Política

Reino Unido

May aguanta el pulso de Corbyn

La «premier» británica sobrevive a la moción de censura de la oposición por un estrecho margen de 19 votos. La líder «tory» hace un llamamiento a la «unidad nacional».

La primera ministra británica Theresa May en un debate parlamentaio
La primera ministra británica Theresa May en un debate parlamentaiolarazon

La «premier» británica sobrevive a la moción de censura de la oposición por un estrecho margen de 19 votos. La líder «tory» hace un llamamiento a la «unidad nacional».

La «premier» Theresa May es prácticamente un «zombie» político: ostenta el dudoso título de haber cosechado la peor derrota para un Gobierno en la historia de Reino Unido, es incapaz de consensuar una postura en su Gabinete respecto a qué relaciones se quieren establecer con la UE y, tras dos años de arduas negociaciones, no ha logrado que Westminster ratifique el acuerdo de retirada que había cerrado con Bruselas. Y, sin embargo, continúa en Downing Street.

May sobrevivió ayer a la moción de confianza contra su Gobierno por 325 votos a favor frente a 306 en contra, una ajustada diferencia de 19 votos. El laborista Jeremy Corbyn presentó el desafío después de que el pacto de salida fuera rechazado el martes por por 432 votos (entre ellos 118 «tories» rebeldes) frente sólo 202 apoyos. Ante la peor crisis institucional de la historia de Reino Unido, el objetivo del líder de la oposición siempre ha sido intentar forzar elecciones anticipadas. Aunque desde el principio se daba por hecho que la medida no saldría adelante.

La autoridad de May está más cuestionada que nunca por sus propias filas. Es más, los «tories» rebeldes plantearon ya en diciembre una moción de confianza contra su liderazgo. Pero en esta ocasión ofrecieron en bloque su respaldo a la primera ministra. Porque una cosa es rechazar su plan del Brexit y otra muy distinta querer sacar de nuevo las urnas tras haber perdido en los comicios de 2017 la mayoría absoluta. Los «tories» rebeldes –incluso lo más euroescépticos– temen un posible Ejecutivo laborista más que cualquier otra cosa.

Y lo mismo les pasa a los norirlandeses del DUP, de cuyo apoyo depende el Gobierno en minoría. Los de Arlene Foster rechazaron el acuerdo de retirada por el polémico «backstop». La salvaguarda para evitar una frontera dura en Irlanda dejaba a Reino Unido dentro de la Unión Aduanera y a Irlanda del Norte además en el mercado único de bienes. El DUP jamás aceptará un pacto que deje a la provincia en un estatus distinto al del resto del país. Pero tampoco va nunca a facilitar el camino a Corbyn por las malas relaciones que arrastran con el laborista desde los «troubles». Tras la reunión mantenida ayer en Downing Street con la «premier», la líder norirlandesa señaló que seguiría trabajando por un «acuerdo mejor».

Una vez garantizado su supervivencia, May se pondrá a trabajar desde hoy con diputados de diferentes formaciones para analizar qué opciones cuentan con más apoyo en la Cámara Baja de cara a presentar el próximo lunes su «plan B». Por el momento, la líder «tory» está dispuesta a escuchar las demandas de los diputados laboristas, pero marca distancias con Corbyn.

Anoche, desde el número 10 hizo un llamamiento a la «unidad nacional». «Debemos trabajar todo juntos, de manera constructiva, para determinar qué quiere el Parlamento. Por eso invito a todos los partidos a que busquemos un camino para poder avanzar», dijo May. «Es el momento de dejar a un lado los intereses personales», esgrimió la «premier», que ya mantuvo los primeros contactos con libera demócratas y nacionalistas escoceses y galeses, no así con laboristas.

A lo largo del debate de ayer hubo constantes peticiones por parte de diferentes parlamentarios solicitando la extensión del artículo 50. May insistió en que estaba dispuesta a seguir con el calendario oficial para sacar al país del bloque el 29 de marzo. Su estrategia siempre se ha centrado en jugar con el reloj para intentar obtener más garantías de Bruselas o del propio Westminster ante la amenaza de un divorcio sin pacto, un escenario imprevisible al que se opone la mayoría de los diputados. Sin embargo, diferentes fuentes comunitarias hablan ayer de la posibilidad de extender los plazos incluso por un año. Para ampliar el artículo 50, Londres tiene primero que solicitarlo y los Veintisiete tienen luego que dar su aprobación.

Al cierre de esta edición, la posición oficial de Downing Street seguía siendo la de que cumplir con el calendario previsto. Aunque si finalmente se opta por pedir la prórroga, el escenario se pondría aún más interesante en Westminster. El apoyo para la celebración de un segundo referéndum podría incrementarse. Hasta ahora, uno de los obstáculos era la falta de tiempo para aprobar la legislación necesaria. A última hora de ayer, el diputado «tory» rebelde y proeuropeo Dominic Grieve, que hasta ahora ha presentado todas las enmiendas clave en este proceso, estaba valorando la posibilidad de presentar formalmente la propuesta para que sus señorías debatieran un nuevo plebiscito.

Alrededor de 80 diputados laboristas entregaron ayer una carta a Corbyn para que apoyara una segunda consulta. En el último congreso de la formación, celebrado el pasado mes de octubre, las bases acordaron que, en caso de que no se pudieran forzar unas elecciones, la dirección del partido debía contemplar todas la opciones posibles, entre ellas, apoyar un nuevo referéndum.

Sin embargo, la estrategia del veterano político apuesta más por plantear sucesivas mociones de censura contra el Ejecutivo para mermar poco a poco la posición de la primera ministra. «No se trata de un solo voto, se trata de una campaña sostenida para demostrar que [May] no tiene mayoría», manifestó de manera anónima uno de los responsables de la oposición al rotativo «The Times».