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La oposición denuncia fraude electoral y coacciones
Separados por concesiones antagónicas, ayer Henrique Capriles y Nicolás Maduro se enfrentaron en las urnas electorales. Diecinueve millones de venezolanos estaban en la encrucijada y, sin la presencia de Hugo Chávez en la contienda, parecían menos motivados al votar.
Separados por concesiones antagónicas, ayer Henrique Capriles y Nicolás Maduro se enfrentaron en las urnas electorales. Diecinueve millones de venezolanos estaban en la encrucijada y, sin la presencia de Hugo Chávez en la contienda, parecían menos motivados al votar. Durante estos catorce años los venezolanos han asistido a un proceso de suplantación ética que ha trastocado los valores, ha exacerbado la cultura del rentismo y ha pretendido liquidar la democracia a través del método democrático por excelencia, es decir, las elecciones. El resultado ha sido la violencia, el despojo y el desorden. Pero esa ambivalencia entre dos países que, con un triunfo de Capriles, debería irse diluyendo en el encuentro y con una victoria de Maduro se exacerbaría hasta lo indecible es lo que estaba en cuestión en el día de ayer. El primero de los candidatos en votar era el opositor Henrique Capriles. Su madre, Mónica Radonski, se abría paso entre una multitud congregada en el colegio Santo Tomás de Villanueva, que recibía al aspirante a presidente como una verdadera estrella de rock. Hasta allí llegaba «el flaco», ataviado con un chándal de la «vinotinto» –la selección de fútbol venezolana–. Sus escoltas apenas podían apartar a las jóvenes que se cruzaban a su paso para darle un beso y sacarse una foto. Como cábala, Capriles siempre vota con el mismo DNI caducado y los mismos zapatos gastados. Tras sufragar, reiteraba su llamamiento a vigilar el voto. «Hoy somos todos reporteros. Tomad la foto y mandadnos la información. Yo le pedí al pueblo que el voto sea paulatino. Ahora le pido al resto que acuda en avalancha hasta el cierre del proceso. Estudiantes, acudan ya. Y después muy importante, las auditorías ciudadanas. Algo bueno está pasando y algo bueno va a pasar», dijo.
Por su parte el candidato oficialista, Nicolás Maduro, mostraba un estilo diferente. Llegaba acompañado por su mujer, Cilia Flores, el poder en la sombra. Su esposa le daba la mano cuando las cámaras se acercaban. A su lado, los nietos del presidente interino escoltaban su voto. La familia y el recuerdo del comandante representan su estandarte. «En memoria del gigante, de mi padre, del Cristo redentor. Voté en su nombre, tengo la conciencia en paz», afirmó. De forma paralela, el resultado electoral sigue siendo motivo de confrontación. Mientras Maduro se comprometió a aceptar los resultados «sean los que sean», la candidatura de Capriles firmó ante el pueblo (y no ante el CNE) su defensa del voto. La desconfianza en el árbitro electoral (CNE) radica en las cinco medidas exigidas por la oposición y que no se han tenido en cuenta: escrutinio público del 100% de los votos, eliminar las máquinas captahuellas, utilización de tinta endeleble, sacar fuera a las milicias del proceso electoral y fin a los recursos del Estado en la campaña de Maduro.
Los venezolanos, sobre todo los afines al Gobierno, presumen del mejor sistema electoral del mundo. Ahora bien, son numerosas las voces que denuncian desequilibrios y abusos de poder, incluso en el seno del árbitro electoral. Aunque parece que se descarta la posibilidad de trucar las máquinas de votación para alterar el resultado, uno de los cinco rectores que forman parte del CNE, Vicente Díaz, denunciaba a LA RAZÓN que «hay otras maneras de interceder fraudulentamente, como atrasar los horarios, permitir el proselitismo, la coacción del voto...». A este respecto desde distintas zonas de Caracas, Guerenas y Altos Mirandinos, los votantes denunciaron la presencia de grupos haciendo proselitismo político a favor de la tendencia oficialista en las inmediaciones de los centros de votación. LA RAZÓN fue testigo directo de cómo los integrantes del Comando Carabobo hacían campaña el domingo. A las seis de la mañana, cuando se abrían los colegios, una camioneta cargada con grandes altavoces se acercaba por la Avenida hasta el Liceo Andrés Bello. Aunque en principio se escuchaban las tradicionales cornetas de batalla con las que los chavistas despiertan a sus votantes, cuando llegaron a las puertas del centro de votación cambiaron el tema por otro: «Chávez corazón del pueblo». Tras hacer un recorrido por centros de votación, este diario constató que en las primeras horas de la mañana no se presentaban las largas colas que caracterizaron las pasadas presidenciales del 7 de octubre, en las que Chávez obtuvo la reelección. Sin embargo, se observaba una sostenida afluencia de personas, por lo que el proceso de votación transcurrió con rapidez.
En las zonas opositoras como Altamira y las Mercedes se respiraba optimismo. En el Colegio Cristo Rey, Jennifer nos enseña orgullosa su dedo manchado con tinta, símbolo del voto. «Votamos por el futuro de Venezuela, por un presidente que acabe con la polarización y se enfrente a los problemas reales de los venezolanos, como la deuda, la devaluación, la inseguridad, la crisis energética, el desabastecimiento y el servilismo de los enchufados». A su lado Jeramel afirma: «Ayer vimos a Henrique muy seguro de la victoria, aunque las encuestas daban hace una semana diez puntos de diferencia para Maduro, sé que se hay encuestas telefónicas que les dan una ligera ventaja a los opositores. Todo puede pasar».
En los últimos años ha habido un cambio sustancial en la labor que desempeñan las delegaciones internacionales que acuden a Venezuela ante cada proceso electoral. Las atribuciones cada vez son menores y el acceso, más limitado. En este sentido, una de las figuras más destacadas de la oposición venezolana, María Corina Machado, comenta a este diario: «Lo que estamos viendo de Unasur es inadmisible. Que el jefe de la misión haya estado el viernes en el Palacio de Miraflores en un acto proselitista, que viola la ley, es inadmisible. El resto de los miembros de la Unasur deberían sentirse abochornados de lo que vimos». De esta manera, como suele ser habitual en las últimas elecciones en Venezuela, las acusaciones de fraude sobrevuelan la cita.
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