Japón

y la "amenaza china"

La Razón
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Japón celebra hoy unas elecciones generales de las que se espera que

salga un nuevo gobierno más conservador, más duro en su política de

confrontación frente a China y dispuesto a impulsar la energía

nuclear, así como a reactivar la economía con un tratamiento de

"shock".

El Partido Liberal Demócrata (PLD) se perfila como el claro ganador en

las urnas y su candidato, Shinzo Abe, se convertiría en el próximo

primer ministro de la tercera potencia económica mundial, tras unos

comicios en los que están llamados a votar más de 104 millones de

japoneses.

Según algunas encuestas, el PLD (junto a su aliado, el Partido Nuevo

Komeito) podría incluso obtener en la Cámara Baja la mayoría de dos

tercios necesaria para iniciar una legislatura estable y romper con la

fragilidad institucional que arrastra el país desde 2007.

Salvo sorpresa de última hora, el gran perdedor será el Partido

Demócrata (PD), formación con un discurso más social y progresista que

alcanzó el poder en 2009 rompiendo con más de medio siglo de hegemonía

conservadora.

La popularidad de los sucesivos gobiernos que ha formado el PD desde

entonces ha quedado lastrada por el desastre nuclear de Fukushima, las

subidas de impuestos para hacer frente a la abultada deuda pública y

el incumplimiento de las promesas electorales, sobre todo en lo

referente los seguros sociales.

El actual primer ministro, Yoshihiko Noda, se despidió del electorado

ayer en el centro de Tokio, intentando atraer a votantes indecisos con

su discurso a favor de las energías renovables y en contra de la

opción nuclear.

A pesar de la conmoción que sufrió la sociedad japonesa tras el

accidente nuclear de Fukushima en marzo de 2011, el PLD aboga por

reactivar el sector nuclear, aunque propone invertir más en medidas de

seguridad.

El PLD ha convencido también al electorado con un discurso

nacionalista, prometiendo un "resurgir"de la nación japonesa:

revitalizando por fin la economía con políticas monetarias y de gasto

fiscal; y plantándole cara a la otra gran potencia de la región, a

China.

El nacionalismo japonés se ha enardecido desde que Tokio y Pekín

protagonizaron este otoño la peor crisis diplomática de los últimos

tiempos a causa de una disputa por un diminuto archipiélago en el

Pacífico.

De fondo late la pugna por la hegemonía en la región más dinámica del

planeta y a la que las dos grandes potencias llegan en momentos muy

distintos: China, en medio a la euforia desatada por el crecimiento

económico de los últimos años y Japón sumido en su cuarta recesión

desde el año 2000.