Asia

Tailandia al borde del colapso: la dinastía Shinawatra acorralada tras ser suspendida la primera ministra

La suspensión de Paetongtarn Shinawatra, la fractura de su gobierno y el conflicto con Camboya amenazan la democracia y la estabilidad del sudeste asiático

BANGKOK (Thailand), 27/06/2025.- Supporters of Thai Prime Minister Paetongtarn Shinawatra gather for a protest at the Pheu Thai Party's headquarters in Bangkok, Thailand,27 June 2025. Supporters of Prime Minister Paetongtarn rallied in her support amid increased calls for her resignation following the leak of an audio recording of her phone conversation with former Cambodian Premier Hun Sen regarding a border dispute between the two countries. (Protestas, Camboya, Tailandia) EFE/EPA/NARONG SA...
Protesta en apoyo del primer pinistro tailandés Shinawatra en medio de la crisis fronteriza entre Tailandia y Camboya.NARONG SANGNAKAgencia EFE

Tailandia se encuentra atrapada en una vorágine política que amenaza con desmoronar su precaria democracia. En el epicentro se halla Paetongtarn Shinawatra, la primera ministra más joven en la historia del país, que fue suspendida temporalmente de sus funciones este martes por el Tribunal Constitucional por supuestas "violaciones de la ética", el mayor golpe asestado a su Gobierno de menos de un año. Una filtración diplomática, la disolución de la coalición gobernante y un juicio por lesa majestad contra Thaksin Shinawatra, patriarca de la dinastía más influyente del reino, han desatado un huracán que evoca a un pasado lacerado por 22 intentos de golpe de Estado desde 1932, 13 de ellos consumados. En este contexto, la posibilidad de una intervención militar, una economía al borde del colapso y fricciones regionales con Camboya agravan el panorama.

La líder tailandesa enfrenta una grave crisis política tras una sentencia judicial que amenaza con derribar su frágil gobierno. La decisión llega días después de que miles de manifestantes tomaran las calles de Bangkok, ondeando banderas nacionales y exigiendo su dimisión. Con el Ejecutivo al borde del precipicio tras la deserción de un partido clave de la coalición, Paetongtarn, fiel al legado combativo de los Shinawatra, se aferra al poder y reestructura su gabinete en un intento desesperado por apuntalar el apoyo de sus menguantes aliados.

La chispa de esta crisis fue una filtración incendiaria en redes sociales, un escándalo que evoca las intrigas palaciegas de siglos pasados, pero con la viralidad del siglo XXI. Una conversación privada entre Paetongtarn y el exlíder camboyano Hun Sen, en la que la mandataria tildó al teniente general tailandés Boonsin Padklang de “no ser uno de nosotros” mientras discutían el eterno litigio por el templo de Preah Vihear, desató una ola de indignación en Tailandia. Este conflicto territorial, que desde los enfrentamientos de 2008 ha envenenado las relaciones entre Bangkok y Phnom Penh, es un nervio expuesto en el orgullo nacional tailandés. Las palabras de Paetongtarn, filtradas por el propio Hun Sen como un calculado acto de “precaución” tras supuestos engaños en negociaciones sobre el codiciado Triángulo de Esmeralda, han sido interpretadas como una traición al ejército y a la identidad tailandesa.

En un intento por apagar el incendio, Paetongtarn ofreció disculpas públicas por la divulgación de la conversación, asegurando su plena cooperación con el proceso judicial. Sin embargo, sus adversarios no ceden. La oposición ha elevado el caso a la Comisión Nacional Anticorrupción y a la Comisión Electoral, exigiendo su destitución inmediata. En el trasfondo, la sombra de los Shinawatra —una dinastía política tanto venerada como vilipendiada— alimenta las sospechas de maniobras que chocan con los pilares conservadores del reino: la monarquía y las fuerzas armadas.

Una afrenta intolerable y la escalada bilateral

El gobierno tailandés, herido en su honor, no tardó en reaccionar. Calificó la difusión como una “afrenta intolerable” y adoptó medidas drásticas: llamó a consultas a su embajador en Camboya, suspendió los diálogos bilaterales y cerró pasos fronterizos clave, incluso amenazando con cortar el suministro de electricidad e internet a regiones camboyanas dependientes de Tailandia. Estas acciones, que recuerdan las tácticas de presión de antaño, reflejan la gravedad y la fragilidad de la relación entre ambos vecinos.

