Comisión Europea
Orban y Salvini sellan el pacto populista contra la migración
El primer ministro húngaro, en representación del Grupo de Visegrado, y el vicepresidente italiano declaran la guerra a Macron y anuncian el comienzo de una «nueva UE» que blinde sus fronteras.
El primer ministro húngaro, en representación del Grupo de Visegrado, y el vicepresidente italiano declaran la guerra a Macron y anuncian el comienzo de una «nueva UE» que blinde sus fronteras.
La cumbre entre ambos no se extendió mucho más de lo que suelen durar sus anuncios, a golpe de eslogan y tuit. No llegó a media hora el encuentro entre el primer ministro húngaro, Viktor Orban, y el vicepresidente italiano Matteo Salvini. Después hubo momento para un periodo igual de largo de charla informal, miradas cómplices y guiños. El húngaro había dicho anteriormente que el italiano era su «héroe». El anfitrión, que esperaba en su Milán natal, le correspondió como aquella pareja de CasaBlanca. «Empieza el camino hacia una nueva Europa», pronunció Salvini frente a un invitado nunca antes tan bien recibido en un salón europeo.
La aspiración de cambio se sostiene bajo un cuerpo ideológico compartido en el que la inmigración ocupa el primer puesto en la lista de los demonios. «Hungría es el primer país de Europa que ha demostrado que la inmigración puede ser frenada», presumió Orban. Aunque siguiendo con el capítulo de halagos, aseguró que Salvini le había tomado el relevo y que de él «depende la seguridad de Europa». «Le animamos a que no dé marcha atrás y defienda las fronteras europeas», clamó el primer ministro magiar. Mientras, en las calles de Milán, que hace un par de años consiguió reunir a unas 100.000 personas para defender la acogida de refugiados, ayer unos pocos miles se dieron cita bajo el lema «Europa sin muros».
Una visión dual en la que estos dos líderes tienen la sensación de tirar del carro ganador. Con la mirada puesta en las elecciones europeas del próximo año, Salvini pronosticó estar «cerca de un cambio histórico a nivel continental». La UE de los dos bloques la trazó más claramente Orban, al explicar que por un lado está Macron, «que sostiene la inmigración»; y por otro, el Grupo de Visegrado, en el que Italia se muestra cada vez más a gusto, partidario de cerrar las fronteras exteriores. El ministro del Interior italiano abundó su idea ya anunciada en pleno auge de popularidad interna de crear una «Liga europea» que compita en los comicios a la Eurocámara.
Salvini esquivó la pregunta de cómo encajar la petición de mayor solidaridad europea en materia migratoria y la alianza con una Hungría que no acepta la reubicación de ningún recién llegado. Para él, la idea de «proteger las fronteras» está por encima, de modo que eligió entonces el ataque a Macron, su enemigo público número uno, como mecanismo de respuesta. El vicepresidente ejerció una vez más por cuenta propia de jefe de Gobierno, aunque sus aliados del Movimiento 5 Estrellas (M5E) ya se habían encargado de aclarar que esta cumbre era un acto político, no institucional.
Precisamente otro blanco habitual de Orban y Salvini, el filántropo George Soros, advirtió hace años que quienes tienen sentido de Estado son los mercados y que son ellos los que «votan cada día». Y, precisamente, esto es lo que están haciendo con una Italia que cada día parece más aislada de sus socios comunitarios. Desde el pasado junio se han esfumado de este país 72.000 millones de euros en manos extranjeras, la mayoría en títulos de Estado. Nunca desde la crisis de 2012 las inversiones foráneas habían tenido tan poco peso en el volumen global. La banca italiana absorbe la mayor parte de la deuda nacional, que alcanza el 132%, dejando la economía en una situación aún más vulnerable. El diferencial con el bono alemán a diez años se encamina de nuevo peligrosamente a los 300 puntos. «A la luz de los datos, es evidente que los mercados están reaccionando con miedo a las políticas de este Gobierno. El M5E y la Liga anunciaron un modelo económico diferente, por lo que están a la espera de conocer cuál será la dirección», opina Mario La Torre, profesor de Economía de la Universidad de la Sapienza. Y ese momento llegará con el debate sobre los presupuestos generales del Estado, en el que las medidas anunciadas por ambos partidos podrían suponer un gasto por encima de los 130.000 millones de euros, según cálculos de centros de estudios independientes.
Nadie piensa que la Liga y el M5E puedan incluir inmediatamente todas sus promesas, pero el otro vicepresidente, Luigi Di Maio, advirtió ayer que no descarta que con las nuevas cuentas el Estado pueda superar el techo de déficit del 3% impuesto por la UE. Está por ver si el nuevo órdago a Bruselas es real o un farol. A propósito de la amenaza italiana de incumplir su pago anual a la UE, el comisario europeo de Presupuestos, el alemán Günter Oettinger, respondió el lunes a Di Maio que Italia no aporta 20.000 millones –como éste había dicho–, sino una cuarta parte menos. «El saldo neto es de unos 3.000 millones», dijo Oettinger.
El profesor La Torre cree que «la posición intransigente con la UE también ha creado alarma en los mercados». Los economistas advierten de que en los próximos meses puede llegar una nueva tormenta desde más allá de los Alpes. Salvini se refugia en sus nuevos aliados del Este.
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