Suecia
La ultraderecha se consolida en Suecia a costa de socialdemócratas y conservadores
Las elecciones de ayer dibujan un inédito panorama político ingobernable con un virtual empate entre la izquierda y la derecha y los populistas como árbitro
Las elecciones de ayer dibujan un panorama político ingobernable con un virtual empate entre la izquierda y la derecha y los populistas como árbitro
El soleado día con el que amaneció ayer Estocolmo poco hacía presagiar los nubarrones que se cernían sobre la política sueca al caer la noche. Los resultados oficiales de las elecciones legislativas celebradas el domingo dibujan un país ingobernable con un empate técnico entre la izquierda en el poder y la derecha en la oposición. Concretamente, 144 escaños frente a 142 en un Parlamento (Riksdag) donde la mayoría abosulta está en 175. Como árbitro una extrema derecha que, si bien aumenta 14 diputados, queda lejos de las expectativas que alimentaron durante la campaña de dar el «sorpasso» a los conservadores (moderados) y ser la segunda fuerza. «Lo que ahora parece obvio es que los partidos de la derecha y especialmente de la izquierda no confían en los Demócratas Suecos tanto para que puedan llegar a acuerdos», resume Sverker Gustavsson, politólogo de la Universidad de Uppsala.
El vencedor de las elecciones fue el primer ministro, Stefan Löfven, que frena a la mitad la caída prevista por los sondeos a los socialdemócratas. El SAP salva los muebles y queda en un 28,3%, casi tres puntos menos que en las legislativas de 2014. Sus socios de Gobierno durante esta legislatura, Los Verdes, caen hasta el 4,4%, solo cuatro décimas por encima del umbral para entrar en el Parlamento. En cambio, el Partido de Izquierdas (ex comunista) se convierte en la única fuerza progresita en ganar votos, concretamente 2,3 puntos, lo que le colocan en el 8,1%.
En el campo del centro derecha, los moderados es el único de los cuatro partidos coaligados que pierde votos, pero conserva su posición de segundo grupo parlamentario. Los conservadores caen hasta el 19,8%, su peor resultado desde 2002.
Mientras los partidos suecos digieren los resultados, lo cierto es que la cita electoral de ayer marca un antes y un después en la política del país nórdico. El papel de la extrema derecha como llave para formar Gobierno ha derribado para siempre el sistema de bloques imperante durante décadas. A un lado, el bloque de izquierdas, lideradopor los socialdemócratas con el apoyo puntual de los ex comunistas y Los Verdes. Al otro, el bloque de la derecha o azul, con cuatro partidos (moderados, liberales, centristas y democristianos). Un sistema de siete que en la práctica funcionaba como un bipartidismo entre socialdemócratas y conservadores.
Sin embargo, el equilibrio empezó a resquebrajarse ya en 2014, cuando ni derecha ni izquierda logró la mayoría y Löfven estuvo a punto de convocar elecciones anticipadas tres meses después de llegar al poder. Fue entonces cuando ambos bloques firmaron un pacto, denominado Acuerdo de Diciembre, por el cual dejaban gobernar al bloque más votado y no bloqueaban los presupuestos del Ejecutivo hasta 2022 para no depender de la ultaderecha.
Llegar al poder
Sin embargo, el líder moderado, Ulf Kristersson, ha dado por muerto el compromiso y se muestra dispuesto a llegar al poder aunque la derecha reciba menos votos que la izquierda. «Mi único objetivo es formar un Gobierno de la Alianza», aseguró a la televisión publica SVT. En lo que no fue más preciso es en cómo piensa lograrlo. Si bien en público descarta sentarse a negociar con la extrema derecha, sí aceptaría los votos o la abstención de los diputados de Akesson en una investidura. El problema es que el líder ultra ya ha advertido de que su apoyo no sería gratis.
Akesson respondió anoche a las palabras de Kristerssen: «Ahora es el momento de la verdad. ¿Cómo más a cambiar el Gobierno? ¿Vas a elegir a Löfven o vas a elegir a Akesson». Entraron por primera vez en el Parlamento en 2010 con el 5,7% de votos y 20 diputados, que doblaron en las elecciones de 2014 con el 12,9% y 49 escaños. Los 800.000 votos cosechados les colocaron como tercer partido del país y ayer continuaron su ascenso meteórico. Su receta se resume en cerrar fronteras, mano dura contra el crimen y un referéndum sobre la permanencia en la UE.
Internamente, además la colaboración activa o pasiva con los Demócratas Suecos divide profundamente a la coalición de centro derecha. Mientras que moderados y democristianos aceptarían sus votos, tanto liberales como centristas han advertido de que no se sentarán en un Ejecutivo mantenido por la ultraderecha. De ahí que Löfven no ceje en sus llamamientos a ambos partidos para que apoyen parlamentariamente a los socialdemócratas o incluso entren a formar parte del Ejecutivo.
Ante la caída de los socialdemócratas y el castigo a los ecopacifistas, Kristersson se presentaba hace unos meses como el favorito para formar Gobierno, pero lo cierto es que su estrella empezó a apagarse a medida que los conservadores caían en las encuestas a favor de DS. Por ello, algunos analistas señalen que Löfven tiene más posibilidades de permanecer en Rosenbad (sede del Gobierno).
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