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El terrorismo pone contra las cuerdas a Francia y su presidente

Hollande, abucheado en Niza, recibe las primeras críticas por su gestión de la seguridad

El presidente francés, François Hollande, pidió ayer unidad a sus compatriotas
El presidente francés, François Hollande, pidió ayer unidad a sus compatriotaslarazon

El presidente François Hollande pidió ayer con insistencia unidad a los franceses, pero el «espíritu Charlie»–en referencia al atentado contra la revista «Charlie Hebdo» en enero de 2015– no ha sobrevivido a esta tercera ola de atentados. La cohesión que los franceses mostraron en la gigantesca manifestación tras el ataque del semanario satírico el año pasado parecía ayer cosa de otro tiempo.

También ayer comenzó a abrirse un frente político contra la gestión que está haciendo el presidente de Francia de la seguridad del Estado desde los atentados del año pasado. La oposición no está dispuesta a tender de nuevo la mano a Hollande. El presidente de la comisión parlamentaria que investigó los ataques de 2015, Georges Fenech, afirmó que la tragedia de Niza «era previsible», y el ex primer ministro Alain Juppé sentenció que «si se hubieran puesto todos los medios», el atentado del jueves «no se habría producido». Este escenario dibuja un panorama muy distinto a la imagen que ofrecieron diputados y senadores, reunidos en asamblea plenaria en Versalles, aplaudiendo en pie, todos a una, al presidente de la República tras los atentados del 13 de noviembre en París y Saint-Denis, para mostrar la unidad de la nación. El presidente de la región Provenza, Costa Azul Los Alpes, el derechista Christian Estrosi, fue el primero en criticar que el jueves, «a medio día se levante el estado de emergencia y por la noche se prolongue tres meses».

La madrugada del viernes fue corta para el presidente socialista. Cuando disfrutaba de una cena privada en Aviñón, antes de presenciar uno de los espectáculos del festival, el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, le informó de que minutos antes un camión había atropellado a decenas de personas que disfrutaban de los fuegos artificiales desde el Paseo de los Ingleses, en Niza, y que el número de víctimas no hacía más que aumentar. No había más datos, pero la forma en la que se había desarrollado el accidente-ataque parecía tener el sello del Estado Islámico.

A la una de la madrugada, el presidente de la República estaba de vuelta en París para asistir a la célula de crisis reunida de emergencia en el Ministerio del Interior. Y a las 3:40 horas apareció ante las cámaras de televisión para confirmar que no podía negarse «el carácter terrorista» del ataque. Hollande afirmó que mantenía el nivel más elevado de la operación Centinela. También anunció que llamaba a «la reserva operacional», constituida por todas aquellas personas «que en un momento dado han servido bajo la bandera» o han formado parte de los efectivos de la gendarmería, para «aliviar a los efectivos de gendarmes y policías» en activo.

A las 9 de la mañana, Hollande estaba de nuevo en pie para presidir un consejo de Defensa y Seguridad en el Palacio del Elíseo. Tras dejar la residencia presidencial, voló hacia Niza, donde visitó los hospitales en los que estaban ingresados numerosos heridos y saludó a las autoridades en la Prefectura. Sin embargo, en las calles de Niza fue abucheado, al igual que la máxima autoridad de la región, quedando de manifiesto el hartazgo de parte de los franceses ante la sucesión de masacres en el país, tres ataques de gran magnitud en un año y medio. Hollande dijo que «las fuerzas de seguridad (...) habían tomado todas las disposiciones para que estos fuegos artificiales estuvieran, en la medida de lo posible, protegidos». El presidente volvió a insistir en la necesidad de mantener la unidad y la cohesión de la sociedad: «Hemos dado un bello ejemplo al mundo, porque somos capaces de mantener la unidad, la cohesión».