Inmigración ilegal

Las redadas atemorizan a los migrantes de EE UU

2.000 familias en el punto de mira. Las autoridades comienzan a buscar indocumentados en varias ciudades estadounidenses sin un gran despliegue, siguiendo las órdenes de Trump de arrestarlos y deportarlos

Un fantasma recorría ayer las comunidades de inmigrantes en EE UU, especialmente las de origen hispano. El pánico a la deportación. Un miedo que el presidente había contribuido a propagar desde el pasado mes de junio, cuando anunció una operación masiva para detener y expulsar a «millones».

Lejos de las grandes oleadas de masas y los «raids» apocalípticos con miles de trenes y campamentos masivos, los agentes llevaban las direcciones de unas 2.000 familias con cartas de deportación y/o citaciones de los juzgados desde el pasado otoño. «Estamos llevando a cabo acciones dirigidas contra individuos específicos que en su día estuvieron frente a un juez de inmigración», dijo el director interino de los Servicios de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), Matt Albence, a Fox News.

Muchas de esas personas viven y trabajan en las ciudades de EE UU desde hace años. O décadas. La mayoría tiene hijos, en muchos casos estadounidenses. Incluidos niños y bebés, bien porque nacieron en Estados Unidos bien porque uno de los progenitores tiene la nacionalidad.

En Washington el objetivo declarado de la operación no era tanto deportar a los once millones de indocumentados, una promesa electoral que habría exigido expulsar a 7.500 personas al día, 22.000 al mes, durante cuatro años, sino usarlos como ejemplo. Las 2.000 familias tendrían que servir como cartel electoral y advertencia para futuros inmigrantes.

El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, confirmó el inicio de las redadas y dijo haber recibido informes de operativos «no exitosos» de agentes en las zonas de Sunset Park y Harlem. Un funcionario gubernamental de alto rango dijo a Fox News que las redadas comenzaron a última hora del sábado y primera del domingo en «varias jurisdicciones», no solo en la ciudad de Nueva York.

Además de Nueva York, también están en el punto de mira Miami, Houston, Los Ángeles, San Francisco, Chicago, Atlanta, Baltimore y Denver. Nueva Orleans estaba en la lista, pero finalmente fue retirada por la llegada del huracán Barry. El director interino del Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), Ken Cuccinelli, dijo a la CNN que «hay un millón de personas, incluidas familias, con órdenes de expulsión».

En la retórica de los días pasados, mientras el presidente daba el pistoletazo de salida a su precampaña con un apoteósico mitin en Florida, con la oposición demócrata enzarzada en sus propios debates y cuitas, las cuestiones políticas son ya objeto de butroneo demagógico y munición partidista.

Con deleite y misterio Trump había escrito en las redes sociales que «Ellos saben. Ellos lo saben». «Van a comenzar la próxima semana», añadió, «y cuando la gente venga a nuestro país y entren ilegalmente, tendrá que salir». Sus tuits enervaron a los responsables de las agencias de seguridad y fronteras encargadas de la operación. Entienden que el presidente ha telegrafiado los pasos. Que la logística, muy delicada, exigía un plus de discreción. Pero en opinión de la Casa Blanca el operativo carece de significado si no puede pregonarlo antes, durante y después.

El fracaso estaba asegurado si las acciones no generan torbellinos mediáticos. Trump lo dejó claro: «Comienza el domingo y el ICE [Servicios de Inmigración y Control de Aduanas] va a sacar a la gente y los llevará de vuelta a sus países y sacará a los delincuentes, los encarcelará o serán encarcelados en los países de donde provienen». Fue anunciarlo en Twitter y las asociaciones en defensa de los inmigrantes y las oenegés por los derechos civiles comenzaron una campaña para explicar a los indocumentados cómo evitar la amenaza.

A estas alturas parecía probable que muchos de ellos hubieran cambiado de domicilio o corrieran a refugiarse en las casas de amigos o familiares. Los agentes de fronteras no están autorizados a tirar la puerta abajo, aunque tienen instrucciones de llevarse a cualquier indocumentado que encuentren por más que su nombre no figure en el listado de la gente que buscan. Los abogados advierten de los trucos que pueden usar los agentes, «métodos engañosos para entrar en las casas u obtener información de alguien a quien buscan», según rezaba un folleto del Inmigrant Defense Project. «Lo más común es cuando se hacen pasar por la policía local». No caigas en estos trucos, aconsejan, al tiempo que repiten que si los agentes ya habían entrado en los hogares podían ser conminados a abandonarlo repitiendo el mantra «No consiento que estén dentro, por favor, váyanse». También insistían en exigir una orden judicial.

Diversas fuentes aseguran que las propias agencias están divididas, con los responsables por designación política, como Mark Morgan, ex director de ICE, convencidos de la bondad de la operación, y como el actual director en funciones de dicho organismo, el citado Matthew Albence, quien defendió ayer las redadas contra inmigrantes indocumentados: «Son individuos que han venido ilegalmente a este país, han tenido la oportunidad de reclamar asilo delante de un juez de inmigración y la mayoría de ellos eligió no darse esta oportunidad y no aparecer en la primera vista migratoria».

En cambio, hay agentes que no lo tenían tan claro. Especialmente después de que a las noticias de los últimos meses desde la frontera, incluida las separaciones de niños y padres, se añadiera la visita del vicepresidente Pence a dos centros de detención en Texas. Las imágenes de uno de ellos, con decenas de personas incrustadas en unas celdas dignas de una perrera, han generado el enésimo terremoto.

¿La respuesta de Pence? Un comunicado en el que asegura que ha ordenado no limpiar las instalaciones más de la estricta rutina para que la ciudadanía «vea cuán grave es la crisis en nuestra frontera». De nuevo, los inmigrantes, sus tragedias, sus terrores, usados de pancarta.

Tuits racistas de Trump contra congresistas

Donald Trump arremetió ayer contra varias legisladoras demócratas: «Es muy interesante ver a congresistas demócratas progresistas, que vienen originariamente de países cuyos Gobiernos son una catástrofe total y completa, los peores, los más corruptos e ineptos del mundo, diciendo ahora alto y de forma agresiva al pueblo de EEUU, la mayor y más poderosa Nación sobre la tierra, cómo debe gestionarse nuestro Gobierno», tuiteó Trump.