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La desconfianza domina la cumbre UE-China

Pekín ofrece un tímido compromiso sobre los subsidios industriales y garantías de igualdad a empresas europeas.

El primer ministro chino, Li Kwqiang, comparece ante la prensa tras la cumbre entre la UE y China celebrada ayer en Bruselas
El primer ministro chino, Li Kwqiang, comparece ante la prensa tras la cumbre entre la UE y China celebrada ayer en Bruselaslarazon

Pekín ofrece un tímido compromiso sobre los subsidios industriales y garantías de igualdad a empresas europeas.

China y la Unión Europea mantuvieron ayer un encuentro presidido por la desconfianza mutua, aunque con el ánimo de seguir dialogando. No se puede decir que los avances hayan sido mayúsculos ni que comience una nueva era en las relaciones entre Bruselas y Pekín, pero podía haber sido peor. Al menos, las dos partes consensuaron una declaración conjunta, ya que la diplomacia europea no tenía todas consigo de que esto fuera posible. De hecho, durante la jornada de ayer esta declaración estuvo en el aire, ya que un grupo de países europeos pedía a China un mayor nivel de compromiso. Como éxito más palpable, Pekín aceptó apoyar a la UE en la reforma de las leyes de la Organización Mundial del Comercio y el refuerzo de las normas sobre subsidios industriales. Un último capítulo en el que China y la UE mantienen numerosas diferencias, con el exceso de producción de acero chino como la madre de todas las batallas. Como siguiente parada en el camino, la cumbre del G-20 en Osaka (Japón) en junio y que servirá para comprobar si esta declaración genérica se traduce en pasos concretos.

En los últimos meses se ha producido un cambio estratégico respecto a forma en la que los Veintiocho ven a China, hasta el punto de que ha sido definida por el Ejecutivo comunitario como un «rival sistémico». Una expresión muy lejana de la ingenuidad con la que la UE veía sus relaciones con el gigante asiático hasta hace relativamente poco. Los intercambios entre las dos potencias ascienden a más de 1.000 millones de euros diarios. China es el segundo socio principal de la UE y, a la inversa, los Veintiocho son el primer inversor extranjero en el gigante asiático.

Pero la necesidad de entenderse con Pekín no puede hacer olvidar que la UE acumula una lista considerable de agravios: falta de reciprocidad de Pekín a la hora de abrir su mercado a los inversores europeos en determinados sectores; transferencia tecnológica forzosa en detrimento de empresas europeas; nulo respeto a los derechos humanos; preocupación por inversiones chinas en sectores europeos considerados estratégicos y la sospecha de que Pekín utiliza a empresas punteras de telefonía móvil como Huawei para espiar.

Pese a estas diferencias, en la rueda de prensa las dos partes intentaron rebajar las tensiones. El primer ministro chino, Li Kwqiang, prometió «igualdad de trato» para las empresas europeas y el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, quiso dejar claro que los Veintiocho no van en contra de compañías de «países concretos». Pero dentro de este tono diplomático, el presidente del Consejo, Donald Tusk, señaló que la UE mantiene una «grave preocupación» sobre los derechos humanos.