus miembros y la pésima gestión de las alcandías de Turín y en especial de Roma. Escándalos a los que Di Maio ha tenido que hacer frente y que han puesto en evidencia la poca operatividad de un partido con demasiada retórica y poca práctica.
La reducción de la deuda pública, la derogación de más de 400 leyes y la lucha contra «la casta» y la evasión fiscal, entre otras medidas, han convencido, según los sondeos, a más del 28% de la población. Sería el partido más votado mañana. Ahora, a Di Maio le toca esperar si su giro hacia la moderación da sus frutos, suma un porcentaje mayor y encuentra algún compañero de viaje con el que pueda superar el 40% requerido frente a la coalición liderada por el eterno Berlusconi.
Aprovechar el odio a la política
Di Maio no desaprovechó su último acto para lanzar sus dardos contra la vieja clase política. Es un caladero de votos que puede ser decisivo mañana. Ayer prometió que acabará con los sueldos vitalicios, reducirá el de los parlamentarios de la República y recortará 30.000 millones de euros en privilegios para invertirlos en familias, jubilados y desempleados.
✕
Accede a tu cuenta para comentar