Terrorismo yihadista
Los 1.573 soldados de la yihad en Francia
Es el país que más islamistas ha exportado a Siria. Los franceses siguen traumatizados por el «Charlie».
Hacía años que Francia no conocía una ola de atentados perpetrados o abortados en su propio territorio. El de ayer en Saint-Quentin-Fallavier no ha sido el más mortífero, pero sí el más macabro. Este nuevo terrorismo islamista tuvo uno de sus mayores exponentes en 2012, cuando entre el 11 y el 15 de marzo, Mohamed Merah, un joven de 23 años, mató a tres militares en Toulouse y Montauban, y después, el 19 de marzo, atacó un colegio judío de Toulouse, donde mató a tres niños y a un profesor mientras filmaba los asesinatos que cometía. Tres días después, los servicios de intervención rodearon su casa y Mohamed Merah murió acribillado a balas tras un asedio que duró más de 24 horas. El joven, con la doble nacionalidad franco-argelina, era un producto de la radicalización de las prisiones francesas, donde había cumplido diversas penas por delitos de robo.
Tras casi tres años sin tener que lamentar otro atentado, el siete de enero de 2015 dos hombres encapuchados y con armas automáticas irrumpieron en los locales del semanario satírico «Charlie Hebdo». Abrieron fuego indiscriminadamente contra los periodistas que se encontraban reunidos en pleno consejo de redacción. Al grito de «Allah akbar» mataron a doce personas: ocho trabajadores del periódico, un invitado, una persona de la limpieza y dos policías. François Hollande se presentó de inmediato en el lugar del atentado y decretó un día de duelo nacional.
Mientras tanto, la Policía, que ya había identificado a los autores, Chérif y Saïd Kouachi, franceses de padres argelinos, rastreaba el noreste de París en su búsqueda. Al día siguiente, una policía municipal fue asesinada en Montrouge, al sur de París, no lejos de un colegio judío. Aunque no había una relación aparente con el atentado perpetrado la víspera, la Fiscalía antiterrorista asumió la investigación. Los hermanos Kouachi fueron reconocidos en una gasolinera del departamento del Aisne y, al día siguiente, localizados en una imprenta de Dammartin, donde se atrincheraron. Poco después de establecerse la relación entre los hermanos Kouachi y el agresor de Montrouge, Amedy Coulibaly, volvieron a saltar las alarmas con un secuestro en un supermercado de productos Kasher al este de París. Coulibaly había asesinado a cuatro personas de confesión judía en nombre del Estado Islámico. Tanto él como los hermanos Kouachi acabaron muriendo bajo el fuego de las unidades de intervención.
Una vez pasada la ola de protestas y condenas en el mundo entero, el 19 de abril, fue detenido de forma fortuita Ahmed Ghlam, un estudiante de informática que pretendía atentar contra varias iglesias. «Le Figaro» reveló el 24 de junio que el estudio de los ordenadores de Ghlam ha permitido detectar que trabajaba junto a otro hombre en Siria sobre otros objetivos, como un tren lleno de pasajeros o la basílica del Sacré-Coeur de París.
«Plan Vigipirate»
No es la única vez que Francia ha sido objeto de amenazas. Según el primer ministro, Manuel Valls, desde los ataques de enero las Fuerzas de Seguridad han conseguido desbaratar hasta cinco intentos de atentado. Candidatos no faltan, como recordaba recientemente el «premier» galo, «1.573 franceses o residentes en Francia están censados por su implicación en filiales terroristas: 442 están en Siria, 97 han muerto». Y, según él, «entre 3.000 y 5.000 europeos están sobre el terreno, y a finales del año esa cifra podría aumentar hasta 10.000». Estas amenazas obligan a François Hollande a mantener el «Plan Vigipirate» en su nivel máximo en la región parisina, el nivel «alerta atentado», pero las Fuerzas de Seguridad comienzan a sentir el peso de este despliegue que dura desde los atentados de enero.
Hollande afirmó ayer que «no debe haber ninguna duda sobre la capacidad de nuestro país para protegerse», pero ya son movilizados cada día un millar de CRS, los cuerpos de intervención, y 10.500 militares que protegen los 830 lugares calificados como «sensibles». Y ahora tendrán que acudir también, al menos durante tres días, para controlar la región de Rhône-Alpes como quiere el presidente de la República.
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