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Pekín planta cara a la desaceleración

Asistentes a la inauguración de la Asamblea Nacional China saltan al unísono para hacerse una foto a su llegada al Gran Palacio del Pueblo de Pekín
Asistentes a la inauguración de la Asamblea Nacional China saltan al unísono para hacerse una foto a su llegada al Gran Palacio del Pueblo de Pekínlarazon

El primer ministro, Li Keqiang, admite las dificultades por las que atraviesa la segunda economía del planeta por la guerra comercial con EE UU. Anuncia grandes inversiones y desgravaciones fiscales para sostener el crecimiento.

Mantener la confianza y la estabilidad. Éstas fueron las máximas que el Partido Comunista de China (PCCh) trató de hacer llegar ayer al mundo desde el Gran Palacio del Pueblo en Pekín. Confianza en su líder, Xi Jinping, quien hará lo que esté en su mano para mantener la estabilidad de la nación asiática en medio de la situación «más grave y complicada» de los últimos años y en un entorno internacional «complejo y que está cambiando rápidamente». Para ello, no han dudado en rebajar sus previsiones de crecimiento a entre un 6% y un 6,5%, una cifra menor al 6,6% del año pasado, pero que contribuirá a mantener el desarrollo de la segunda economía del planeta.

«Tenemos que estar preparados para una dura lucha. No hay que subestimar las dificultades que encaramos, pero nuestra confianza no debe debilitarse», aseguró el primer ministro, Li Keqiang, en su discurso ante los cerca de 3.000 delegados que participaron en la sesión inaugural de la Asamblea Nacional Popular (ANP). El mandatario adelantó que se aumentará el gasto público en un 6,5%, hasta los 3,03 billones de euros, y se implementarán medidas económicas para evitar y solucionar problemas en diversos sectores. Todo ello, sin salirse de lo planeado hasta ahora para marcar el rumbo del país.

«Debemos mantener nuestro foco estratégico y llevar a cabo nuestro trabajo de acuerdo con los planes y metas que ya nos habíamos trazado», afirmó Li mientras los asistentes seguían página por página su discurso de casi dos horas. En medio de la guerra comercial con Estados Unidos, con el «proteccionismo y unilateralismo» al alza por el que aboga el presidente Donald Trump y el conflicto diplomático por el «caso Huawei» –el gigante tecnológico chino–, el país comunista aboga por la apertura a la globalización, especialmente en tiempos en los que la demanda mundial ha disminuido.

Sin olvidar en su estrategia la protección de su economía interna. Para responder a las dificultades que le llegan desde dentro y desde fuera de sus fronteras, Li prometió reducir la carga fiscal de las empresas en unos 265.000 millones de euros, con rebajas en el IVA –del 16% al 13%–y en sus contribuciones a la Seguridad Social; reactivar los préstamos al sector empresarial a la vez que se tratará de rebajar el nivel de endeudamiento, que roza el 300% entre el pasivo público y privado; e incrementar su déficit presupuestario en un 0,2%, hasta llegar al 2,8%. Se incrementará el gasto público en torno al 6,5%, con inversiones importantes en infraestructuras como ferrocarriles (unos 120.000 millones de euros) y carreteras y vías fluviales (270.000 millones). Todo ello con promesas de «reformar y abrir el sector financiero y flexibilizar el acceso de fondos extranjeros al mercado de bonos.

Entre otros objetivos,se pretende crear once millones de empleos nuevos en zonas urbanas, manteniendo el desempleo entre el 4,5% y el 5,5%, y sacar de la pobreza a otros diez millones de chinos, y con una inflación que no supere el 3%. «Las autoridades han prometido una relajación moderada de la política económica para este año, pero parecen reacias a permitir un fuerte repunte de los préstamos, incluso si esto es a expensas de un menor crecimiento económico», apuntó Julian Evans-Pritchard, economista para China de la consultora Capital Economics. Según explicó, la leve reducción en la meta para el crecimiento del PIB es el reconocimiento explícito de que la economía se está desacelerando, pero aun así no cabe duda de que el crecimiento publicado en las cifras oficiales estará en línea con los objetivos existentes. «Será al menos del 6,2% este año y el próximo, que es el mínimo requerido para cumplir con el objetivo a largo plazo del Gobierno de duplicar el PIB entre 2010 y 2020», aventuró.

El discurso de Li llega en un momento en el que el país ha sido golpeado por escándalos de salud pública y por protestas de trabajadores, estudiantes y pequeños grupos de activistas. «Todavía hay insatisfacción pública en muchas áreas, como la educación, la atención médica, el cuidado de ancianos, la vivienda, la seguridad de los alimentos y los medicamentos y la distribución de la riqueza. El año pasado se produjeron varios incidentes de seguridad pública e altercados importantes en el lugar de trabajo. Las lecciones que nos dejaron estos incidentes nunca deben ser olvidadas», afirmó.

Pekín dejó ver que en su estrategia no se olvidan de esas fuentes de inestabilidad, especialmente en un año en el que se celebra el 70 aniversario de la fundación de la República Popular China y el 30 aniversario de la represión de las protestas en la Plaza de Tiananmen. Para ambas ocasiones, seguro que las calles de Pekín quedan igual de limpias que en los próximos diez días, cuando la ANP siga ratificando –sin apenas votos en contra– medidas que ayuden a mantener la estabilidad y sigan depositando la confianza en Xi, a quien la sesión del año pasado encumbró como el líder más poderoso desde los tiempos de Mao. No obstante, aunque algunos analistas alerten ahora de que pueda haber fisuras en su mandato debido a los contratiempos, la ANP hará lo posible para que salga reforzado.