Referéndum en Escocia

La apatía de los escoceses alienta el secesionismo

Un millón de ciudadanos aún no se ha registrado para votar en el referéndum

El ministro principal escocés, Alex Salmond, en un acto de campaña con sus seguidores el pasado lunes, en Dundee
El ministro principal escocés, Alex Salmond, en un acto de campaña con sus seguidores el pasado lunes, en Dundeelarazon

En la colina que sostiene el castillo de Edimburgo, un joven alza la bandera escocesa para que se pueda ver bien en medio del gentío. Decenas de personas se congregaron ayer en un mitin a favor de la unión, pero a través de la enseña azul con un «Yes» dibujado en el centro, el estudiante dejó muy claro cuál era su intención de voto. La escena se repite cada día en las principales ciudades de Escocia. Quedan dos semanas para el referéndum que podría cambiar la historia de Reino Unido y los nervios y rivalidades se palpan en cada rincón. La tensión se respira en la calle y también en las oficinas gubernamentales, donde ayer se leyó con especial atención la portada de «The Times»: Alex Salmond está a tan sólo tres puntos de alcanzar su sueño independentista. La última encuesta publicada por el rotativo muestra una subida de cuatro puntos en el apoyo a la secesión –que se sitúa en un 47%–, comparada con el 53% de apoyo a la unión, cuatro puntos menos que el mes pasado. Los votantes indecisos son dos veces más propensos a apostar ahora por la separación con respecto a agosto. Andrew Neather, responsable de opinión del «Evening Standard», explica a LA RAZÓN que las encuestas siempre dan lugar a «multitud de interpretaciones» y, aunque no son ni mucho menos «determinantes», está claro que Salmond «está jugando bien sus cartas». «Siempre ha sido un político que se crece en la recta final de cualquier campaña. Lo ha demostrado durante las elecciones. Aunque su discurso no ofrezca respuestas, sabe llegar a la gente», apunta.

Efectivamente, en el último debate televisado, el ministro principal escocés reconoció que no tenía «plan B» a la libra. Tampoco contestó cómo serían las relaciones con la OTAN o la UE en caso de cortar el cordón umbilical de los últimos 300 años. Pero aun así, el 71% de los entrevistados tras el cara a cara dieron al independentista como ganador, frente al sólo 29% que se decantó por Alistair Darling, responsable de la campaña Mejor Juntos.

Todo puede pasar. Y en este sentido, es crucial tener en cuenta el millón de votantes que el lunes aún no se habían registrado para poder participar en el plebiscito. El plazo terminaba ayer a media noche. Aunque la teoría independentista señala que aquellos que rara vez se han molestado en votar están a favor de la secesión, John Curtice, profesor en la Universidad de Strathclyde y experto en encuestas asegura que los que no votaron en las elecciones de Holyrood en 2011 son más propensos a respaldar ahora la unión. «Lo cierto es que nadie sabe muy bien qué va a pasar porque estamos ante una situación completamente nueva. Pero lo que sí estamos viendo es que se ha convertido en un debate muy emocional, la gente va a votar con las entrañas más que con la cabeza», explica Neather. En las últimas semanas, varios actos han terminado en enfrentamientos violentos por las confrontaciones de extremistas de ambos bandos. La tensión ha llegado hasta tal punto que ayer las autoridades confirmaron que habrá agentes de Policía en los colegios electorales el 18 de septiembre para evitar altercados. Los expertos ya han advertido de las cicatrices que el referéndum podría dejar en la sociedad. Han pasado ya dos años desde que Londres y Edimburgo firmaran las bases para la consulta, y desde entonces, la nación está dividida entre aquellos que quieren la independencia y los que abogan por permanecer en Reino Unido. Los políticos confían en que, sea cual sea el resultado, la ciudadanía sepa aceptarlo. Está por ver.