Política

Brexit

May ya tiene un plan para el Brexit

Reino Unido permanecería en la unión aduanera hasta que cierre un acuerdo comercial con la UE

La «premier» Theresa May trata de aplacar a Bruselas y a los euroescépticos / Reuters
La «premier» Theresa May trata de aplacar a Bruselas y a los euroescépticos / Reuterslarazon

Reino Unido permanecería en la unión aduanera hasta que cierre un acuerdo comercial con la UE.

La «premier» Theresa May tiene un plan secreto para que Westminster ratifique el acuerdo de divorcio que aspira a cerrar con Bruselas a finales de mes. Por una parte, espera garantizarse el apoyo de los eurófilos, manteniendo a todo Reino Unido dentro de la unión aduanera hasta que se encuentre una solución a la frontera de Irlanda. Por otra parte, para tener el respaldo de los «brexiters», habría redactado una extensa declaración política de 50 páginas sobre las futuras relaciones que existirán con el bloque, donde se abre la puerta a una asociación económica inspirada en el modelo canadiense.

Los detalles los sacó ayer a la luz «The Sunday Times» y, aunque desde Downing Street aseguran que todo son especulaciones, el rotativo insiste en que la primera ministra presentará su estrategia mañana a su Gabinete y, si todo va bien, la Comisión Europea podría anunciar una cumbre extraordinaria para los días 15 o 22 de noviembre. En diciembre, el eventual acuerdo se sometería a una votación clave en Westminster con el objetivo de cumplir el calendario de sacar a Reino Unido del bloque el 29 de marzo de 2019.

Tras una semana de intensas negociaciones, la líder conservadora habría logrado en privado «concesiones» de Bruselas, que ahora aceptaría que todo Reino Unido permanezca provisionalmente dentro de la unión aduanera en caso de que no haya un pacto comercial bilateral definitivo, en lugar de solo Irlanda del Norte, una opción que nunca contó con el visto bueno de los norirlandeses del DUP, de cuyo apoyo depende el Gobierno.

Este plan de contingencia, que se haría legalmente vinculante en el tratado de retirada con un cláusula específica «de salida» –para impedir que se hiciera permanente–, evitaría tener que poner una frontera física en la isla de Irlanda, lo que perjudicaría el proceso de paz de 1998.

En cualquier caso, en el Gabinete existe cierta desconfianza, especialmente después de que salieran a la luz unos documentos internos en los que May estudiaba la posibilidad de extender el periodo transitorio más allá de la fecha de diciembre de 2020. Los «brexiters» temen que el país se quede «sine die» atado a la normativa europea y por este motivo exigen que exista un «freno de emergencia» para que Londres pueda acabar con esta situación de manera unilateral.

Para contentar los ánimos del núcleo duro euroescéptico, la «premier» contaría con la complicidad de Bruselas para cerrar un acuerdo político para una «futura asociación económica» con los Veintisiete, que mantendría abierta la opción de firmar un acuerdo de libre comercio al estilo del de Canadá.

En definitiva, todo indica que hay progresos en la negociaciones con el otro lado del Canal de la Mancha, pero May no cuenta con mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, por lo que es pronto para cantar victoria. En una muestra de las dificultades que se avecinan, el ex ministro del Brexit David Davis, convertido hoy en uno de sus peores enemigos, exige al Gobierno que haga públicos los documentos legales que sostienen su hipotético acuerdo con el bloque para evitar cometer los errores de Tony Blair, que se negó a mostrar los informes jurídicos internos previos a la intervención de Reino Unido en la guerra de Irak.

Por su parte, People's Vote aún se ve con posibilidades para que, en la votación o durante la tramitación parlamentaria para convertir el acuerdo de divorcio en ley, los diputados obliguen a May a plantear un segundo referéndum para que sean los británicos quienes se pronuncien sobre los términos acordados con Bruselas. Más de 50 directivos de empresas británicas firman una carta ayer en «The Sunday Times» en la que solicitan un nuevo plebiscito. La misiva es tan solo el inicio de una campaña llamada «Business for a People’s Vote» que considera que un acuerdo de salida «duro y destructivo» dañará la economía.