San Petersburgo
Putin fulmina a su mano derecha
Ivanov, número dos del Kremlin y compañero en la KGB del líder, ha sido su hombre de confianza desde los años 90
Ivanov, número dos del Kremlin y compañero en la KGB del líder, ha sido su hombre de confianza desde los años 90
El presidente Vladimir Putin despidió ayer de su puesto al jefe de la administración presidencial, es decir, el número dos del Kremlin, Serguei Ivanov, un colaborador cercano desde los años noventa. Conocido de Putin desde los años setenta y compañero en la KGB, Ivanov ocupó diversos puestos de poder antes de llegar al Kremlin: secretario del Consejo de Seguridad, ministro de Defensa y vicepresidente del Gobierno. Llegó a sonar en 2008 como candidato del partido para suplir a Putin, que no podía presentarse a la reelección porque la Constitución no permite más de dos mandatos consecutivos, pero el elegido fue finalmente Dimitri Medvedev. Putin afirmó ayer estar satisfecho con el trabajo de Ivanov, que ocupaba el cargo desde 2011, y que el cambio llega a petición del propio implicado, que habría solicitado voluntariamente el traslado; de hecho, ayer mismo fue anunciado como nuevo «representante especial del presidente para Asuntos Ambientales y de Transporte».
A Ivanov le sustituirá en el Kremlin su número dos, hasta ayer subjefe de la administración presidencial, Anton Vaino, de 44 años, 19 menos que su antecesor. Diplomático de carrera, trabaja en la casa desde 2002, en el departamento de protocolo. Aunque no es miembro de los servicios secretos como Ivanov, sus antecedentes familiares son intachables desde el punto de vista ideológico, ya que su abuelo fue jefe del Partido Comunista de la Estonia soviética entre 1978 y 1988.
«Existen varios grupos de influencia y él no está relacionado con ninguno de ellos, es una figura equidistante», considera el analista Nikolai Mirónov, del Centro de Reformas Económicas y Políticas, que vaticina nuevos despidos de la vieja guardia del presidente, como Ivanov, antiguos compañeros de Putin en la KGB de los años en San Petersburgo. El objetivo, según Mirónov, sería rejuvenecer la Administración, ante un 2017 económicamente adverso y el reto de la reelección en 2018.
Los analistas coinciden en poner en duda que la salida de Ivanov sea efectivamente voluntaria, si bien el puesto que se le ha concedido, aunque implica lógicamente una degradación, indicaría que el despido es más una jubilación y no un castigo. Sí fueron una represalia, en cambio, los despidos recientes de otros dos pesos pesados: el director del Servicio de Aduanas y el presidente de la empresa nacional de ferrocarriles, sobre los que pesaban desde hacía tiempo sospechas de un desmesurado enriquecimiento ilícito. A finales de julio, agentes del FSB registraron el domicilio de Andrei Belianinov, que dirigió las aduanas durante diez años, donde encontraron cientos de miles de dólares y euros, además de joyas, muebles y cuadros de incalculable valor. Las imágenes de la lujosa vida que llevaba Belianinov, que es investigado en el marco de un caso penal por contrabando, fueron filtradas a la televisión y provocaron un escándalo de grandes dimensiones, lo que le obligó a presentar su dimisión irrevocable.
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