Grecia

Kostas Merianos: «Si salimos del euro, será un desastre»

Los partidarios del acuerdo creen que Tsipras debió dimitir pero que no lo hace porque «le gusta mucho el poder»

Kostas Merianos: «Si salimos del euro, será un desastre»
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«Una cosa es difícil, y otra es nada». Así defiende Kostas Merianos su intención de votar «sí» en el referéndum de hoy. «Si aprobamos un acuerdo, lo pasaremos mal como estos cinco años pero poco a poco nos recuperaremos. Si salimos del euro, será un desastre», apunta. Entre muchos de los favorables del «sí» ha calado el discurso de la oposición griega y de los socios europeos, que creen que el «no» es el paso previo al abandono del euro.

¿Por qué un desastre? «Por la situación geográfica de Grecia. Estamos rodeados por los Balcanes y Turquía, y además somos la puerta de entrada a Europa de miles de inmigrantes». El miedo a una posible invasión de los turcos forma parte del imaginario colectivo griego, entre otros motivos, por los 400 años de ocupación otomana. La farmacia de Kostas se encuentra en un barrio ateniense con gran presencia de población extranjera.

A pesar de su apoyo incondicional al «sí», el caso de este farmacéutico es peculiar: antes apoyaba a Nueva Democracia, en las últimas elecciones votó a Syriza y ahora daría su voto a los neonazis de Amanecer Dorado. Así lo explica: «Siempre había confiado en Nueva Democracia porque daban seguridad, pero desde que se sometieron a Europa –por firmar el segundo memorándum– dejaron de gustarme porque humillaron a los griegos. En enero voté por Syriza porque querían “recuperar la dignidad del pueblo” –algo que Tsipras repitió hasta la saciedad–, pero ahora, en cambio, nos han hundido todavía más. Las colas en los cajeros son una vergüenza. Por eso si mañana hubiese nuevos comicios me decantaría por la única opción que puede conseguir dos cosas: recuperar la dignidad y darnos seguridad. Éstos son los de Amanecer Dorado». El ejemplo de Kostas es paradigmático, pues, según algunos analistas consultados, la caída de Syriza del Gobierno podría comportar un giro de la sociedad hacia el otro extremo político. El hombre piensa que «Tsipras se creía Che Guevara y se dedicó a jugar a la política», y añade que «cualquier persona honesta hubiese dimitido tras reconocer su error».

Kostas empezó a perder la confianza en el Ejecutivo izquierdista después del Eurogrupo de Riga del 24 de abril, cuando Atenas fracasó estrepitosamente a la hora de lograr un acercamiento con los socios. «En ese momento deberían haber dimitido, cuando sabían que no lograrían su objetivo. El resto de tiempo apenas han gobernado para hacer daño al país», afirma. Sin embargo, según él, «a Tsipras le gusta mucho el poder y por eso no se irá. Se van a quedar hasta alcanzar su objetivo: convertirnos en Venezuela». Para justificar esa idea, Kostas cita al representante del ala radical de Syriza y ministro de Energía, Panayotis Lafaznis, quien aseguró que «su destino en la vida es hacer realidad el sueño de Florakis Harilalos», líder del Partido Comunista que combatió en la II Guerra Mundial.

Kostas es propietario de una pequeña farmacia, donde trabaja junto con su mujer, Lina. Ambos abrieron el local hace 23 años. Para el hombre, por todo el riesgo que comporta incluso la misma celebración del referéndum, «los que votan que “no” es porque no tienen nada que perder».

También para Natasa Petroulia «esta votación es un sinsentido». Ella espera en la cola del Banco Nacional de Grecia a las siete y media de la mañana. Quiere abrirse una cuenta on-line para poder comprar por internet, porque se le ha acabado el efectivo. Cuando termine con esa gestión se irá a trabajar a su despacho de abogados. Para la mujer, «si no pueden decidir por ellos mismos y llevar las riendas del país, que se hubiesen ido antes, o que ni siquiera se hubiesen presentado a las elecciones. Nos hubiesen ahorrado este mal trago».

En otro de los cajeros del centro de la capital hace cola Grigoris Pappas, un joven también abogado, indignado con la actitud de su Gobierno. «Me he pasado siete años de mi vida estudiando, y otros 10 trabajando día y noche para conseguir un trabajo estable y una cierta tranquilidad. Nadie me ha regalado nada. Y ahora me arrebatan todo eso», apunta.

Según las encuestas, gran parte de la juventud se muestra partidaria al rechazo de la propuesta de los acreedores. Para Grigoris, eso se explica por la elevada tasa de paro juvenil, cerca del 50%, «que hace que muchos jóvenes no tengan expectativas por culpa de la crisis, y acusan a las instituciones». También «porque muchos tampoco han percibido las ventajas de estar en la Unión Europea todavía», indica. «¿Qué pasa si mañana me quitan parte de los ahorros? ¿Será también en el nombre de la democracia?», se pregunta el joven. Mañana irá a votar con sus padres, también partidarios del «sí», y luego quedará con los amigos para discutir sobre la situación. «Lo único que hemos hecho esta semana», apostilla.