Elecciones en Afganistán
Elecciones en Afganistán, bajo la violencia talibán.
Las encuestas se presentan muy reñidas entre los dos favoritos, Ghani y Abdulá, que ya se enfrentaron en el año 2014
Las encuestas se presentan muy reñidas entre los dos favoritos, Ghani y Abdulá, que ya se enfrentaron en el año 2014
Afganistán celebra mañana unas elecciones presidenciales con varios meses de retraso, y en un clima marcado por el recrudecimiento de la violencia, tras el fracaso de las negociaciones con el Talibán. Los principales candidatos, el presidente en funciones, el tecnócrata Ashraf Ghani, y su número dos, el doctor Abdulá Abdulá, han desistido en llevar a cabo mítines políticos en público por miedo a atentados suicidas. En total postulan 18 candidatos que, además de los dos favoritos, se presentan un antiguo comandante insurgente, Gulbuddin Hekmatyar, y el ex asesor de seguridad de Ghani, Hanif Atmar. Ante el clima de inseguridad, las autoridades afganas han desplegado alrededor de 75.000 fuerzas de seguridad en todo el país para vigilar las elecciones. Además, otros 30.000 efectivos militares quedarán en la reserva para responder a los posibles ataques insurgentes. Los talibanes han amenazado con socavar, de nuevo, el proceso electoral y las posibilidades de atentados suicidas son altas, por eso el ministerio de Interior decretó desde el jueves la alerta máxima.
Militares, policías y agentes de inteligencia velaran por la seguridad en los 4.942 colegios electorales abiertos mañana sábado a lo largo del país. Entre los efectivos policiales hay 9.884 mujeres que se harán cargo de registrar y ofrecer seguridad a las mujeres en los centros de votación.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades afganas para que se puedan celebrar elecciones en todo el país, en las áreas controladas por los talibanes, al menos 431 centros electorales no se abrirán mañana por temor a ataques a colegios y lugares públicos donde se llevará a cabo la votación. También las autoridades han pedido a profesores y estudiantes que se abstengan de formar parte del proceso electoral.
El gran ausente de estos comicios son las mujeres. A diferencia de las elecciones de 2014 y 2009, donde hubo alguna representante mujer, esta vez no se ha presentado ni una sola fémina a candidata a presidente.
Sin embargo, el miedo de las mujeres afganas a que tengan que sacrificar sus derechos como parte del proceso de paz si regresan al poder los talibanes, ha hecho que muchas de ellas están decididas a acudir a las urnas en los comicios de mañana, con el fin de evitar un retroceso de la mujer.
Ahora, las mujeres afganas ocupan el 27 por ciento de los puestos de la administración pública, así como decenas de ellas ostentan posiciones de rango en el Gobierno, y además el 38% de los 9 millones de estudiantes en las escuelas de Afganistán son niñas. No obstante, los derechos de la mujer son más vulnerados en provincias como Nangarhar, al este del país, donde tanto los talibanes como el grupo yihadista Estado Islámico (EI) dominan amplios territorios.
Teniendo en cuenta que alrededor del 60 por ciento de la población tiene menos de 25 años, los candidatos han centrado su campaña electoral en el sector joven de la sociedad. Los políticos han usado las redes sociales para promocionar sus campañas y explicar sus propuestas de gobierno, y Facebook se ha convertido en un motor esencial para llegar a millones de seguidores, especialmente en las ciudades.
Si algo tienen en común todos los candidatos es, sin duda, que hay que seguir con el proceso de paz. Así, gane quien gane las elecciones mañana tendrá que poner en marcha las negociaciones con los talibanes.
Las encuestas se presentan muy reñidas entre los dos favoritos, Ghani y Abdulá, que ya se enfrentaron en 2014 en una elección ensombrecida por el fraude, y que generó una grave crisis constitucional.
Ambos candidatos están convencidos de que la única manera de salir de esta ola de violencia, que en lo que va de este año ha dejado al menos 1.366 muertos y 2.446 heridos, es el dialogo con los talibanes. Sólo en las últimas semanas,
al menos 150 personas han muerto en ataques insurgentes, ha publicado en un informe reciente, la misión de la ONU en Afganistán (UNAMA).
Si bien, el deseo de los dos hombres de Afganistán es alcanzar la paz, en su pasada legislatura conjunta no han logrado acercarse a este objetivo, como demuestra el ciclo de la violencia en los últimos años. Ahora tendrán una segunda oportunidad. Ghani ha prometido que es uno de los pocos, por no decir el único, que tiene el poder de reconstruir Afganistán. Pero para ello, el ex economista del Banco Mundial se enfrenta a una corrupción endémica en la administración afgana y a pesar de su deseo de dialogar con los talibanes, hasta el momento ha fracasado en el intento. Pese a varias ofertas de alto el fuego, los talibanes han rechazado negociar con el gobierno de Kabul, al considerar que es un “títere” de EEUU. De hecho, el gobierno afgano quedó totalmente excluido de las negociaciones celebradas en Catar en estos últimos meses.
Si es reelegido, Ghani intentará llegar a un acuerdo de paz con los talibanes. De lo contrario, si fracasan las negociaciones, ha prometido combatirlos “durante generaciones”
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