Entronización
«La monarquía sólo es servicio»
La reina Beatriz se despide de los holandeses con un discurso sobre el valor de la Corona. Dedicó emotivas palabras a su marido, a sus hijos y a los ciudadanos por su «confianza». Hoy se escenifica su abdicación y sucesión en su hijo Guillermo Alejandro y en Máxima
Fue su último discurso como reina de Países Bajos y no defraudó. En un video emitido pasadas las seis de la tarde y con el que ponía fin a sus 33 años de reinado, Beatriz de Holanda fue directa y apeló a lo sentimental para decir adiós a su pueblo. «El poder o la ambición personal no pueden dotar hoy de contenido a la monarquía, que solo es servicio a la comunidad», aseguró. Quizá, lo más sorprendente fue el hecho de centrar sus palabras en la figura de su marido: «Puede que la historia diga que la elección de mi esposo fue mi mejor decisión», aseguró. Unas palabras que encadenó a los elogios dirigidos a la mujer de su hijo y próxima reina consorte, Máxima: «Que su afable y gran corazón y su sentimiento puro para las relaciones personales puedan desempeñar un papel especial. Todos nosotros la vivimos como una bendición». También habló de su hijo, del que confesó «que actuará sin tener en cuenta las preferencias y se mantendrá por encima de los partidos y los grupos de interés». Y, por supuesto, no olvidó a los holandeses que tanta admiración la han profesado en estos años, a quienes les agradeció «su calor y su confianza». Un apoyo que parece que también heredara Guillermo Alejandro. Al menos, eso parece a tenor de los sondeos. Ayer se dio a conocer una encuesta realizada por la televisión pública en la que el 69% de los holandeses aseguró confiar en el nuevo monarca cuando hace una año esta cifra era diez puntos inferior. Parece que los holandeses han acogido muy favorablemente la entrevista que tanto Guillermo Alejandro como su mujer Máxima concedieron el 14 de abril. El futuro rey es visto como más humano (pasa de un 50 a un 65%), comprometido (de un 56 a un 63%) y menos ceremonioso (un 43% en 2012 frente al 23% del año anterior).
Sin embargo, Guillermo Alejandro sigue estando por detrás en popularidad tanto de su madre como de su esposa, Máxima Zorreguieta, que a pesar de su origen argentino ha conseguido conquistar a los holandeses desde su boda en el año 2002. «Es una mujer estupenda y muy bella que gusta a los holandeses. Estamos orgullosos de ella. Pero no sólo en cuanto al exterior sino también en lo que se refiere a su personalidad. Es una mujer que sabe lo que hace. Máxima es un icono de Holanda», aseguró el primer ministro, Mark Rutte. En la entrevista concedida por televisión, los aún príncipes se esforzaron en mostrarse como vinculados a la tradición, pero a la vez dispuestos a enfrentarse a los retos del siglo XXI. Sobre el tratamiento que iban a adquirir a partir de ahora, los dos apostaron por la cercanía. «La gente puede dirigirse a mí de la forma que consideren conveniente, del modo en que se sientan más cómodos. No soy ningún obsesionado del protocolo. seré Rey, pero también un ser humano», contestó Guillermo Alejandro mientras su mujer aseguraba que «todo el mundo me llama Máxima por la calle. Al fin y al cabo no es tan relevante que te llamen princesa o reina. Lo importante es el título que representamos»
Dentro de la felicidad de un día en el que se espera que el pueblo holandés se vuelque, sólo habrá dos acontecimientos que pueden empañar el acontecimiento para los nuevos monarcas. El primero de ellos es la ausencia de los padres de Máxima Zorreguieta que no han sido invitados a la ceremonia, al igual que sucedió en la boda, debido a la vinculación del padre con al dictadura argentina de Videla como Secretario de Estado de Agricultura. La segunda gran ausencia será la del Príncipe Friso, hermano de Guillermo Alejandro, que permanece en coma desde hace más de un año debido a un accidente de esquí. A pesar de que el viento corre a favor de la institución, Países Bajos es una monarquía parlamentaria en la que el escrutinio a las actividades de la Casa Real es síntoma de salud democrática. Los nuevos reyes son los primeros de una nueva generación de herederos europeos que acceden al trono. Se espera que tanto Guillermo Alejandro como Máxima sigan representando la unidad del pueblo holandés, aunque tendrán un papel menos protagonista que sus antecesores. El año pasado, el Parlamento requisó la potestad a la reina de nombrar un mediador que facilitara los gobiernos de coalición, muy frecuentes en Holanda. Guillermo Alejandro seguirá manteniendo sus reuniones semanales con el primer ministro y representando a Holanda en el exterior como su mejor embajador.
Beatriz, la reina que conquistó el respeto
El camino de la reina Beatriz no ha sido un camino de rosas y ha sabido ganarse a pulso al pueblo holandés. Nació el 31 de enero de 1938 en Baarn, en la provincia de Utrecht. Sus padres, los príncipes Juliana y Bernardo, tuvieron que exiliarse al inicio de la Segunda Guerra Mundial y, junto con sus hijas, Beatriz e Irene, se trasladaron a Londres y después a Canadá. La familia volvió a Holanda en 1945 tras la liberación del país, invadido por los nazis en 1940. Con 23 años, se licenció en Derecho por la Universidad de Leiden. El camino se complicó para la reina cuando se enamoró del aristócrata alemán Claus von Amsberg. La guerra estaba aún muy presente y los holandeses no aceptaban la relación de la princesa con el alemán, su madre le pidió que razonase y ella respondió con una huelga de hambre. Logró su propósito y se casó con Claus en 1966. Durante la ceremonia fue lanzado un bote de humo contra la carroza real y hubo cargas policiales. Los futuros reyes tuvieron tres hijos, Guillermo Alejandro, en 1967; Friso, en 1938; y Constantino, en 1969. La reina Juliana le cedió el trono en 1980 y Beatriz fue coronada en medio de violentas protestas. Con el tiempo, la reina logró la admiración del pueblo y el príncipe Claus se ganó el respeto de los holandeses. Entre 2002 y 2004 fallecieron su marido y sus padres, pero hubo momentos de alegría, sobre todo con la boda entre su hijo Guillermo y Máxima. Desde que Guillermo se convierta en rey, Beatriz pasará a ser princesa y se trasladará a su residencia en el Castillo de Drakensteyn, donde continuará con su trabajo, que estará centrado en labores humanitarias. Tras 33 años de reinado, Países Bajos despide a una de sus reinas más queridas.
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