Guerra en Ucrania
Ucrania, en riesgo de ruptura
Las alarmas han saltado tanto en Kiev como en Bruselas. La inestabilidad de Ucrania, con un gobierno interino, la tensión en las provincias prorrusas y una economía al borde de la bancarrota acercan cada día la posibilidad de una escisión de imprevisibles consecuencias.
Las alarmas han saltado tanto en Kiev como en Bruselas. La inestabilidad de Ucrania, con un gobierno interino, la tensión en las provincias prorrusas y una economía al borde de la bancarrota acercan cada día la posibilidad de una escisión de imprevisibles consecuencias. Por ello los avisos y mensajes a favor del diálogo y la negociación se multiplicaron en ambas capitales. En Bruselas, el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, pidió a Rusia que colabore con la Unión Europea para mantener la unidad en Ucrania ante el riesgo de división del país. «Hago un llamamiento desde aquí a todos nuestros socios internacionales, en particular a Rusia, a trabajar constructivamente con nosotros para garantizar una Ucrania unida, que pueda ser un factor para la estabilidad en el continente», dijo ante el Parlamento Europeo. Asimismo, tuvo un mensaje para la nueva mayoría de la Rada, al destacar que una solución duradera a la crisis sólo puede lograrse con un gobierno de transición «incluyente» que respete las diferentes sensibilidades políticas y regionales, así como con una reforma constitucional y elecciones democráticas. Fue el mismo mensaje que expresó en Kiev, donde se encuentra de visita, la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, que incidió en que Rusia debe dejar que Ucrania avance tras meses de disturbios.
Mientras los últimos rumores sitúan al fugado Yanukovich en la península de Crimea, último reducto donde podría tener algún apoyo, es donde la tensión política se recrudece. Ayer 50.000 personas con banderas de Rusia se congregaron en Sebastopol convocadas por el Bloque Ruso, un partido regional que apoya la reunificación con Moscú. Sus dirigentes leyeron un manifiesto en el que declaraban que no acatarán al nuevo gobierno de Kiev, al que consideran fruto de un golpe de Estado.
Este recrudecimiento de la insurrección social de las regiones rusófonas, y muy especialmente de Crimea, con el trasfondo de una posible declaración de independencia o solicitud de anexión a Rusia también ha provocado la alarma en el recién nacido gobierno y la principal preocupación es evitar el estallido de la violencia en estas regiones. En Kharkov, la antigua capital oriental, manifestantes prorrusos vigilan la estatua de Lenin, una de las más famosas del país, para evitar que sea derribada como las aproximadamente 70 figuras destruidas en todo el país desde que comenzó la revuelta. También son problemáticas Donetsk, ciudad natal de Yanukovich cuya industria se basa en el gas ruso, y la península de Crimea, república autónoma (la única) de mayoría rusófona.
Por ahora, los enfrentamientos en dichas regiones entre partidarios de «EuroMaidan» y prorrusos no han pasado de enfrentamientos esporádicos, sin víctimas mortales, pero si los dirigentes de estas regiones no mantienen controlados a los más exaltados de uno u otro bando, éstos se podrían movilizarlo que supondría un nuevo escenario de consecuencias impredecibles.
Toda esta inestabilidad hace que los símbolos en la nueva Ucrania sean importantes. Por eso el gobierno provisional de Turchinov aceptó ayer la retirada de la estrella dorada, símbolo del comunismo, que coronaba el mástil de la cúpula del parlamento desde la época de la República Socialista de Ucrania. También dio la orden a todos los edificios oficiales de retirar los retratos de Yanukovich. El parlamento ha emitido también una orden para, en caso de que Yanukovich sea atrapado, enviarle al Tribunal Internacional de La Haya acusado de complicidad en la muerte de los 82 manifestantes víctimas de los disparos de las fuerzas antidisturbios la semana pasada.
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