Estados Unidos
Hillary, sin rivales para 2016
La ex primera dama cierra el año como clara favorita en la carrera demócrata y afianza sus opciones para la Casa Blanca con duros ataques al republicano Trump
La ex primera dama cierra el año como clara favorita en la carrera demócrata y afianza sus opciones para la Casa Blanca con duros ataques al republicano Trump
La indiscutible victoria de Hillary Clinton en el tercer debate demócrata celebrado en New Hampshire ha vuelto a reafirmar a la ex primera dama como la principal baza del partido de cara a las presidenciales del próximo año. Aunque aún queda un largo camino hasta las urnas, el optimismo dentro del Partido Demócrata es máximo, siempre y cuando el magnate Donald Trump siga perfilándose como el principal candidato republicano. Ante este escenario, y con las encuestas en la mano, el triunfo de la ex jefa de la diplomacia estadounidense estaría más que asegurado.
Clinton se tomó el debate del sábado como un mero trámite en su carrera hacia la nominación demócrata. Era mucha la expectación por las palabras del precandidato y senador de Vermont Bernie Sanders, después de que el Comité Nacional Demócrata acusara a su equipo de campaña de haber accedido a datos confidenciales de los votantes del partido. Sanders optó por pedir disculpas a la precandidata demócrata al comienzar el debate.
La seguridad nacional, el miedo de la sociedad estadounidense a los ataques terroristas y la situación económica vertebraron la mayor parte de un debate en el que las intervenciones, tanto de Clinton y Sanders como del olvidado ex gobernador de Maryland Martin O’Malley, se caracterizaron por un tono educado.
La precandidata demócrata dio por sentada su futura nominación y centró sus ataques a la oposición republicana, restando importancia a sus adversarios demócratas. Clinton no perdió ninguna ocasión de criticar a su adversario republicano más directo, Donald Trump, por sus controvertidas declaraciones y su plan de cerrar las puertas del país a los musulmanes. En palabras de Clinton, Trump «es el mejor reclutador» de terroristas del Estado Islámico. Desde que comenzó la carrera por la nominación republicana, Trump no ha dejado de protagonizar declaraciones controvertidas, no sólo sobre la comunidad musulmana, sino también con insultos a los hispanos y las mujeres. A pesar de que muchos de sus comentarios han causado los escándalos más sonados de la campaña, Trump continúa siendo el precandidato preferido en las filas republicanas. Según las últimas encuestas realizadas por la cadena Fox, Clinton vencería al multimillonario con una ventaja de once puntos en las futuras presidenciales. El escenario cambiaría si tuviera que enfrentarse al senador de Texas, Ted Cruz, en cuyo caso empataría, o al senador de Florida Marco Rubio, ante quien perdería por dos puntos.
Aunque con sus polémicos comentarios Trump se ha ganado a los votantes republicanos más conservadores, también ha distanciado al partido del electorado de centro, de los jóvenes y otras minorías del país como la hispana. Las cuentas no les salen a los estrategas de la formación conservadora, que prefieren a cualquiera antes que Trump para intentar ganarse el favor de una mayor parte de americanos y las minorías; ya sea el voto de las mujeres, asiáticos, musulmanes o incluso parte de la comunidad afroamericana. Sin embargo, el principal caladero de votos que se disputan ambos partidos está en la comunidad hispana, que en el caso republicano favorece a Rubio y Cruz.
Los estudios electorales más recientes demuestran que, debido al cambio demográfico en EE UU, el GOP (siglas con las que se designa a los conservadores) necesitaría al menos el 47% del voto hispano para hacerse con la Casa Blanca, casi dos veces más de los hispanos que se decidieron por Mitt Romney en 2012. Ante este panorama, tanto Rubio como Cruz, con credenciales conservadoras y de origen hispano, suponen un valor en alza dentro del partido. Hasta ahora, se trata de una cuestión puramente demográfica a la que los republicanos tendrán que adaptarse para sobrevivir. La creciente población latina ha cambiado el mapa electoral. En 2016, la comunidad hispana supondrá el 10% del electorado. Sin embargo, el porcentaje de votantes blancos, grueso del electorado republicano, se hace más y más pequeño.
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