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«Si no llega la ayuda humanitaria pronto, morirán más personas»

ACNUR relata a LA RAZÓN la gran dificultad para acceder a las zonas devastadas de Filipinas. El Gobierno de Aquino decreta el estado de emergencia y despliega una fuerza militar

Así quedó esta localidad de la provincia central de Samar tras el paso del tifón
Así quedó esta localidad de la provincia central de Samar tras el paso del tifónlarazon

Filipinas está integrada por 7.107 islas, por lo que la preocupación que ahora se cierne sobre las autoridades locales y la comunidad internacional no es sólo el desastre causado en las zonas a las que ya está llegando la ayuda humanitaria, sino el estado en el que se encuentran aquellos lugares a los que todavía no se ha tenido acceso. De hecho, aún será necesario esperar varios días para ver el resultado final del paso del devastador «Yolanda» por el archipiélago. El ciclón tan sólo estuvo 6 horas encima de las islas, pero sus consecuencias no entienden de minutos sino de destrucción. Ayer comenzaron a llegar los primeros cargamentos de ayuda humanitaria en medio de la desesperación de los ciudadanos por la escasez de bienes de primera necesidad (agua, alimentos, ropa...). «Se están produciendo muchos robos, es lógico; la gente no tiene comida y eso genera ansiedad por conseguirla. Por ejemplo, una mujer se acercó esta mañana al aeropuerto de Tacloban en busca de unos bidones de agua. Cuando salía con ellos, un hombre se los arrebató y ella gritaba suplicando que por favor le dejara aunque sólo fuese uno», explica a LA RAZÓN el padre José Víctor Lóbrigo, responsable de proyectos de Manos Unidas en la región de Bicol, cerca de la devastada ciudad de Tacloban, en la provincia de Leyte. Las cifras de fallecidos siguen en aumento: las oficiales, emitidas por el Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres, no superan las 1.700 víctimas; sin embargo, un portavoz de la Policía pronosticó que superan las 10.000. Más de 9,7 millones de habitantes han sido afectados por el ciclón y más de 400.000 ya se encuentran en alguno de los 1.444 centros de evacuación. «Hay muchas zonas inaccesibles, no se puede establecer comunicación con ciertos puntos del país y es que todo está destruido: árboles caídos, carreteras intransitables... Los filipinos están traumatizados, a pesar de ello no pierden la esperanza, son gente con fuertes creencias religiosas y se resisten a pensar que en algún momento podrán contactar con sus familiares desparecidos», relata Lóbrigo. Incluso, las sedes de las doce ONG que operan en el archipielago han sido destruidas por «Yolanda», así lo asegura desde Manila Roger Alonso, de Cruz Roja. «Existe una gran sensación de inseguridad. La gente no tiene qué comer. De hecho, nuestra compañera en Tacloban, con la que sólo hemos podido hablar en una ocasión desde que se produjo la catástrofe, nos llamó por teléfono satelital para decirnos que sólo disponía de comida para un día». Aún así, el cooperante, confía en que el pillaje vaya calmándose «poco a poco». Para lograrlo, el presidente filipino, Benigno Aquino, ha pedido a las tiendas de alimentación que permanezcan abiertas y aporten los productos necesarios a una población que se ha quedado sin nada. De igual modo, Aquino ha decretado el estado de calamidad, a través del cual también se regulará la especulación y el acaparamiento alimentario, de igual modo que fijará un techo en los precios en los bienes de primera necesidad, desbloqueará fondos para proceder a reparar infraestructuras e instalaciones dañadas y concederá préstamos sin intereses a los más afectados. Según las últimas estimaciones, son más de cinco millones de personas las que en estos momentos necesitan ayuda. Así, las prioridades recaen en atender a los heridos, a pesar de que también los hospitales están destruidos y las condiciones de trabajo de los profesionales que van llegando a la zona son muy precarias. «La gente deambula por la calle sin ninguna dirección concreta, perdidos y desesperados por encontrar comida. No hay agua ni electricidad, tampoco acceso a teléfonos ni internet. Hay muertos por todos los sitios: en árboles, calles... Es muy dramático. Si no llega la ayuda, muchos otros morirán», describe Bernard Kerblat, responsable de ACNUR en la zona. Quienes han podido desplazarse hasta Tacloban relatan a este diario la incredulidad de sus residentes: «Son gente que no sabe qué está pasando, están aturdidos. La mayoría son muy jóvenes y esto es exorbitante, pues nadie sabe qué pasará con ellos», matiza Kerblat. Por su parte, Lóbrigo asegura que las familias filipinas son muy extensas, por lo que siempre habrá quien acoja a los huérfanos de esta tragedia. Afortunadamente, la ayuda internacional aterrizó ayer en las localidades más necesitadas.

El Vaticano dona 150 millones

Desde la UE se han destinado 3 millones de euros, aparte de ayuda sobre el terreno. El Vaticano ha donado 150 millones de euros, y Estados Unidos ha sido el primero en llegar con un portaaviones con 5.000 soldados a bordo. Por su parte, el temido ciclón abandonó ayer la costa este de China convertido ya en tormenta tropical y dejando a su paso cuatro fallecidos y siete desaparecidos. Ahora, las islas Bisayas se preparan para un segundo tifón que alcanzará sus costas esta madrugada.