Marruecos
Marruecos ante los desafíos del siglo XXI
La privilegiada relación que mantiene con la Unión Europea y la estabilidad y seguridad que vive bajo el reinado de Mohamed VI han convertido al reino alauí en un destino preferente para las inversiones occidentales
La privilegiada relación que mantiene con la Unión Europea y la estabilidad y seguridad que vive bajo el reinado de Mohamed VI han convertido al reino alauí en un destino preferente para las inversiones occidentales.
En los últimos años, Marruecos y España se han convertido en socios preferentes en varios aspectos multidisciplinares. No sólo la situación geopolítica del país alauí es un factor clave en su comportamiento en política exterior sino también la apertura de una monarquía hacia el mundo occidental que hacen de este país norteafricano un elemento primordial en el acercamiento de dos mundos diferentes.
Es miembro de pleno derecho de un buen número de organizaciones internacionales, y además es el país del mundo árabe donde es más estudiado el idioma español, con más de 80.000 estudiantes, según la información señalada por el Instituto Cervantes en el año 2015.
Más allá de las lógicas diferencias, como país vecino la colaboración es leal y absoluta, traduciéndose en numerosos encuentros bilaterales así como en el fortalecimiento de la política de seguridad entre ambos países. Fruto de estos esfuerzos han mejorado notablemente la lucha contra el crimen organizado, la inmigración ilegal y, singularmente, el terrorismo, consiguiendo niveles de cooperación que superan otros acuerdos alcanzados en el pasado.
Marruecos adopta una actitud muy inteligente con España porque no quiere hacer peligrar su buena relación con la UE. El Estatuto Avanzado le ha permitido ser el país de cultura musulmana más occidentalizado, disponer de mayores beneficios económicos y la eliminación de aranceles, permitiéndole mayores ganancias en sus exportaciones.
Obviamente el país y su monarquía afrontan un futuro lleno de desafíos sociales, económicos y políticos. La situación interior del país está muy asentada en el equilibrio, ya que las religiones monoteístas existentes conviven con normalidad con amplia superioridad del islam, y los escasos grupos de radicales islamistas están muy controlados por los servicios de inteligencia marroquíes. Hay que reconocer que la eficacia y profesionalidad de la DGST marroquí (Dirección General de Vigilancia del Territorio) ha contribuido decisivamente a la neutralización de las amenazas más radicales para la seguridad del país y a garantizar también la estabilidad de su sistema político.
La relación natural y generosa entre Marruecos y España se está consolidando en este siglo todavía más. De hecho, el país alauí ha mejorado sus infraestructuras, la sanidad y la educación con modelos españoles en el horizonte. Ese intercambio de intereses ha producido una colaboración fluida y sincera con una mirada ansiosa de Francia, que ve cómo sus anhelos viajan hacia sus vecinos españoles.
Garante de la libertad
El desarrollo de los sectores del turismo, el textil, la agricultura o la pesca ayuda a construir nuevas sinergias que benefician a ambos países. Las verdaderas oportunidades van a plasmarse en este siglo XXI en diferentes campos tales como la seguridad, la tecnología y las nuevas energías renovables.
El rey es el Jefe del Estado y el Jefe de las Fuerzas Armadas. Él es el garante de la libertad de culto y del islam, símbolo de unidad y de permanencia del reino. Dispone de diferentes facultades como el derecho de gracia o poder declarar el estado de emergencia en Marruecos.
Decir que el rey no atiende a las cuestiones de su país es faltar a la verdad. A partir de su divorcio con la princesa Lalla Salma, Mohamed VI ha tenido muchos cambios en su vida y adaptarse a ese proceso no ha sido fácil. Dejando al margen las cuestiones estrictamente personales, el mundo de la familia real ha saltado a la palestra en un momento coyuntural donde algunos discuten su figura. La Prensa y los medios hasta ahora no evaluaban las conductas de la familia real y ahora sí lo hacen.
Mohamed VI, incluso en su vestimenta, ha protagonizado variados estilismos que dibujan la figura de una monarquía moderna y avanzada. La relación de la princesa con las hermanas del rey no fue nunca un secreto desde que los monarcas celebraron aquella fiesta de «pedida de mano» a finales de 2001, en la que las miradas de incomodidad eran evidentes, pero lo verdadero de esta historia es que el rey alauí sabe perfectamente que es la madre del príncipe heredero de la Corona, y por eso cuida muy bien las formas y la relación después del divorcio.
Tampoco puede decirse que la monarquía haya apoyado al islamismo radical. Nada más lejos de la realidad. El rey ha nombrado a un Ejecutivo en el que los islamistas vencedores de las elecciones legislativas pierden influencia. Los ministerios más importantes como Interior o Exteriores son gobernados por tecnócratas muy bien formados que destacan por su profesionalidad y su lealtad al rey. La figura del monarca se basa en la neutralidad política y en el rol de árbitro de las instituciones. Los críticos de la Casa Real mantienen que Mohamed VI controla la política marroquí y con ello todo el reino. En realidad este argumento se utiliza como pretexto para justificar la debilidad del discurso de la oposición interna en el país.
