El primogénito de Fidel se suicida en La Habana

Castro Díaz-Balart recibía atención médica por un «estado de depresión profundo» desde hacía meses, reconoce la prensa oficial.

El que fuera llamado a suceder «al dictador barbudo» descansa a su lado, en el frío y húmedo sepulcro, tan sólo un año después de la muerte del Comandante. El primogénito, Fidel Castro Díaz-Balart, de 68 años, murió ayer en La Habana, aparentemente por suicidio. Aunque, como siempre, el hermetismo silencia micrófonos y altavoces en un país donde quitarse la vida es considerado traición a la patria. Un acto de cobardes, deshonroso. Y quizás fue esto lo que hundió a «Fidelito» en una profunda depresión; la sombra demasiado alargada del patriarca es capaz de engullir almas. «A él nunca le gustó ese apodo, le hacía parecer afeminado, débil. Sus primos siempre se reían de él de pequeño», asegura una fuente del diario oficialista «Granma», que prefiere guardar el anonimato.

El primogénito «venía siendo atendido por un grupo de médicos desde hace varios meses con motivo de un estado depresivo profundo. Requirió inicialmente un régimen de hospitalización y luego se mantuvo con seguimiento ambulatorio durante su reincorporación social», dice la fuente. La publicación de la noticia en los medios despertó asombro en Cuba, donde la prensa no suele dar detalles sobre los fallecimientos. Los medios cubanos lo habían mencionado por última vez en octubre, cuando indicó que había viajado a Japón para participar en un foro de Ciencia y para entrevistarse con ejecutivos de Nikon y Shimadzu.

Como la vida personal de los miembros de la familia Castro se suele mantener alejada del ojo público, antes del anuncio (de su muerte) casi nadie sabía que sufría problemas de salud mental. Tan sólo rumores. Era graduado del Instituto Superior de Ciencia y Tecnología Nucleares de la antigua URSS. «Sin embargo, sus ideas para desarrollar proyectos de energías renovables no fueron incorporadas a las políticas estatales», señala uno de sus colegas, Jonathan Benjamin-Alvarado. «Imagino que fue decepcionante para él», añade. De hecho fue despedido en 1992 cuando ocupaba el cargo de secretario ejecutivo de la Comisión de Asuntos Nucleares y después de que el proyecto de la central nuclear en Cienfuegos fuese cancelado.

Previamente, una de sus últimas apariciones, muy seguida por los medios internacionales, tuvo lugar en 2015 durante la visita a La Habana de Paris Hilton, heredera del imperio hotelero, y Naomi Campbell, modelo británica. Se tomaron un selfie juntos en la Feria Internacional del Habano, uno de los eventos a los que el hijo de Castro asistía habitualmente. Un año después, en diciembre de 2016, se le volvió a ver en el entierro de su padre, portando gafas oscuras y una bandera cubana. Fue el único hijo del matrimonio de Fidel con Mirta Díaz-Balart, su primera esposa, con la que estuvo casado entre los años 1948 y 1955. Su madre emigró a Estados Unidos antes de exiliarse en España. «Hubo un litigio duro por la custodia del hijo, lo cual también marcó el carácter depresivo de ‘‘Fidelito’’. Siempre fue el niño mimado de Mirta», asegura la fuente de «Granma». Además, hace tiempo que Castro Díaz-Balart había quedado apartado, como el resto de hermanastros, de la contienda para suceder a su tío, Raúl Castro. Este mes, el dictador dejará la presidencia del Consejo de Estado y de Ministros, que pasará a ocupar el primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, ingeniero y teniente coronel retirado.