Buenos Aires
Primer test para Cristina Fernández
Argentina vota para las primarias en las que se definen los candidatos que concurrirán a los comicios legislativos de octubre
Las primarias abiertas que se realizan hoy en Argentina sirven como una gran encuesta para medir la popularidad de la presidenta Cristina Fernández y despejar la incertidumbre sobre quién será su principal contrincante en las elecciones de octubre.
Y es que aunque las primarias definen ante todo qué candidatos podrán competir en las elecciones legislativas del próximo 27 de octubre, son también un excelente termómetro electoral.
"Las primarias vienen a funcionar como una encuesta seria. Va a quedar claro cómo mide Cristina (Fernández) y sus candidatos de cara a octubre y quién es el segundo más votado"debido a que los partidos presentarán un único postulante, explica el analista Ignacio Fidanza.
Cerca de 29 millones de personas están habilitadas para acudir a las urnas y cada uno de los precandidatos deberá obtener como mínimo 1,5% de los votos válidos emitidos en todo el país para poder presentarse en los comicios generales del 23 de octubre. Tanto el oficialismo como las fuerzas de oposición han proclamado una única fórmula, pero la ley exige de todos modos que se sometan a primarias.
Massa, durmiendo con el enemigo
Tres sondeos privados publicados hace una semana por medios locales vaticinan un escenario en el que Sergio Massa, postulante por el opositor Frente Renovador, se impondría por escaso margen en la provincia de Buenos Aires, donde se define la contienda electoral ya que este distrito concentra el 37 % de los votantes de todo el país.
Según las encuestas, Massa, actual alcalde de la localidad bonaerense de Tigre y exjefe de Gabinete de la presidenta Cristina Fernández -de la que ahora es un crítico-, obtendría entre el 31,4 % y el 34,9 % de los votos.
En segundo puesto quedaría Martín Insaurralde, alcalde de la localidad bonaerense de Lomas de Zamora y primer candidato a diputado del gobernante Frente para la Victoria, que obtendría entre 28,3 % y 31,7 % de los sufragios, entre 2,2 y 5,5 puntos porcentuales por debajo de Massa.
Para acortar distancias el oficialismo recurrió a la imagen de CFK, que llegó a opacar la figura del propio Insaurralde en la recta final. Además aparecieron panfletos que utilizaban la imagen del Papa Francisco, una estrategia que le ha constado muchas críticas al gobierno.
Por su parte Massa ha fortalecido su carácter opositor para distanciarse de su pasado, cuando militó en las filas del menemismo y el kirchnerismo.
"Aquellos que nos tratan de quitar valor por habernos separado (del oficialismo) lo hacen porque saben que apretamos los dientes y vamos para adelante por los problemas de la gente. Vamos a seguir adelante", enfatizó Sergio Massa, durante la campaña.
"Insaurralde viene descontando y crece a costa de Massa. Si Insaurralde o Massa, gane quien ganare, resultan los dos candidatos más votados en la provincia, este escenario se va a profundizar de cara a octubre. Vamos camino a una polarización", dice Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político.
Según el analista, "con un candidato poco conocido y un kirchnerismo debilitado, sin referentes, sacar el 30 % de los votos en la provincia de Buenos Aires sería un gran resultado y eso a Massa también lo condicionaría, aún si ganara".
Para Giusto, si el oficialismo gana o pierde pero por pocos puntos, el kirchnerismo hasta tendría "buenas perspectivas"de aquí a 2015, cundo se celebrarán las próximas presidenciales, y "mantenerse a flote políticamente", con la posibilidad para Fernández de designar un sucesor o presentarse ella misma.
Aunque la presidenta no se ha pronunciado al respecto, muchos de los seguidores de Fernández han expresado el deseo de que la mandataria aspire en 2015 a un tercer mandato, para lo cual debería reformarse la Constitución.
Pero la presidenta argentina podría estar lamentándose por haber apoyado una reforma electoral que determinó las primarias. Los comicios internos también podrían debilitar su aura de invencible y ayudar a unificar el voto opositor alrededor del candidato más fuerte.
Esto sumado a otras cuentas pendientes del oficialismo, como la inflación y la manipulación de las estadísticas oficiales, podrían influir negativamente en los votantes.
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