Política

Alemania

Grietas en la Gran Coalición

Tensión en el Gobierno alemán tras saberse que los servicios secretos trabajan para Washington. Gabriel, el líder socialdemócrata, lo aprovecha para atacar a Merkel

Cartel de Barack Obama y Angela Merkel en una manifestación contra el espionaje masivo celebrada en Berlín
Cartel de Barack Obama y Angela Merkel en una manifestación contra el espionaje masivo celebrada en Berlínlarazon

La vida política alemana, habitualmente tranquila desde que Angela Merkel ostenta el poder con cómodas mayorías, vive días agitados después de que saliera a la luz que el servicio de Inteligencia alemán, el BND, ha espiado a funcionarios y empresas europeas a petición de su homóloga estadounidense, la NSA. La polémica salpica de lleno a la Cancillería alemana. Después de la crisis de los espías con Washington, las cadenas de televisión ya hablan de una fuerte caída en la popularidad de Merkel y al mismo tiempo comienzan a hacerse visibles las primeras fracturas entre los dos bloques que conforman el poder en Alemania. El reportaje, publicado en el semanario «Der Spiegel», donde se informaba sobre espionaje a nivel europeo, volvió a poner de actualidad una crisis que estalló en 2013, cuando salió a la luz la vigilancia europea por parte de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA). Merkel no recibió bien esta información, aunque ambos servicios de seguridad continuaron trabajando juntos, con miras a intentar frenar el terrorismo internacional.

La confirmación de que la Cancillería estaba al tanto de las actividades no legales del BND podría suponer el primer gran golpe para el actual Gobierno germano tras las elecciones. Merkel no ha sido, de momento, llamada a declarar ante la comisión parlamentaria de secretos oficiales, pero sí lo hizo su ministro del Interior, el democristiano Thomas de Maizière, sobre el que caen numerosas acusaciones como responsable de los servicios secretos entre 2005 y 2009. Precisamente, en esos años se centran las sospechas de espionaje a empresas y altos cargos europeos. Maizière no admitió ninguna falta por parte del Gobierno, pero Merkel sí había hablado de «fallos» en la actividad de su agencia.

La canciller sólo ha roto su silencio para declarar, igual que hiciera en 2013, que no justifica que naciones amigas se espíen. «Las agencias de Inteligencia están cooperando para la seguridad pública y el Gobierno alemán hará lo posible para asegurar que pueden llevar adelante su trabajo», zanjó Merkel, respaldando a los servicios secretos y dando a entender que Berlín y Washington continuarán colaborando. Sin embargo, a las pocas horas se limitó el intercambio de datos entre agencias.

Uno de los efectos inmediatos del escándalo ha sido la fractura en la Gran Coalición entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD). La Prensa vio esa división en las inmediatas declaraciones de Sigmar Gabriel, el vicecanciller y líder del SPD. «Estamos viviendo un escándalo que puede provocar sacudidas muy graves», apuntó. Gabriel podría estar intentando poner en tela de juicio la gestión de quien es su socia en el Gobierno a día de hoy, pero que pasará a ser muy probablemente su rival en las elecciones de 2017. También declaró que no repetirá como vicecanciller con Merkel.

Tampoco los otros líderes de la oposición tardaron en alzar la voz. Desde Los Verdes llegaban las palabras del diputado Hans-Christian Ströbele, que lanzó acusaciones por falta de transparencia. «El escándalo no sólo afecta al BND, sino que también deja en evidencia la falta de control que tiene la Cancillería sobre los servicios de Inteligencia», dijo después de saltar la noticia.

La comisión de investigación al BND se puso en marcha hace dos años, cuando surgió la sospecha de que el servicio de Inteligencia realizaba trabajos de vigilancia prohibidos por las disposiciones legales y por los acuerdos entre Berlín y Washington. El escándalo estalló en Europa al descubrirse que al menos 2.000 «selectores» violaban los intereses alemanes y europeos. El servicio federal de Inteligencia respondió a 40.000 peticiones de EE UU para controlar números de teléfono y direcciones IP de ordenador de personas y empresas desde su base en la ciudad alemana de Bad Aibling. Entre las compañías vigiladas estaban el grupo aeroespacial francés EADS, que ya ha presentado una querella, y Siemens.

Ahora la canciller debe responder a las acusaciones que apuntan a que estaba al corriente de las actividades de espionaje desde 2008, un tema que remueve a la sociedad alemana por la Stasi (policía secreta de la RDA) y el nazismo. Por ahora, Merkel ha negado las acusaciones, pero, si se demuestra que miente, ¿qué pasará? Su credibilidad podría recibir un golpe difícil de esquivar.

¿Servicios secretos fuera de control?

El ex consultor de la Agencia de Seguridad estadounidense Edward Snowden se pronunció esta semana tras las últimas informaciones, apuntando que se demuestra así la existencia de un espionaje en masa. «La vigilancia masiva es una realidad y los servicios de Inteligencia trabajan fuera del control de los representantes», aseguró. Ya en 2013, sus declaraciones, acompañadas de filtraciones de documentos secretos a los medios, hicieron saltar las alarmas. Entre otras cosas, afirmó que el móvil de Angela Merkel fue espiado.