Política

Beirut

El vacío de poder en Oriente Medio da alas a la yihad

El vacío de poder en Oriente Medio da alas a la yihad
El vacío de poder en Oriente Medio da alas a la yihadlarazon

Las dos últimas semanas han dejado de manifiesto la desestabilización en Irak y Líbano, así como el agravamiento de la guerra civil en Siria. Las imágenes que llegan tanto tras la toma de Faluya y Ramadi en Irak como de los atentados con coches bomba en Beirut advierten de que el odio entre las religiones de la zona es incontrolable. La mayoría de expertos coincide en señalar que tras la marcha de Estados Unidos de Irak, las dos potencias que se reparten la influencia de la región son Irán y Arabia Saudí. Teherán apoya en todos los niveles a los chiíes de los tres países mientras que Riad lo hace con los suníes. «Siria se ha convertido en el centro neurálgico de una guerra de poderes entre Arabia Saudí e Irán. Se ha estado librando en los últimos años en Líbano, antes de la guerra siria, pero en los últimos meses se ha vuelto mucho más violenta», indica a LA RAZÓN Andrew Hammond, analista y escritor de «La utopía islámica: la ilusión del reformismo en Arabia Saudí». Si en noviembre un coche bomba mataba a un diplomático de la Embajada iraní en Líbano y a un líder de la milicia chíi de Hizbulá, la semana pasada un ex ministro suní y aliado de los saudíes era asesinado en Beirut de la misma forma.

Pero el sectarismo también ha tocado de lleno a Irak. Precisamente, en las dos principales ciudades de Anbar, ahora tomadas por Al Qaeda, en diciembre de 2012, los suníes comenzaron una oleada de protestas de carácter reformista. Estaban cansados de la marginalización a los suníes por parte del Gobierno de Nuri al Maliki. Miles de personas salieron a las calles de Ramadi y Faluya tras el arresto de los guardaespaldas suníes del ministro de Finanzas en Bagdad y de un grupo de mujeres suníes por parte de las Fuerzas de Seguridad iraquíes. Al mes, Maliki reaccionó y dijo que liberaba a unos 3.000 detenidos, pero nunca se demostró y sirvió para generar más rechazo a los chíies en el poder. Los suníes ven en Maliki una marioneta de Irán que además está ayudando a llevar armas al Ejército sirio de Bachar al Asad. Irak ha cerrado 2013 con las peores cifras de violencia desde 2008. Un total de 8.868 personas, incluyendo 7.818 civiles, según cifras difundidas por la ONU, es el sangriento balance de lo que parece un punto de no retorno. Un caldo de cultivo que ha hecho que los extremistas se hayan fortalecido. «En 2013, Al Qaeda ha renacido aprovechado el vacío de poder tras la marcha de las tropas estadounidenses en el terreno. Se decía que los ataques suicidas eran debido a la injerencia extranjera, pero 2013 ha dejado claro que no era así», explica a este periódico Óscar P. Ventura, analista en terrorismo yihadista e islamismo radical. «Asimismo, Al Qaeda ha aprovechado en Irak la profunda división entre suníes y chiíes y quiere derrocar al Gobierno de Maliki». El primer ministro, al no potenciar la integración de los suníes, ha dado mecha a «que Al Qaeda haga de la opresión de los suníes su bandera». Ventura recuerda que en abril, Al Qaeda en Irak se denominó el Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIL) sobre todo para intervenir en la guerra contra Asad. Y son los milicianos del ISIL los que han tomado Faluya y Ramadi, justamente en la frontera con Siria. «Están desarrollando una insurgencia muy potente. Esa frontera, –al margen de las desavenencias del ISIL con su facción yihadista Jabhat al Nusra– es incontrolable ahora mismo», asegura el analista. Para el activista suní Khaled Abu Alwalid en Raqa, Siria, la presencia de milicianos iraquíes chíes en Siria está provocando un frente común en su contra tanto del ISIL como de otras facciones islamistas. «Ésta es una guerra religiosa que abarca a Irak, Siria y Líbano», aseveró Alwalid a la agencia Reuters.