Francia
Europa permanece pasiva ante la crisis de la inmigración
La UE vuelve a tropezar una y otra vez con la misma piedra. El 23 de abril, los líderes europeos reunidos de manera extraordinaria en Bruselas llegaron a una serie de medidas que si bien no supusieron un punto y aparte para conseguir una política migratoria común, al menos, tenían visos de suponer un punto de inflexión. «Hemos dicho demasiadas veces ‘nunca más’. Tenemos que salvar vidas humanas todos juntos, todos juntos necesitamos proteger nuestras fronteras y luchar contra el tráfico de seres humanos», aseguró la jefa de la diplomacia europea Federica Mogherini antes de esta cita, convocada tras los naufragios que se cobraron la vida de más de 1.000 personas en las aguas libias, a las puertas del supuesto Dorado europeo.
Meses después, tras morir 28 inmigrantes en las costas libias, la misma Mogherini sentencia con dureza que «lo fácil es quedarse sentado ante el televisor llorando, lo difícil es levantarse y asumir responsabilidades». Muchas de las promesas de estos meses han caído en saco roto. En abril los Veintiocho llegaron a un acuerdo para triplicar los fondos de las actuales misiones civiles Poseidón y Tritón que vigilan las fronteras exteriores europeas a treinta millas de las costas griegas e italianas. Esto supone una cifra que llega a los 120 millones de euros anuales este año y el que viene. Un objetivo mucho más modesto de lo que planteaba inicialmente Italia, pero que sirvió para poner de acuerdo a puntos de vista divergentes. En octubre del año 2103, Roma puso en marcha la misión militar denominada «Mare Nostrum» sufragada con dinero de las arcas italianas y una pequeña aportación de los fondos europeos de 1,8 millones de euros. Su radio de acción era mucho mayor que las misiones de Poseidón y Tritón, lo que supuso que se convirtiera en una misión de salvamento que estuvo operativa sólo un año debido a su alto coste. Los Veintiocho prefirieron no aumentar la dotación de esta iniciativa ya que países como España consideraban que esto sólo hubiese aumentado el efecto llamada. Además, la Agencia de Protección de las Fronteras Exteriores( Frontex) de la que dependen las actuales misiones no tiene como mandato el rescate sino la vigilancia. Actualmente, Tritón y Poseidón ayudan en el rescate de aquellas embarcaciones dentro de su radio de acción, pero la mayoría de los naufragios se producen en aguas más alejadas de las costas.
Frontex, sin medios
El plan de los Veintiocho era que estas limitaciones se vieran compensadas por la puesta en marcha de una misión de lucha contra las mafias que llegara a patrullar en aguas libias y que, con un mandato de Naciones Unidas que todavía no se ha producido, pudiera incluso llegar a destruir los navíos de las mafias con el propósito de que quedaran inhabilitados para el tráfico de seres humanos. Por el momento, esta misión tan sólo ha sido aprobada en su primera fase por lo que se limita a patrullar aguas internacionales y a recabar información, un parche que no satisface completamente a nadie. La UE atribuye el retraso a la burocrania onunista. Pero, a pesar de las buenas intenciones, ahora comienzan las sorpresas. El dinero de Poseidón y Tritón no es suficiente porque los gobiernos europeos han hecho caso omiso a sus promesas. Frontex no tiene recursos propios y los activos comprometidos en forma de barcos, aviones y personal no han llegado (sólo un 16% de los medios técnicos y el 20% de los humanos están operativos) lo que obligado a la Agencia a, en un insólito gesto, pedir auxilio de manera pública. Una petición a la que se sumado el propio Ejecutivo europeo que el pasado viernes urgió por boca de su portavoz Natasha Bertaud que «una vez más las palabras sea seguidas por acciones concretas». Ante la magnitud de la situación, Frontex incluso está sopesando el acudir a empresas privadas si no se produce una respuesta rápida por parte de los Gobiernos europeos.
Como pequeña ayuda, la semana que viene la CE prevé aprobar el desembolso de un primer tramo de ayuda del Fondo de Asilo, Inmigración e Integración (AMIF)que cuenta con un presupuesto para Grecia de 260 millones de euros para el periodo 2014-2020. La primera partida rondaría los ocho millones de euros, una cantidad que según fuentes diplomáticas evidencia la falta de instrumentos ante este tipo de situaciones.
Todo indica que estamos viviendo los prolegómenos de lo que puede convertirse en el mayor drama migratorio del siglo XXI y que los focos se multiplican. Hungria ve cómo la ruta de los Balcanes es utilizada por los propios migrantes que han entrado al continente a través de Grecia y por otras procedencias como kosovares. Su Gobierno ha anunciado el levantamiento de una valla de 175 kilómetros de largo y cuatro metros de alto en su frontera con Serbia para evitar la entrada. El corazón de Europa también se encuentra involucrado. Entre 3.000 y 5.000 inmigrantes sin papeles se encuentran en Calis con el propósito de cruzar el canal de la Mancha. De momento, Francia ha recibido de Bruselas 20 millones de euros para paliar la situación.
✕
Accede a tu cuenta para comentar