Política

Bruselas

El tiempo se acaba para May, que no convence a los 27 con su Brexit blando en Salzburgo

El austriaco Kurz propone una nueva cumbre en noviembre para sellar un acuerdo definitivo con Londres

Theresa May es recibida por el primer ministro austriaco, Sebastian Kurz, a su llegada a la cumbre informal europea en la ciudad de Salzburgo, ayer
Theresa May es recibida por el primer ministro austriaco, Sebastian Kurz, a su llegada a la cumbre informal europea en la ciudad de Salzburgo, ayerlarazon

El austriaco Sebastian Kurz propone una nueva cumbre en noviembre para sellar un acuerdo definitivo con Londres.

La ciudad que vio nacer el genio de Mozart fue escenario ayer de una música bien distinta a la de las Bodas de Fígaro: Theresa May aprovechó la cena de trabajo con los jefes de Gobierno de los 27 para convencerles de las bondades de «Chequers», su propuesta de acuerdo para la futura relación entre Reino Unido y la Unión Europea para cuando se consume el Brexit. Y cabe añadir –a riesgo de abusar de las referencias musicales– que la «premier» británica se enfrentó a su difícil auditorio en el Felsenreitschule de Salzburgo, la célebre Escuela de Equitación de la Roca donde la familia von Trap canta ante los nazis en la escena decisiva de «Sonrisas y Lágrimas».

Más sonrisas que lágrimas cosechó May ayer pero no está del todo claro si éstas fueron de simpatía o de escepticismo: la verdadera escena final al melodrama del Brexit tendrá lugar en una nueva cumbre que empieza a perfilarse para mediados de noviembre y que ayer fue anunciada por el presidente del Consejo, Donald Tusk, y por el anfitrión austríaco, el joven Sebastian Kurz.

Sin embargo, la cita que tendrá lugar hasta la media tarde de hoy en Salzburgo dista mucho de ser un simple prolegómeno. El negociador británico del Brexit –Dominic Raab, nombrado hace apenas unos meses tras la dimisión de David Davis– puso de relieve el papel clave que la cumbre tendrá a la hora de establecer las directrices o parámetros generales de lo que debe ser un acuerdo que evite un divorcio tormentoso entre Reino Unido y la Unión Europea. En una entrevista concedida a medios internacionales, Raab explicó que «Salzburgo será una reunión informal, pero a la vez debe ser un importante punto de inflexión, un punto crucial en el que dejemos claro que realmente hemos diseñado los contornos de un acuerdo definitivo».

El mayor obstáculo que se impone en el camino para llegar a ese punto son los 310 kilómetros de frontera terrestre entre Irlanda e Irlanda del Norte, los únicos (olvidándonos momentáneamente de la Verja de Gibraltar) que existirán entre el Reino Unido y la Unión Europea. El negociador europeo Michel Barnier reconoció estar dispuesto a mejorar la oferta de Bruselas en referencia a la frontera con Irlanda del Norte al tiempo que alertaba de que se acerca «el momento de la verdad» para las negociaciones. La paletada de arena la puso Donald Tusk poco después de llegar a Salzburgo: en su opinión la propuesta de May a este respecto tiene que ser «reelaborada y negociada otra vez». Si en la cena de ayer la pista central fue para May, la de hoy durante la comida será para Barnier, que expondrá ante los jefes de Gobierno el estado actual de las negociaciones y su propuesta de pasos a seguir.

En las horas intermedias entre estos dos momentos, en los pasillos del centro de prensa de la Cumbre (instalado nada menos que en el patio del Mozarteum) se rumorea que Merkel y Macron quieren que la cita de Salzburgo sirva para elaborar un documento base que pueda poner fin a todo el embrollo en la cumbre de noviembre.

Preciso es recordar en cualquier caso que los líderes europeos negocian en Salzburgo notando la tensa mirada de los mercados en sus espaldas: este pasado martes la libra abandonó una racha de seis semanas consecutivas repuntando. Los inversores empezaron a recoger beneficios y comportarse de manera más conservadora a la espera de noticias de la cumbre de la ciudad de Mozart. La divisa británica, hasta esta semana, fue fortaleciéndose hasta un cuatro por ciento desde su punto crítico a mitad de agosto, cuando se especuló con la posibilidad de que el Brexit se ejecutara sin acuerdo entre Londres y Bruselas.

Entre los líderes que delinearán el futuro inmediato de Europa en Salzburgo está el presidente español, Pedro Sánchez, que insistirá en la necesidad de que la UE desarrolle una política común para enfrentarse a la crisis migratoria. Sánchez llegó ayer a esta ciudad austríaca y a primera hora de la tarde asistió a una reunión con líderes del PSE. En la idea de que Bruselas tome cartas en el asunto de la inmigración y lidere una respuesta unificada a la crisis, Sánchez formará bloque con Angela Merkel y Emmanuel Macron, partidarios también de este enfoque. El propio Donald Tusk también hizo un llamamiento a dejar atrás el «resentimiento mutuo» y establecer un clima de cooperación que frene la crisis de inmigración ilegal que ha llevado a amplios sectores del electorado en buena parte de los Estados miembros a otorgar su confianza en las urnas a partidos de la derecha populista que ofrecen soluciones expeditivas al problema, basadas todas ellas en la soberanía de cada país para proteger sus fronteras.

Casado y Sánchez comparten protagonismo

No pasó desapercibida la presencia de políticos españoles durante la primera jornada de la cumbre de Salzburgo. En primer lugar, Pablo Casado se estrenó en la escena internacional con una controvertida defensa del líder húngaro Victor Orban. «El Partido Popular Europeo recuerda que Hungría, cuando España ha solicitado apoyo a la hora de encarar el proceso independentista, siempre ha estado con España», dijo el líder del PP. El protagonismo de Sánchez, sin embargo, quedó empañado por las críticas de Kurz a países como España, Italia y Grecia, que ven con malos ojos que Frontex crezca en número de agentes y en la importancia de sus funciones aludiendo cuestiones de soberanía nacional.