Política

Crisis en Egipto

La ira islamista, en el Sinaí

El Gobierno egipcio se reunió ayer tras el ataque en el que murieron 25 policías. Israel teme por su seguridad

El Ejército egipcio, desplegado en el edificio del gobernador en Arish, en el Sinaí egipcio
El Ejército egipcio, desplegado en el edificio del gobernador en Arish, en el Sinaí egipciolarazon

El cruento ataque perpetrado ayer en el Sinaí, en el que fueron asesinados 25 policías en lo que todo hace indicar que se trata de una nueva venganza islamista, provocó la reunión del presidente interino de Egipto, Adli Mansur, con sus ministros de Interior y Defensa, Abdel Fatah al Sisi y Mohamed Ibrahim, respectivamente, para estudiar la delicada situación en la frontera de Rafá. También Israel se vio alertada en lo que supone confirmar la preocupación por la situación de su vecino.

No sólo la inestabilidad egipcia es una mala receta para la tranquilidad israelí, sino que quienes perpetraron el múltiple asesinato están en el bando en el que ve Israel a su claro enemigo. En Israel tuvo ayer gran eco una declaración formulada por Mustafa Hijazi, asesor del presidente interino Adly Mansur quien afirmó en el canal Russia al-Youm que «es natural que Israel monitoree los eventos en un país vecino», dado que quiere garantizar que «no salpiquen hacia su lado». Según el alto funcionario egipcio, Israel comprende que si Egipto sufre una gran desestabilización, «eso puede influenciar a toda la región». «Es natural que Israel siga los eventos, en su calidad de vecino regional, y quiere estar seguro, ya que lo que sucede ahora en Egipto es importante para todos en la región». El recrudecimiento de la violencia y la agudización de la inestabilidad en la península se han hecho más notorios desde la revolución que derrocó hace dos años a Mubarak. Desde un primer momento, estaba claro que dicho fenómeno no era solamente un «asunto interno» egipcio en el que los beduinos locales protestaban contra la autoridad central por un abandono de años y por una constante sensación de falta de respeto y dedicación de parte del gobierno en El Cairo. Esos sentimientos fueron aprovechados por elementos yihadistas cuya agenda era y sigue siendo fundamentalista islámica, que combinada con las acciones de camarillas de delincuentes en el Sinaí resultaban en un producto peligroso y mortal. Y esa agenda integrista incluyó desde el principio el típico elemento de odio hacia Israel y provocaciones a lo largo de la frontera. Primero fueron los atentados contra el gasoducto que abastecía de gas egipcio a Israel y rápidamente se dieron diferentes ataques e intentos de atentados desde el Sinaí hacia territorio israelí. Un atentado de gran envergadura fue frustrado a tiempo por la alerta de soldados israelíes en la frontera y terminó siendo mucho menor que la infiltración planeada del lado egipcio.