Crisis en Egipto
Turquía se queda sola en su condena al nuevo régimen
Occidente evita usar la palabra «golpe». Bruselas y Washington piden que se instaure un gobierno civil
BRUSELAS/N.YORK/PARÍS- Poco apoyo pueden esperar los Hermanos Musulmanes del exterior. Sólo Turquía como gran potencia regional se atrevió ayer a condenar el nuevo régimen, con el apoyo testimonial de Túnez. La Unión Europea y la OTAN evitaron calificar de golpe de Estado lo ocurrido en Egipto, aunque reclamaron a los militares que han derrocado al hasta ahora presidente, Mohamed Mursi, que respeten sus derechos y los de la población. «Estamos intentando aclarar dónde se encuentra y lo que ha pasado con Mursi. Quisiera subrayar que todos los principios de derechos humanos deben ser respetados siempre, al igual que cualquier proceso jurídico debe siempre estar en línea con los estándares internacionales», señaló Michael Mann, portavoz de la alta representante para la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton.
En todo caso, Europa considera prioritario «evitar la violencia» e impulsar la «celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias limpias y justas y la aprobación de una constitución» en un proceso «incluyente». Para ello, está dispuesta a negociar «con cualquiera», por lo que ha desplazado a El Cairo al representante europeo para el norte de África, el español Bernardino León. Por el momento, se mantienen las ayudas previstas al país, aunque dependerán de los progresos democráticos que se produzcan.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, reclamó también la restauración de un gobierno civil «lo antes posible», y llamó «a todos a ejercer moderación y evitar la violencia» y a «respetar los derechos humanos». Para el presidente francés, François Hollande, el derrocamiento de Mursi significa un «fracaso manifiesto» del proceso democrático iniciado hace un año en Egipto, informa Álvaro del Río. Sin embargo, París se resiste a emplear la expresión «golpe de Estado» en el país árabe, al que Francia asiste con importantes ayudas económicas. «Lo que cuenta ahora es que la Armada organice lo antes posible y en condiciones irreprochables nuevas elecciones», dijo el jefe del Estado francés en Túnez, donde realiza una visita de Estado, y desde donde apeló a «hacer todo lo necesario para relanzar el proceso democrático».
El presidente Barack Obama volvió a hacer malabarismos dialécticos para referirse a la situación en Egipto. El comunicado oficial evita mencionar la palabra «golpe». Sobre todo porque tendría consecuencias legales, por lo que la Administración Obama debería retirar la ayuda de 1.500 millones de dólares que anualmente entrega al Ejército egipcio en compensación por los acuerdos de paz de Camp David con Israel. En un lenguaje medido al milímetro, Obama indicó que «estamos muy preocupados por la decisión de las Fuerzas Armadas de retirar al presidente Mursi y suspender la Constitución. Ahora pido al Ejército egipcio que actúe rápido y de forma responsable para devolver la autoridad completa a un gobierno civil democrático tan pronto como sea posible a través de un proceso inclusivo y transparente».
El comunicado de la Casa Blanca también se refiere a la ayuda económica que envía a Egipto, un dinero que tradicionalmente se destina a la compra de armamento norteamericano: «Debido a los acontecimientos, he mandado a los departamentos y agencias que revisen las implicaciones legales de nuestra asistencia» a El Cairo.
Frente a las felicitaciones de los países árabes al pueblo egipcio o los llamamientos de Occidente a respetar los derechos del mandatario depuesto, Túnez ha sido, junto con Turquía, uno de los pocos países que han criticado abiertamente el golpe militar. «Los gobiernos elegidos sólo pueden ser apartados del poder por la voluntad popular», declaró el ministro turco de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoglu, quien calificó de «inaceptable» lo que considera «un golpe de Estado militar». Ante la gravedad de la situación, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, suspendió ayer sus vacaciones para convocar una reunión con altos cargos de su Gobierno.
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