Bruselas
Europa planta cara a Trump
Ante el órdago del presidente de Estados Unidos, la UE decide permanecer unida y no pagar por las decisiones personales de un dirigente que le da la espalda. Bruselas prepara medidas para asegurar las inversiones que apuntalan el pacto con Irán.
Ante el órdago del presidente de Estados Unidos, la UE decide permanecer unida y no pagar por las decisiones personales de un dirigente que le da la espalda. Bruselas prepara medidas para asegurar las inversiones que apuntalan el pacto con Irán.
El abandono unilateral del acuerdo nuclear con Irán por parte de Donald Trump empuja a Europa a una tarea diplomática casi insoluble. En juego, no sólo la amenaza de una incontrolada carrera nuclear o poner en peligro la ya de por sí frágil estabilidad en Oriente Medio, sino romper con la histórica relación transatlántica. Estados Unidos ha decidido ignorar a Europa con una severidad que ni siquiera se atisbó cuando Francia y Alemania no se unieron a George W. Bush en la guerra de Irak. Entonces, las bases de una relación forjada tras décadas de excelente política exterior no llegaron siquiera a sacudirse.
Ahora todo ha cambiado y el actual conflicto tiene el potencial de convertirse en una afrenta real entre ambos lados del Atlántico que, en el peor de los casos, colocaría a los europeos frente a la máxima de Trump: nosotros o ellos. Europa no lo tiene fácil pero, por el momento, ha decidido permanecer unida y plantar cara. Una de las más firmes ha sido la canciller alemana, Angela Merkel, que ayer volvió a criticar con dureza la decisión del presidente de Estados Unidos. «Seguramente el acuerdo no era ideal pero aun así creo que no está bien anunciar la salida unilateral de un pacto que se alcanzó y sobre el que se votó en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que además se aprobó por unanimidad», lamentó la mandataria. «Eso daña la confianza en el orden internacional», agregó. Días atrás, Merkel ya había recalcado que Alemania, junto con Francia y Reino Unido, mantendrá su compromiso en el acuerdo nuclear y animó a Irán a seguir cumpliendo con las obligaciones que emanan del acuerdo y corresponder en plazos breves a los requerimientos de inspección del Organismo Internacional de la Energía Atómica. En esa línea, Merkel y el presidente ruso, Vladimir Putin, reafirmaron ayer su compromiso con el mantenimiento del acuerdo nuclear con Irán. Ambos mandatarios, que se reunirán el próximo viernes, mantuvieron una conversación telefónica en la que señalaron la «importancia fundamental» del acuerdo para la seguridad y la estabilidad de la región.
La Unión Europea intensificará esta próxima semana su ofensiva diplomática para presentarse ante Irán como un socio fiable e intentar salvar el acuerdo. Este martes la máxima representante de la diplomacia europea, Federica Mogherini, ha convocado una reunión con los ministros de Exteriores de Francia, Alemania y Reino Unido para, a continuación, mantener otro encuentro con el representante de la diplomacia iraní, Mohamad Yavad Zarif. La siguiente parada será la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho en Sofía (Bulgaria) este miércoles.
Para Bruselas no hay «plan B». Mogherini volvió a resaltar ayer desde Florencia (Italia) que el pacto con Irán «no es un acuerdo bilateral» y que «un solo país no puede destruir ni deshacer el acuerdo». Diga lo que diga Washington, no hay margen para ningún tipo de vuelta atrás. «Es difícil imaginar cómo entrar en una nueva fase de negociación después de doce años negociando. No sabemos si en otros doce años se cuestionará de nuevo por otra Administración o Gobierno, tenemos que trabajar sobre lo que hay, o está en juego su credibilidad». Con estas palabras, la política italiana da carpetazo a los intentos esbozados por Emmanuel Macron en su visita a la Casa Blanca de negociar un acuerdo más amplio con Irán y cuyo propósito era ganar tiempo para que Donald Trump no desbaratara el ya vigente.
Aunque en el año 2015, los países firmantes fueron los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Rusia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos) más Alemania, la diplomacia comunitaria estuvo presente en las negociaciones y quiere seguir estándolo en esta nueva fase marcada por la incertidumbre. Descartado cualquier tipo de acercamiento a las tesis de Trump, Bruselas pelea en varios frentes: asegurar sus inversiones en la República Islámica iniciadas tras el deshielo (una estampida de capitales sería la mejor manera de hacer fracasar el pacto) y un mayor protagonismo en la escena internacional, lo que pone a prueba las reticencias europeas a hablar con una sola voz y también profundizar en la defensa común, como ha reiterado Merkel.
En el primer flanco hay varias propuestas sobre la mesa: otorgar un papel protagonista al Banco Europeo de Inversiones como garantía a los empresarios o resucitar antiguas fórmulas para que EE UU no pueda imponer represalias efectivas a los inversores europeos que quieran seguir operando en Irán. Según ha desvelado el ministro de Exteriores francés, Bruno Le Maire, las cancillerías europeas estudian poner en marcha la fórmula ideada en 1996, cuando Washington amagó con sancionar a empresas de países que negociaran con Siria. Además, el ministro de Finanzas galo contribuyó a la escalada de declaraciones al afirmar que su país no tiene por qué pagar las decisiones de Washington: «¿Queremos ser estados vasallos de EE UU que obedecen sus órdenes sin rechistar?», se preguntó tras asegurar que París defenderá a sus compañías.
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