Crisis migratoria en Europa
Italia y Francia exigen la reforma migratoria de la UE
Los dos países entierran sus diferencias para forzar un cambio «total» del sistema de Dublín de acogida de migrantes ante la falta de solidaridad de la mayoría de socios
Los dos países entierran sus diferencias para forzar un cambio «total» del sistema de Dublín de acogida de migrantes ante la falta de solidaridad de la mayoría de socios.
Tras una larga semana de tensión entre Francia e Italia a causa de la gestión de la crisis migratoria, Emmanuel Macron y Giuseppe Conte se dieron la mano, se abrazaron, y aseguraron ayer que entre París y Roma hay una «entente perfecta». De hecho, el primer ministro italiano anunció una cumbre bilateral en la que ejercerá como anfitrión el próximo otoño, y abandonó París con las promesas de reformar el sistema de peticiones de asilo, la de desarrollar las relaciones con los países del sur del Mediterráneo para prevenir los flujos migratorios y también la de reforzar los controles de fronteras europeos.
La suerte del «Aquarius» y las 629 personas que van a bordo con el fin de instalarse en Europa, ha sido el motivo de unos días de desavenencias entre el nuevo líder italiano y el presidente de la fepública francesa. Pero salvados los primeros escollos, el resultado ha sido que ambos dirigentes están a favor de reformar las políticas europeas de inmigración. «No olvido lo que Italia ha tenido que sufrir desde 2015» con las «llegadas masivas » de inmigrantes, afirmó el presidente francés mientras lamentaba que el conjunto de Europa no haya sabido gestionar con «eficacia y solidaridad» la crisis migratoria.
La otra cara de esta recuperada amistad es que Emmanuel Macron ha obtenido el apoyo del líder italiano para defender la necesidad de materializar o al menos profundizar en la unión bancaria y en la creación de un presupuesto de la Eurozona tan querida por el presidente galo.
Giuseppe Conte insistió en la necesidad de «revisar el concepto de Estado de primera llegada» y de «reforzar el concepto de frontera Europea» porque nadie en Europa puede «lavarse las manos en cuestión de inmigración». Por su parte, Emmanuel Macron admitió que el sistema de Dublín, que regula la admisión de inmigrantes de tal forma que el país en el que se pide asilo está encargado de instruirlo y tomar una decisión, no funciona, y los europeos necesitan encontrar otras normas que permitan más solidaridad con los países de primera llegada. Los dos dirigentes se mostraron a favor de que la Unión Europea cree centros en los países de salida de los inmigrantes que quieren llegar a Europa para intentar regular el flujo de llegadas. Para Macron es la solución para muchos de aquellos que intentan el viaje a pesar de que «no tienen posibilidad de obtener asilo en Europa», y mueren en el trayecto o viven durante meses en duras condiciones para finalmente ser devueltos a su país. Ahora queda «convencer a los países que han bloqueado las normas de solidaridad desde hace meses», lanzó el presidente francés en referencia a países como Hungría, Polonia o Eslovaquia que se oponen a la acogida de inmigrantes.
El encuentro de ayer no fue sólo una ocasión de salvar diferencias entre París y Roma, sino que permitió al titular del Gobierno italiano y al presidente galo reivindicar sus políticas frente a las críticas que reciben sobre la gestión de la migración.
Y es que, mientras el «Aquarius» navegaba hacia Valencia porque España le abrió los brazos, en Francia habían surgido críticas sobre el silencio de Macron, cuya actitud contrastaba fuertemente con la movilización que generó en torno a Mamoudou Gassama, el joven maliense que salvó a un niño que colgaba de un balcón, y que fue recibido bajo los focos de las cámaras en el palacio del Elíseo. Macron se sacudió las críticas denunciando «una forma de cinismo y de irresponsabilidad del Gobierno italiano» que no dejaba recalar en sus puertos al «Aquarius», a lo que éste respondió que no tenía por qué recibir «lecciones hipócritas» de países «que siempre han preferido darse la vuelta cuando se trata de inmigración». Dos días más tarde se trataban de «querido Giuseppe» y «mi amigo Emmanuel».
Macron aprovechó la rueda de prensa de ayer para aclarar las «mentiras» que se han oído estos días acerca de las cifras sobre la política migratoria en Francia pero también en Italia. Comenzó por recordar que las llegadas de inmigrantes a las costas italianas se han reducido notablemente en los últimos tiempos: «El primer semestre de 2018 ha estado marcado por un descenso del 77% de llegadas de inmigrantes procedentes del norte de Africa, y en particular de Libia», aseguró. Al mismo tiempo, Francia «no saca provecho del sistema colectivo europeo y del llamado reglamento de Dublín» porque cada vez llegan más inmigrantes por las rutas del oeste, del centro y del este. «Si Italia, durante los primeros cuatro meses de 2018 ha recibido 18.000 peticiones de asilo, Francia ha tenido 26.000», aseguró Macron, reconociendo al mismo tiempo que en 2017 las peticiones de asilo en el país vecino fueron muy superiores.
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