Otra cuestión innegable reconocida por Felipe VI, rey de España, es el papel estabilizador de Marruecos para España y Europa. Si bien las relaciones entre Marruecos y la UE comenzaron hace tiempo, se han fortalecido con la llegada de Mohamed VI. Existe una mayor cooperación, mayor colaboración y mayor apertura a nuevos tipos de sinergias. De hecho, las ayudas europeas se han ido incrementado, llegando a superar los 200 millones de euros. Esta verdadera política de vecindad se consolida con encuentros bilaterales y multilaterales entre varios actores, ya sea la Unión Europea, España u otro país miembro. La integración institucional de la política de vecindad propone un acercamiento legislativo y normativo de los ordenamientos de los países miembros de la UE a los de Marruecos.
No podemos dejar a un lado la colaboración entre fronteras y las labores de inteligencia. Gracias a esos acuerdos se ha disminuido el flujo de personas ilegales en el Mediterráneo que estaban alcanzando cifras que eran muy importantes y preocupantes para Occidente.
Por lo tanto, la permanencia del rey es necesaria, aporta estabilidad, mesura y fluidez en las relaciones internas y exteriores. Su figura constituye la esencia de la evolución económica y social del país alauita, y exponer que no atiende a sus deberes por sus continuos viajes al exterior del país es un argumento que carece de fundamento alguno.
La monarquía es hereditaria, y por tanto la preparación del príncipe Moulay Hassan es prioritaria para el futuro. Acompaña en muchas ocasiones a su padre en viajes internacionales, ya sean oficiales o privados. Es cierto que ningún rey de Marruecos se había divorciado en la historia de esta Monarquía, pero también lo es que la Corona debe adaptarse a los nuevos tiempos, al igual que otras monarquías que viven este momento social coetáneo. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, las novedosas formas en las relaciones humanas también influyen en los cambios sociales en todos los estratos de la sociedad, y la monarquía no puede ser una excepción.
Este futuro prometedor de un país lleno de recursos y materias primas desafía al siglo XXI. Su voluntad de progreso y su trabajo diario ofrecen a los inversores verdaderas oportunidades de negocio. Si bien el país puede estar considerado todavía como en vías de desarrollo, es un lugar donde la expansión económica continuada está constatada y garantizada. Para muchos estudios universitarios y analistas económicos Suráfrica y Marruecos son los dos países africanos con más evolución positiva.
Su situación estratégica como paso obligado a Europa lo convierten en la mejor plataforma para alcanzar otros mercados internacionales. Dispone de un potente sector financiero y una excelente red de comunicaciones. Con unos costes laborales muy competitivos y grandes incentivos fiscales, el país se constituye como una fuerte atracción del negocio e inversión de todo el mundo, incluido el occidental.
El progreso industrial en la industria de alimentos, fabricación de automóviles, sector aeroespacial y sector químico posicionan al país en un lugar inmejorable para seguir creciendo.
Uno de los objetivos del Gobierno marroquí, que ha sido defendido por la monarquía, es evitar depender a medio plazo de las energías importadas. Lo que justifica que se estén implementando importantes esfuerzos en energías renovables, eficiencia energética, gestión de residuos y exploración de gas y minerales.
Marruecos se ha ido perfilando como una buena opción estratégica para la inversión exterior por su potencial y su proximidad. En ello ha influido, sin duda, el Pacto Nacional para el Desarrollo Industrial de Marruecos presentando en 2009.
Era necesario renovarse frente a la feroz competencia y el fuerte dinamismo de la economía mundial. El pacto ha sido y sigue siendo la hoja de ruta para avanzar en sectores claves como el de servicios, automóvil, aeronáutica o la electrónica.
Plataforma para el comercio
Marruecos dispone de más de 3.000 kilómetros de costa, y casi un 95% de su comercio exterior transita por la treintena de puertos del reino, especialmente por Rabat y Casablanca, núcleos económicos del país. Pero Mohamed VI ha apostado también por Tánger, Marrakech, Fez y Tetuán en el contexto de un ambicioso plan de modernización y equiparación de las ciudades más modernas del reino. De hecho, la región Tánger-Tetuán se está convirtiendo en una plataforma muy atractiva para los inversores extranjeros por su proximidad geográfica con Europa y por su tratamiento fiscal preferente.
Definitivamente Marruecos es una inversión para el futuro, pero también para el presente. Está muy próximo, se ha modernizado y busca por encima de todo el bienestar de sus gentes. Su turismo es potente y cosmopolita, sus variados y exóticos ambientes son atractivos para todos los públicos. La seguridad de un país musulmán como la del reino alauí es la más alta y seria del continente africano. Las distancias se hacen cortas en este país donde su diversidad cultural y su atractiva gastronomía son señas importantes de su identidad, y constituyen la mejor carta de presentación. El tiempo pasa más despacio en Marruecos, y enamorarse de ese país es sólo cuestión de conocerlo.
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