Casas reales
Fallece Miguel de Rumanía, el rey «coraje»
Primo de la Reina Sofía, fue obligado a abdicar en 1947 y vivió durante décadas su exilio en Suiza
Primo de la Reina Sofía, fue obligado a abdicar en 1947 y vivió durante décadas su exilio en Suiza.
De los reyes de la Europa Oriental que perdieron sus tronos a raíz de la II Guerra Mundial, Miguel I de Rumanía era el más anciano, quien más tiempo reinó, el último que perdió el trono tras el telón de acero y el postrero comandante en jefe europeo vivo de esa guerra. Queda sólo Simeón II de los Búlgaros. Alejandro, hijo de Pedro II de Yugoslavia vive en Belgrado pero no llegó a reinar. Tampoco reinaron el padre de Leka (II) de los Albaneses ni el de Nicolas (II) de Montenegro, ni el gran duque Wladimiro Kirilovich de Rusia, padre de la gran duquesa María Wladimirovna.
Miguel I era un insólito superviviente de la dinastía Hohenzollern-Sigmaringen, la misma del príncipe Leopoldo, candidato al trono español tras la caída de Isabel II, y excusa para el estallido de la Guerra Franco-Prusiana que acabó con el Segundo Imperio francés. Era tataranieto de la reina Victoria de Inglaterra, como Don Juan Carlos, Doña Sofía, Margarita II de Dinamarca, Harald V de Noruega, Carlos XVI Gustavo de Suecia o Isabel II de Inglaterra y su marido el Duque de Edimburgo, en cuya boda en 1947 conoció a su esposa y prima Ana de Borbón-Parma, fallecida el pasado año.
Este monarca ejemplar, valiente en los difíciles trances que sufrió, amó a su patria a la que intentó volver en varias ocasiones -sufriendo arrestos y deportaciones- hasta que lo consiguió en 1992, en una visita tan multitudinaria que asustó a un gobierno temeroso de la popularidad del anciano rey. Su feliz matrimonio, de puro estilo dinástico, dio cinco hijas: Margarita, Elena, Irene, Sofía y María.
Su padre, Carlos II, tuvo una agitada vida, y varios matrimonios. Miguel, nacido en 1921, en ese período de entreguerras en el que se entonó el canto del cisne de un «savoir vivre» que nunca volverá, era hijo de la segunda mujer de su padre, Elena de Grecia y Dinamarca. Vino al mundo en el castillo de Foișor, en Sinaia, lugar idílico rodeado de bosques y montañas, que le fue devuelto después de decenas de años de un sórdido y destructor período comunista.
Su díscolo y controvertido padre tuvo una relación con Magda Lupescu con quien se fue a París en 1925, tras renunciar al trono, reinando aún su padre Fernando I. Cuando éste falleció, Miguel reinó, de 1927 a 1930, con un triunvirato de regentes entre los que estaba su tío Nicolás de Rumanía. En 1930 Carlos II volvió a Bucarest y subió al trono -pasando su hijo a ser gran voivoda de Alba Julia- siendo depuesto diez años después.
Su segundo reinado empezó en 1940 tras el derrocamiento de su padre, y bajo el gobierno militar filoalemán de Antonescu. Miguel le depuso en agosto de 1944, nombró primer ministro a Sănătescu y se unió a los Aliados. Tras la guerra, el comunista Groza se convirtió en jefe del gobierno. El Rey se negó a firmar terribles decretos hasta que en 1947, cuando Rumanía estaba ya totalmente bajo la bota comunista, Groza, «manu militari», le obligó a abdicar el 30 de diciembre de ese año, bajo amenaza de matar a mil estudiantes. Por eso fue verdadero Rey de Rumanía hasta su muerte.
*Amadeo-Martín Rey y Cabieses (Doctor en Historia)
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