Reino Unido

May confía en Macron para salvarse

La «premier» sigue de gira para intentar persuadir a los líderes comunitarios de su Brexit blando ante la negativa del negociador jefe de la UE. El presidente galo explica que su reunión no reemplaza al diálogo de Londres con Barnier

Theresa May, ayer, junto a Emmanuel Macron, durante su reunión en la residencia de verano del presidente francés / Efe
Theresa May, ayer, junto a Emmanuel Macron, durante su reunión en la residencia de verano del presidente francés / Efelarazon

La «premier» sigue de gira para intentar persuadir a los líderes comunitarios de su Brexit blando ante la negativa del negociador jefe de la UE. El presidente galo explica que su reunión no reemplaza al diálogo de Londres con Barnier.

La «premier» Theresa May se reunió ayer con Emmanuel Macron en el fuerte de Brégançon, convirtiéndose en la primera líder mundial en visitar al mandatario galo en su retiro vacacional en la costa sur de Francia. Ambos mantuvieron un encuentro de trabajo de dos horas y posteriormente disfrutaron de una cena a cuatro con sus respectivos consortes. No hubo rueda de prensa conjunta ni tan siquiera valoraciones de sus portavoces. A simple vista, podría parecer una agradable velada entre dos políticos relajados en pleno receso estival. Pero nada más lejos de la realidad. La mini cumbre se centró en el Brexit y ambas partes mostraron su preocupación ante la posibilidad de que las negociaciones finalicen sin acuerdo, una opción que cada vez va tomando más peso.

Lejos de tomarse un descanso, May, que consiguió sobrevivir a duras penas a un final de curso de lo más agónico en Westminster, está intentando persuadir directamente a los líderes de los estados miembros para que suavicen la línea dura de la Comisión Europea, después de que el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, haya rechazado su propuesta comercial. Londres considera a París como uno de los principales obstáculos en la flexibilización de la posición del bloque por lo que no ha dudado en lanzar una ofensiva diplomática. En los últimos días, varios miembros del Ejecutivo han viajado hasta Francia para allanar el camino ante la importante cita. Greg Clark, el ministro de Negocios, estuvo la semana pasada; el ministro de Finanzas Philip Hammond, se dejó caer por allí el lunes; Jeremy Hunt, el nuevo titular de Exteriores, estuvo en París el miércoles; y Dominic Raab, el nuevo responsable de la cartera del Brexit, también realizó una visita el jueves. El jefe de la diplomacia británica ha sido el más explícito a la hora de mostrar su preocupación sobre el «riesgo real de un Brexit sin acuerdo».

De alguna manera, la estrategia de Downing Street es buscar posibles grietas en el bloque. Pero, de momento, su plan no está teniendo éxito, ya que los países miembros cierran filas en torno a Barnier. Fuentes del Elíseo destacaron antes del encuentro que aunque el presidente galo escucharía la posición de May, la entrevista «no reemplazaría» el diálogo que Londres mantiene con el negociador jefe de la Comisión Europea, en quien Macron tiene «plena confianza».

No hay que olvidar que París tiene también intereses personales para mostrar mano dura. Por una parte, busca convertirse en la nueva City y, por otra, tiene que mandar el mensaje de que los movimientos euroescépticos no triunfan, si quiere evitar que la Agrupación Nacional de Marine Le Pen consiga buenos resultados en los comicios europeos del próximo mayo. En su particular gira europea, la «premier» también asistió hace dos semanas a un festival de música en Salzburgo como invitada del canciller austriaco Sebastian Kurz, que acaba de tomar la presidencia rotatoria de la UE. También se reunió con Andrej Babis, el primer ministro checo.

Tanto Viena como Praga han criticado aspectos de la política comunitaria, particularmente en materia de migración y, en este sentido, May pretendía usar las divisiones internas dentro del club comunitario para hallar apoyo a su propuesta. Pero, al igual que Macron, el austriaco y el checo también mostraron su total apoyo al negociador jefe de la UE. La «premier» seguirá con su estrategia en la cumbre de Salzburgo el 20 de septiembre, donde espera lograr algún tipo de compromiso. En cualquier caso, todo apunta a que se enfrenta a un otoño complejo, cuando las negociaciones del Brexit entren en su recta final. Según el calendario previsto, abandonará el bloque el 29 de marzo de 2019.

Con el objetivo de evitar una frontera dura en Irlanda, la única física que existirá tras el divorcio, la líder «tory» ha propuesto un nuevo sistema de control para los bienes que circulen por el territorio británico y apuesta por la recaudación de tasas aduaneras en sus fronteras con países de la UE. Sin embargo, Barnier ha advertido que el plan es impracticable. La «premier», por tanto, está atada de pies y manos. El núcleo euroescéptico de su partido la tiene contra las cuerdas. En julio, dos de los ministros con más peso en el Gabinete, Davis Davis y Boris Johnson, presentaron su dimisión. Por lo tanto, si hace más concesiones a Bruselas, es muy probable que haya una rebelión interna que provoque una batalla por el liderazgo o, en última estancia, incluso elecciones generales anticipadas.

Otra de las opciones que baraja la Prensa es la celebración de un nuevo referéndum. Según una encuesta publicada esta semana por Sky News, el 50% de los británicos quiere volver a sacar las urnas, esta vez, para pronunciarse sobre una triple opción: abandonar la UE con los términos que negocie May, marcharse del bloque sin pacto alguno, o continuar siendo miembro del club con las condiciones actuales.