Siria

Siria reaviva las diferencias en la política exterior de la UE

Los ministros de Exteriores eluden un respaldo unánime a Francia y Reino Unido por el ataque coordinado con EE UU contra las instalaciones químicas del régimen sirio y urgen a reactivar el diálogo con el dictador.

Un vehículo de la OPAQ, de la ONU, llegar al hotel en Damasco desde donde esperan acudir a la zona de Duma, en que se produjo el ataque químico. Efe
Un vehículo de la OPAQ, de la ONU, llegar al hotel en Damasco desde donde esperan acudir a la zona de Duma, en que se produjo el ataque químico. Efelarazon

Los ministros de Exteriores eluden un respaldo unánime a Francia y Reino Unido por el ataque coordinado con EE UU contra las instalaciones químicas del régimen sirio y urgen a reactivar el diálogo con el dictador.

La Unión Europea vuelve a tener problemas a la hora de articular un mensaje común. A pesar de que los Veintiocho consideran una «afrenta a la decencia humana» la utilización de armas químicas por parte del régimen de Bachar al Asad, el apoyo al ataque perpetrado este pasado fin de semana por parte de EE UU, Francia y Reino Unido ha sido menos firme del inicialmente esperado. Algunos países europeos no ocultan cierta incomodidad ante esa operación que fue llevada a cabo sin el apoyo de la ONU, ya que Rusia bloquea cualquier resolución en este sentido como miembro permanente del Consejo de Seguridad. Países neutrales como Irlanda y Austria, que no pertenecen a la OTAN, lideraron ayer a este bando temerosos a cualquier escalada militar, aunque París y Londres intentaron que el texto sonara lo más resolutivo posible. Un mensaje que contrasta con el apoyo sin fisuras de los 29 embajadores de la Alianza Atlántica que se reunieron de manera urgente este sábado en la capital comunitaria tras los ataques.

El resultado de la cita de ayer responde a los difíciles equilibrios tan habituales en el proceloso lenguaje de la diplomacia internacional. «El Consejo entiende que los ataques aéreos de EE UU, Francia y Reino Unido dirigidos a las instalaciones de armas químicas fueron medidas específicas tomadas con el único objetivo de intentar evitar la utilización de armas y sustancias químicas», reza el texto de conclusiones pactado ayer por los ministros de Asuntos Exteriores de los Veintiocho reunidos en Luxemburgo. En la misma línea, la UE «apoya los esfuerzos destinados a tal fin» mientras recuerda que la respuesta a la masacre que vive Siria desde hace más de siete años sigue siendo política y no militar y, por eso es necesario «revitalizar una respuesta». Como manera de que el régimen sirio vea las orejas al lobo, los Veintiocho amenazan con incrementar las sanciones económicas dirigidas a personalidades del régimen.

Ni siquiera los autores del ataque del fin de semana creen que sirva para cambiar el rumbo de la contienda. El secretario de Asuntos Exteriores británico, Boris Johnson reconoció con crudeza el temor a que la guerra continúe «de manera horrible y mísera» pero no dudó en que esta vez se había hecho lo correcto y que los ataques con misiles en ningún caso eran un «intento de cambiar el rumbo de la guerra, lograr un cambio de régimen o deshacernos de Asad».

En 2013, Francia y Reino Unido presionaron al entonces presidente de EE UU, Barak Obama para un ataque de estas características en Siria tras el uso gas sarín, pero el inquilino de la Casa Blanca prefirió dar marcha atrás en sus planes iniciales. A cambio, Rusia lideró un acuerdo para que el régimen sirio destruyera sus arsenales de armas químicas, lo que supuso un espaldarazo a las pretensiones de Vladimir Putin de cobrar influencia en la región.

El titular de Exteriores español, Alfonso Dastis, aunque coincide con sus socios europeos en la necesidad de una respuesta política a la guerra siria también quiso dejar claro el apoyo de España a los ataques ya que «no podemos dejar sin reacción un acto como un ataque sin armas químicas». Aunque España no intervino de manera directa en los bombardeos del pasado fin de semana sí que puso a disposición de Washington su apoyo logístico con dos aviones de aprovisionamiento aéreo estadounidense con base en Zaragoza.

Quien también dio ayer explicaciones sobre el ataque del fin de semana fue el primer ministro francés, Edouard Philippe, que tal y como exige la Constitución acudió a la Asamblea para informar a los diputados sobre la intervención del Ejército en los bombardeos en Siria. El jefe del Ejecutivo galo insistió en que «el uso de armas químicas no es supuesto, está comprobado, repetido, demostrado». Evocó la «responsabilidad del ejército sirio» en «el traspaso de la línea roja». La oposición, en general, saludó la acción del Ejército galo, pero se mostró crítica con la decisión de intervenir, informa Asunción Serena desde París.

Los países europeos debatieron también ayer sobre la posibilidad de imponer sanciones a Irán por su apoyo al régimen de Asad. Francia, Reino Unido y Alemania defienden esta opción, pero no han conseguido el apoyo del resto de sus homólogos europeos que temen, con medidas de este tipo, reforzar al sector más radical del régimen. Macron, May y Merkel ven en este endurecimiento de su posición respecto a Teherán una oportunidad de que EE UU permanezca a bordo del acuerdo de seguridad nuclear firmado con el país, aunque los dos expedientes no están relacionados. Washington ha amenazado en varias ocasiones con desbaratar el acuerdo y el 12 de enero dio un ultimátum a los socios europeos para negociar con Irán nuevas cláusulas más exigentes.