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Marcha histórica contra el yihadismo: París grita por la libertad

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (izda), saluda al presidente francés, François Hollande, a su llegada al Palacio del Elíseo en París. EFE/Yoan Valat
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (izda), saluda al presidente francés, François Hollande, a su llegada al Palacio del Elíseo en París. EFE/Yoan Valatlarazon

El día de ayer se puede resumir en dos imágenes: la de la multitud que llenaba la plaza de la República y todos sus aledaños –más de un millón y medio de personas–, y la de François Hollande, acompañado por medio centenar de jefes de Estado y Gobierno que, con su presencia, quisieron respaldar a la nación francesa en esta marcha contra el terrorismo.

El día de ayer se puede resumir en dos imágenes: la de la multitud que llenaba la plaza de la República y todos sus aledaños –más de un millón y medio de personas–, y la de François Hollande, acompañado por medio centenar de jefes de Estado y Gobierno que, con su presencia, quisieron respaldar a la nación francesa en esta marcha contra el terrorismo. Junto a los responsables del mundo entero iban, sobre todo, las familias de las víctimas, que encabezaban la marcha, los representantes de todos los partidos políticos, responsables religiosos, y asociaciones. «París es hoy la capital del mundo», aseguró el presidente de la República. Lo cierto es que se vivieron escenas que iban más allá de un homenaje a las víctimas de los hermanos Kouachi y de Amedy Coulibaly, los tres terroristas que han mantenido en jaque a Francia esta semana. Tras guardar un minuto de silencio, todos los dirigentes iniciaron el recorrido que les llevó hasta el Ayuntamiento del distrito once de París, donde dejaron el cortejo después de 20 minutos de marcha que seguramente pasarán a la historia.

Se pudieron ver imágenes con fuerte contenido diplomático, que nadie podría haber imaginado hace dos días: en la misma cadena que formaron durante unos minutos los jefes de Estado y Gobierno, marchaban al mismo tiempo el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu y el presidente palestino Mahmud Abas, separados por sólo cuatro personas: el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk, la canciller alemana Angela Merkel, François Hollande y el presidente de Mali Ibrahim Boubacar Keita. A Benyamin Netanyahu no se le esperaba hasta el martes. Iba a viajar a Francia para reunirse con las personas de confesión judía que habían sido objeto de los atentados, y con sus familias. La embajada de Israel en París indicó que no se daban las medidas de seguridad para que su primer ministro pudiera participar en la manifestación, pero finalmente, allí estaba.

En el cortejo figuraban también el presidente ucraniano, Petro Porochenko, y el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov. También era inusual la imagen de François Hollande en la marcha. En 25 años ningún presidente de la República había bajado a la calle para participar en una manifestación. La vez anterior, en 1990, François Mitterrand quiso mostrar así su apoyo a la comunidad judía tras la profanación de sepulturas judías en Carpentras. Los principales líderes de los países europeos fueron los primeros en anunciar que acompañarían a Hollande en este día, y allí estaba. Además de Merkel, desfilaron el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy; el primer ministro británico, David Cameron; el primer ministro italiano, Matteo Renzi y el presidente de Hungría, Viktor Orban. Y junto a ellos, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, los reyes de Jordania o el polémico primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, entre otros.

David Cameron señaló a su llegada a París que había venido para ofrecer su solidaridad con los franceses y porque es importante mostrar que «todos apoyamos los valores de la democracia, la libertad, la libertad de expresión y la tolerancia», y recordó que los británicos «se enfrentan a un peligro muy similar». Para el primer ministro británico quedan todavía «muchos años por delante» para acabar con el terrorismo, pero su homólogo italiano, Renzi, más optimista, está convencido de que «Europa va a ganar el desafío del terrorismo».

Por su parte, el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, afirmó que «ningún país puede luchar solo», como muestra la posibilidad de que Hayat Boumeddiene, la mujer del terrorista de Montrouge y el supermercado Hypercacher haya pasado por Madrid unos días antes de los atentados.

Las nuevas amenazas terroristas hicieron necesario tomar medidas draconianas para velar por la seguridad de todos los manifestantes. El responsable de todo el dispositivo, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, celebró por la mañana una reunión internacional sobre el terrorismo con sus homólogos europeos, el comisario europeo, Dimitris Avramopoulos, y el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder.

Además del éxito de la presencia internacional, François Hollande pudo respirar a nivel nacional. La marcha por la unidad frente al terrorismo fue un hecho. «Somos un pueblo». La marea humana que atravesó Francia –más de 3,5 millones de manifestantes por todo el territorio– supuso una exaltación de la cohesión nacional inédita. Y la única voz discordante de estos días, la de Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, fue ayer inaudible. Lo que sí se vio fue al antiguo presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y actual presidente del principal partido de la oposición, cerca del actual presidente de la República, y a los antiguos primeros ministros, como François Fillon, Lionel Jospin, Alain Juppé y Michel Rocard, que previamente también habían sido recibidos con el resto de personalidades en el Palacio del Elíseo.

La conmoción por el atentado contra el semanario satírico «Charlie Hebdo» y el asalto al supermercado judío parecen haber reconciliado a los franceses con su presidente. La contundencia de Hollande a la hora de ordenar el fin del chantaje terrorista sin haber cedido a la negociación que exigían los hermanos Koucher puede rehabilitar su figura. Ayer fue el día de París unido, pero también del mundo unido contra el terrorismo yihadista que ha dejado decisiete muertos en una semana.

La marcha terminó, y los franceses se preguntan lo mismo que uno de los manifestantes que esperaba en la plaza de la República la llegada de las autoridades internacionales, y que llevaba una pancarta en la que se leía: «Jefes de Estado, ¿y ahora qué?».