Estados Unidos
Los republicanos humillan a Trump al rechazar su reforma sanitaria
El presidente de EE UU se vio obligado a anular la votación por la falta de apoyo de su partido
El presidente de EE UU se vio obligado a anular la votación por la falta de apoyo de su partido
Lo hizo a su manera: amenazando. En sus negocios le funcionaba, pero en el Capitolio es diferente y así se lo demostraron ayer sus propios compañeros de partido a Donald Trump. El presidente de EE UU advirtió de que la votación de su propuesta de reforma sanitaria que derogaría al Obamacare (que ha dado cobertura sanitaria a 20 millones de estadounidenses) se votaría sí o sí, tras la cancelación de la votación del día anterior. «O se vota y se aprueba o dejo el Obamacare», sentenció el mandatario. Pero lejos de amedrentarse, los conservadores no entraron en el juego de su presidente y se mantuvieron firmes, con lo que infligieron una humillación a Trump de imprevisibles consecuencias.
Todo este embrollo se debe a que la reforma del presidente conocida como el «Trumpcare» no convence en el seno del Partido Republicano. A los moderados les parece una reforma demasiado agresiva con el recorte de las ayudas a los asegurados y la subida de los precios de las pólizas. Y temen que si sus votantes, cuya mayoría se beneficia de la ley de Obama, pierden sus beneficios, a ellos les podía pasar lo mismo con sus asientos en el Congreso en las elecciones de mitad de legislatura, en 2018. Mientras, a los conservadores más extremistas, que en su mayoría se encuentran en el llamado Caucus de la Libertad, les resulta demasiado benevolente.
En el Capitolio, el portavoz de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, apuró hasta última hora sus esfuerzos para conseguir el mínimo número de votos que asegurase la aprobación del texto. Era el gran examen del congresista de Wisconsin. A primera hora de la mañana, Trump despejaba todas las dudas cuando un reportero le preguntó si Ryan tendría que dimitir si no conseguía los votos suficientes: «No», contestó Trump, quien ya había cargado en Twitter por la mañana contra los republicanos del Caucus de la Libertad. El presidente recibió a Ryan en la Casa Blanca para que éste le confirmara que no había conseguido los votos necesarios para sacar adelante la reforma citada. Finalmente, los republicanos retiraron la ley. «Acabamos de retirarla», confirmó resignado el presidente.
Trump explicó que «hemos estado muy cerca. Pero no hemos tenido ningún apoyo de los demócratas. Ya hemos dicho que es mejor dejar que el Obamacare explote. Va a ser un año muy malo. Lo mejor que nos puede pasar es que explote». A la vez, quiso hacer hincapié en que «los grandes perdedores son Nancy Pelosi y Chuck Schumer. No era nuestra ley. ¡Era la suya!», recordó Trump, quien evitó echar la culpa a los miembros de su agrupación que no apoyaron la propuesta. Aunque sí reconoció que «estoy decepcionado».
De los 237 republicanos que hay en el Congreso, Ryan sólo podía permitirse que le fallasen 22 legisladores. En cambio, ayer por la mañana las escisiones empezaron a hacerse públicas. El republicano de Nueva Jersey Rodney Frelinghuysen anunció que se iba a oponer a la iniciativa para unirse a sus compañeros moderados de los estados del noreste del país. «Tras siete años de Obamacare, quería apoyar una legislación que llevase a cabo cambios positivos. Desafortunadamente, la legislación que tenemos hoy en la cámara es inaceptable y traería una subida de costes a mis votantes de Nueva Jersey», explicó. En total, 36 aseguraron que dirían «no» si se llevaba a cabo la votación y otros 15 dudaban pero se inclinaban también por esta opción, así que la derrota y humillación de Trump estaba más que asegurada. Si los votos negativos de los republicanos se suman al bloque demócrata que, por supuesto, se han opuesto desde el principio al «Trumpcare», el final de esta reforma parecía más que claro.
Además, aunque se hubiera producido una victoria en la Cámara de Representantes ésta no implicaría que la reforma se fuera a convertir en ley de forma inmediata. Después de la votación en la Cámara Baja, el texto debe pasar al Senado, donde encuentra una mayor oposición y la ventaja republicana es aún menor (52 senadores frente a 46 demócratas y dos independientes). Con la ley sanitaria republicana se quiere eliminar la multa a aquéllos que no compren su seguro médico y los subsidios, mientras que las deducciones se basarán en la edad de los asegurados y no en sus ingresos. Además, se eliminarán los impuestos a los consumidores de altos ingresos y compañías sanitarias. Este cambio ahorraría al Gobierno cientos de miles de millones de dólares. Pero, a la vez, dejaría a 24 millones de personas sin seguro, según la Oficina de Presupuestos del Congreso.
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