Reforma laboral
Macron abarata el despido y revoluciona el modelo social francés
El Gobierno presenta el Código del Trabajo, una de las promesas estrella del presidente para reformar Francia. La ley facilita el despido y la contratación para combatir el paro
El Gobierno presenta el Código del Trabajo, una de las promesas estrella del presidente para reformar Francia. La ley facilita el despido y la contratación para combatir el paro.
El curso político arranca en Francia con un plato fuerte: la reforma laboral con la que Emmanuel Macron espera revolucionar el modelo social. Un objetivo que ha dado no pocos quebraderos de cabeza a los últimos Gobiernos de la V República porque, hablar de cambios profundos en el rígido código de trabajo galo es siempre sinónimo de pisar un terreno minado en un país que «detesta las reformas», según palabras del propio presidente hace una semana. Tras varias semanas de negociaciones entre sindicatos y organizaciones patronales, el primer ministro, Edouard Philippe y la titular de Trabajo, Muriel Pénicaud, han presentado las cinco ordenanzas –herramienta que evita el farragoso proceso de enmiendas parlamentarias– que pretenden revitalizar el mercado laboral y combatir la tasa de desempleo que lleva estancada entorno a un crónico 10% desde hace varios años.
La nueva legislación refuerza el papel negociador de las empresas, privilegiando los acuerdos a los que se llegue en su seno y limita las indemnizaciones por despido improcedente para el trabajador a un tope de tres meses de salario a partir de dos años de antiguedad en la empresa y a partir de ahí, un mes de salario por año trabajado hasta los diez años y medio mes hasta completar treinta años. Hasta ahora, estas indemnizaciones se decidían en un organismo de arbitraje laboral.
El primer ministro francés ha anunciado también que pretende privilegiar los acuerdos de empresa en cuestiones como el tiempo de trabajo o la remuneración, y fusionar las instancias representativas de personal. La idea del Gobierno es descentralizar, acercar al terreno las negociaciones laborales, y permitir así una mejor adaptación a las coyunturas que se presenten. Francia facilitará también a los inversores extranjeros los despidos cuando estos pasen por dificultades económicas, una medida destinada a atraer a las empresas multinacionales. Hasta ahora, las autoridades francesas debían tener en cuenta la situación de la empresa en todos los países donde ésta operaba, y a partir de ahora bastará con que las cifras no le vayan bien exclusivamente en territorio galo. Además, las empresas de menos de 50 trabajadores podrán negociar sus bases sin pasar por los sindicatos y esquivando los acuerdos sectoriales.
Sin debate parlamentario
El texto cuenta con el aval de haber sido uno de los proyectos clave del programa con el que Macron se presentó y ganó las elecciones presidenciales. Su triunfo se consideró una especie de beneplácito hacia una serie de reformas con el que los sindicatos deben contar antes de hacer movimientos en la calle que puedan salirles mal. El ex presidente socialista François Hollande se enfrentó a meses de protestas, a veces violentas, durante todo el año pasado por una reforma laboral mucho menos ambiciosa que la de Macron que terminó completamente descafeinada. Después de «décadas de desempleo masivo, nadie hoy en día puede afirmar seriamente que nuestra ley, y nuestra ley laboral en particular, favorezca las contrataciones o que favorezca el desarrollo eficaz y durable de las empresas», declaró el primer ministro para justificar la entrada del nuevo texto. Las próximas semanas tampoco serán un camino de rosas para el actual inquilino del Elíseo. Macron ya ha anunciado que será difícil ver los frutos de estos cambios en menos de 18 meses. Para los detractores de la reforma, supone un paso neoliberal en el código del trabajo. Para sus defensores, son reformas que intentan explorar la vía escandinava de los años noventa de la «flexiseguridad», que combina flexibilidad para las empresas y seguridad para los trabajadores. Toda una innovación en un país alérgico a este tipo de reformas.
El Consejo de Ministros adoptará las cinco ordenanzas de la reforma antes del final de septiembre y en las semanas siguientes el Parlamento, donde el presidente cuenta con mayoría, los debe ratificar. Esta gran reforma llega en un momento en que la popularidad de Macron, que asumió la presidencia de la segunda economía europea hace menos de cuatro meses, ha caído abruptamente. Una encuesta reciente mostró que sólo el 40% de los franceses está satisfecho con él, una caída atribuida por los analistas a una mezcla de problemas de comunicación y de errores políticos. Ésta es sólo la primera de un amplio programa de reformas que quiere poner en marcha el joven presidente y que también incluye la reforma de la seguridad social y la del seguro de desempleo. Macron está dispuesto a revolucionar un modelo social y tiene margen para hacerlo. Pero el margen ya empezó a estrecharse desde el primer día en el poder. Los franceses no dan periodos de ensayo, ni siquiera los cien primeros días de tregua.
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