Alemania
Alemania: veto al burka
El partido de Merkel quiere restringir su uso en espacios públicos como medida de seguridad en respuesta a la creciente alarma generada por el radicalismo islámico
El partido de Merkel quiere restringir su uso en espacios públicos como medida de seguridad en respuesta a la creciente alarma generada por el radicalismo islámico
Hace un año, cuando Alemania se erigía como el gran ejemplo europeo de integración migratoria, parecía impensable que su Gobierno pudiera llegar a plantearse la prohibición del burka. Los acontecimientos de los últimos meses, como los asaltos masivos en Colonia o los primeros atentados reivindicados por la organización terrorista Estado Islámico (EI) han inquietado a la opinión pública, despertando recelos en torno a la inmigración y han provocado un cambio en el Ejecutivo conservador. Tal y como adelantase hace una semana, el ministerio del Interior presentó ayer la «declaración de Berlín», un catálogo de medidas de seguridad que pone sobre la mesa la prohibición parcial del velo integral.
El ministro del Interior, el reputado Thomas de Maizière, negó que esta decisión estuviera motivada por razones de seguridad tras la oleada de ataques que sacudieron recientemente al país, pero argumentó que la prenda debía ser rechazada por una cuestión de cohesión social. «Nuestra sociedad va de cara, mira de frente; el burka no tiene cabida en nuestro país cosmopolita», manifestó. Días antes, había reconocido públicamente su rechazo al velo integral como vestimenta, pero dijo que no se planteaba incluir su prohibición total en el documento porque dicha cuestión sería seguramente rechazada por el Tribunal Constitucional, ya que la ley suprema defiende la libertad religiosa. La canciller Angela Merkel no quiso sumergirse de lleno en el polémico debate y, con su cautela habitual, apuntó solamente que una mujer totalmente cubierta -por prendas como el burka, que cubre el cuerpo de la mujer de la cabeza a los pies- «tiene pocas posibilidades de integrarse en la sociedad alemana».
El texto, en el que han trabajado miembros de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su socio bávaro (CSU), más insistentes en la petición del control en las entradas migratorias, contempla por unanimidad la prohibición del burka en determinados espacios, como controles aéreos, organismos oficiales, ayuntamientos, guarderías, servicios públicos, escuelas o durante la conducción. La propuesta no será oficial hasta que no sea aprobada por el Gobierno.
El burka ya está prohibido total o parcialmente en países como Francia o Bélgica y resulta uno de los puntos más sensibles del debate en torno a la integración en Alemania, país en el que viven casi seis millones de musulmanes. Una cifra que, además, va en aumento a medida que llegan al país nuevos peticionarios de asilo, la mayoría procedentes de Siria, Afganistán e Irak y alrededor del 70% de los mismos practicantes de la religión mahometana. Resulta muy significativo que esta cuestión haya sido planteada con esa contundencia por el partido de la canciller, que lleva meses resistiendo presiones por su política migratoria y apostando públicamente por la integración, aunque De Maizière puntualizó que consideraba que esta prenda no sólo no favorece esta integración, sino que la retrasa.
Esta cuestión de fondo espinoso ha abierto un encendido debate entre los partidos de la Gran Coalición gobernante, mientras en Europa se discute sobre el tema, especialmente tras las prohibiciones de prendas representativas del Islam en algunas playas francesas. Los bávaros de la CSU y algunos miembros de la CDU están dispuestos a batallar por la prohibición total, pero se topan con el rechazo socialdemócrata. «En Francia –primer país en prohibir el burka– esta interdicción no ha evitado los atentados ni ha favorecido la integración», argumentó la diputada socialdemócrata Bilkay Öney.
El debate ha trascendido a la opinión pública, dividida entre quienes defienden la libertad religiosa y quienes consideran el burka una prenda de opresión femenina o están preocupados por «islamización», intensificada en Alemania por la crisis migratoria. En un reciente sondeo del instituto YouGov, el 62% de los encuestados se muestran a favor de una prohibición total del velo integral, la vestimenta islámica menos utilizada, pero más polémica. En el catálogo de la declaración de Berlín también se exponen otras medidas que buscan fortalecer la seguridad, como normas más estrictas en torno a la doble nacionalidad, el aumento de las fuerzas de seguridad en 15.000 agentes de aquí a 2020 y la posibilidad de que el Ejército intervenga.
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