Guerra en Ucrania
Los prorrusos toman aliento y recuperan el control de Donetsk
Después de una semana, Kiev reconoce la ayuda humanitaria rusa
Los rápidos avances del Ejército en las últimas semanas y la dimisión de varios líderes separatistas llevaron a pensar en un final más o menos cercano del conflicto armado en el este de Ucrania. Sin embargo, los milicianos prorrusos lanzaron el fin de semana una serie de contraataques que vinieron a mostrar que, aunque su situación sigue siendo comprometida, mantienen cierta capacidad operativa.
Por una parte, lograron romper el cerco del Ejército a la ciudad de Donetsk y reabrir así una ruta de abastecimiento a través de la carretera que conecta la ciudad con la región de Lugansk. Por otra, derribaron ayer un avión de combate ucraniano MiG-29, mientras atacaba sus posiciones, según reconoció Leonid Matiujin, portavoz de las fuerzas de Kiev. «La operación terrorista durará todavía bastante tiempo. La toma de las ciudades bajo control porrruso no se puede hacer en dos días», recordó Andrei Lisenko, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, que denunció la entrada en territorio ucraniano de tres camiones portadores de lanzamisiles de boca múltiple «Grad» procedentes de Rusia. Lisenko también se quejó de vuelos de aviones no tripulados rusos sobre su territorio (región de Jerson), así como del constante fuego de artillería procedente del otro lado de la frontera. El fin de semana se saldó con al menos diez civiles muertos y ocho heridos en Donetsk. «La situación en la ciudad es tensa. Según informaciones de los vecinos, en todos los barrios se escuchan periódicamente disparos de artillería pesada», señala un comunicado de la asamblea municipal.
Mientras tanto, sigue la controversia convoy humanitario. Tras un acuerdo anunciado en la madrugada del sábado al domingo, la Cruz Roja está revisando la carga de los 262 camiones, estacionados junto al paso fronterizo de Izvarino y dieciseís vehículos ya han podido acceder a territorio ucraniano. Además, Ucrania ha reconocido, tras días de recelos, que el convoy transporta efectivamente ayuda humanitaria, requisito indispensable para dar luz verde a su entrada en el país.
Sin embargo, el proceso de verificación es muy lento, pues la carga de cada vehículo se revisa dos y hasta tres veces. Además, las partes aún no se han puesto de acuerdo sobre el método para asegurar la misión de transporte y reparto del cargamento, que correrá a cargo de la Cruz Roja (de la que habrá al menos un miembro en cada camión) y tiene como principal destino Lugansk, la ciudad más castigada por los combates entre el Ejército y los separatistas.
Rusia reclama un alto el fuego y la apertura de un corredor humanitario, pero Kiev en principio se niega, pues quiere acabar la guerra cuanto antes y teme que los milicianos aprovechen la tregua para reagruparse. El resultado es que mañana se cumple una semana desde que el convoy partiese de Moscú (a 800 kilómetros), y aún no hay fecha para que la ayuda entre en Ucrania.
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