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Inmigración

La migración, un desafío global sostenible

Los migrantes son maltratados, violados, robados, abandonados por las redes criminales que se benefician económicamente de su sufrimiento

Dos inmigrantes descansan tras desembarcar de un bote en el puerto de Málaga
Dos inmigrantes descansan tras desembarcar de un bote en el puerto de Málagalarazon

Los migrantes son maltratados, violados, robados, abandonados por las redes criminales que se benefician económicamente de su sufrimiento.

El pacto de Marrakech sobre la migración, adoptado el 10 de diciembre, es un acuerdo de mínimos de la ONU. Su importancia deriva del hecho de que coloca el fenómeno migratorio en su dimensión prospectiva, en tanto que obliga e interpelar a toda la humanidad. Ataca, en términos crudos, a las mafias, es decir, los contrabandistas, cuya esclavitud y prácticas bárbaras no pueden dejar a ningún humano civilizado insensibilizado ante esta tragedia.

Los migrantes son maltratados, violados, robados, abandonados por las redes criminales que se benefician económicamente de su sufrimiento. La muerte de un niño kurdo en una playa griega causó una enorme conmoción en todo el mundo. Este pacto quiere proteger a los niños y los convierte en una prioridad. ¿Quién puede aceptar decentemente que los niños mueran solo porque sus padres busquen sobrevivir, aunque para ello estén dispuestos a arriesgar su vida y la de sus hijos?

Estas consideraciones humanas no pueden ser eliminadas del debate, están en el centro de lo que queremos hacer con la famosa aldea globalizada, nuestro planeta, la civilización humana. Pero este aspecto no resume el problema. El fenómeno migratorio está relacionado con cuestiones económicas, políticas, geoestratégicas, culturales y ambientales, además de las demográficas, que adquieren importancia.

Algunos países europeos, así como Estados Unidos, no acudieron a Marrakech. Consideran que el flujo debe detenerse radicalmente. Es una posición insostenible, porque estos flujos son el resultado de elementos objetivos. Si las personas arriesgan sus vidas, no es por amor a la aventura, sino porque están acorraladas.

Las tres zonas de emisión de migrantes tienen diferentes problemas, pero conducen al mismo resultado. África, Asia y América del Sur son áreas que proveen migrantes. Porque

África tiene una población galopante, economías sufrientes, regímenes turbios, guerras internas... Estos esquemas son apoyados por los mismos países que quieren cerrar las fronteras a los migrantes.

Los países asiáticos, Afganistán, Siria e Irak, han sido asfixiados por las guerras que han tenido lugar durante demasiado tiempo. Países como Honduras, México, El Salvador u otros tienen un problema de desarrollo y economía sumergida, a menudo controlada por las mafias. Pero estas situaciones, muy diferentes, conducen al mismo resultado. Los humanos quieren migrar a lugares de abundancia, donde puedan cambiar su vida, tener una mejor, incluso arriesgando la suya. Esta observación requiere una respuesta racional. Los países receptores, transmisores o de tránsito deben saber que esto no es una oleada puntual, sino una tendencia mundial a largo plazo. Los climatólogos anuncian que el calentamiento global pondrá a 200 millones de personas en las rutas de migración. Ningún muro, ninguna política represiva, puede detenerlos.

¿Qué hacer? El tema del co-desarrollo es esencial. No se trata de ayuda, de caridad conmovedora, sino de verdadera política de codesarrollo.

En África, el rey de Marruecos, Mohammed VI, como recordó en su discurso ante los participantes de la conferencia sobre migración en Marrakech, está tratando de poner en práctica un nuevo enfoque que tenga en cuenta los intereses legítimos de los Estados y el respeto por los derechos humanos de los migrantes. Es decir, la búsqueda de un compromiso entre la gestión de las fronteras y la protección de los derechos humanos de los migrantes. El rey pide un pacto de desarrollo socioeconómico para África, la única forma de abordar las causas fundamentales de la migración precaria.

Desafortunadamente, Europa, dada su división en el tema, aún no ha materializado una estrategia real para África, mientras que la mayoría de los economistas están de acuerdo en que el continente negro será un remanente de crecimiento. En otras palabras, el desarrollo conjunto no es solo un freno para la migración, sino también una poderosa palanca para las economías occidentales.

Pero para lograr esto, tenemos que garantizar la estabilidad de los países, la buena gobernanza. El fenómeno migratorio crea choques culturales, imposibilidades de integración que a su vez inducen intolerancia, fuente de todas las barbaridades. La humanidad debe unirse para luchar contra este tema.