Phnom Penh, por su parte, respondió con igual contundencia. Tras la muerte de un soldado camboyano el 28 de mayo en la disputada zona de Chong Bok, el gobierno de Hun Manet —heredero político de Hun Sen— suspendió las importaciones de combustible tailandés y anunció su intención de llevar el caso del templo de Preah Vihear ante el Tribunal Internacional de Justicia. Este movimiento no solo escalda el conflicto, debilita la posición de Tailandia en la ASEAN y pone en jaque un comercio bilateral.

Por su parte, Hun Sen acusó a los Shinawatra de faltar al respeto a la monarquía y al ejército tailandeses, instituciones intocables en el reino. “No tratamos a los tailandeses como enemigos, solo les tratamos como ellos nos tratan a nosotros”, afirmó abogando por una solución pacífica mientras espera un “nuevo gobierno tailandés” para restablecer la confianza.

La dinastía Shinawatra bajo asedio

La tercera heredera de la saga Shinawatra, tras su padre Thaksin y su tía Yingluck, libra ahora una batalla por su supervivencia. La filtración ha resquebrajado la coalición gobernante: el partido Bhumjaithai, pilar del Ejecutivo, rompió con Pheu Thai, acusando a la ministra de mancillar el honor nacional. Esta fractura ha dejado al gobierno al borde del colapso, incapaz de aprobar el presupuesto de 3.78 billones de baht (115.000 millones de dólares) para 2026. Las calles de Bangkok hierven con protestas, donde los leales “camisas rojas” de los Shinawatra chocan con los realistas “camisas amarillas”, en un reflejo de la grave polarización que define décadas de política.

El juicio por lesa majestad contra Thaksin añade leña a un fuego ya incontrolable. Derrocado en el golpe de 2006, el arquitecto del populismo tailandés que conquistó a las masas con políticas como el seguro médico universal, enfrenta cargos que podrían condenarlo a cadena perpetua. Con rumores de un nuevo golpe militar para “restaurar el honor nacional”, la historia parece repetirse en un país donde la democracia ha sido interrumpida una y otra vez.

Una economía en ruinas y un pueblo agotado

La convulsión no podía llegar en peor momento para la tambaleante economía tailandesa. Con un crecimiento del PIB proyectado en un anémico 1-2% para 2025, muy por debajo del 2.7-6% regional, la segunda mayor economía del Sudeste Asiático roza una recesión técnica. La caída del 38% en el gasto público entre abril y mayo, junto a la parálisis presupuestaria, ha hundido la bolsa tailandesa a mínimos de cinco años. La amenaza de aranceles estadounidenses, en un contexto de posible guerra comercial global, y la depreciación del baht han disparado la inflación al 3.2%, un nivel no visto en una década. El turismo, que aporta el 12% del PIB, sufre una caída del 15% en reservas, golpeando destinos como Phuket y Chiang Mai.

Escenarios de un futuro incierto

Expertos esbozan tres posibles desenlaces. Entre ellos, la renuncia de Paetongtarn bajo presión, cediendo el liderazgo de Pheu Thai a una nueva figura que intente recomponer la coalición. Podría ser también un voto de no confianza impulsado por la oposición realista, que forzaría elecciones anticipadas. El tercero, y más temido, es un golpe militar que imponga un gobierno no electo. Mantener el Parlamento actual sería lo ideal para preservar el mandato electoral, pero las fracturas y el descontento social lo hacen casi inviable.

Con todo, Paetongtarn libra una batalla por su supervivencia política. Su anuncio de una reestructuración del gabinete, presentado como un “nuevo rumbo”, busca salvar su gestión, pero las tensiones con el ejército, los realistas y las protestas la tienen contra las cuerdas. La polarización entre el populismo y el establishment conservador se recrudece, mientras una ciudadanía agotada por décadas de caos observa con desasosiego.

Un polvorín regional

El retroceso democrático en Tailandia y las fricciones con Camboya amenazan la estabilidad del sudeste asiático, una región clave para el comercio global. La ASEAN, ya debilitada por disputas internas, enfrenta el riesgo de una fractura mayor si el conflicto bilateral no se resuelve. Organismos como la ONU y la UE han instado a la moderación, mientras que Estados Unidos, principal socio comercial de Tailandia, ha advertido que la inestabilidad podría afectar las inversiones extranjeras.