El Gobierno de Donald Trump
Un presidente «zombi»
Trump es el único responsable de la tormenta de fuego que le rodea. Su falta de tacto, reflexión e intelecto plantea la siguiente pregunta: ¿es el presidente un hombre corrupto o simplemente un incompetente? A estas alturas todavía no está claro qué relación pudo haberse producido entre la campaña de Donald Trump con Rusia, lo que en sí mismo ya es difícil de probar. El despido de James Comey, ex director del FBI, parece extrañamente oportuno al tener lugar tras el testimonio de la ex fiscal Sally Yate en relación con las advertencias del Departamento de Justicia sobre las conexiones entre Moscú y Michael Flynn, que trabajó en la campaña electoral de Trump y ejerció durante un breve tiempo de asesor de Seguridad Nacional.
Sin embargo, ninguna de estas acciones son necesariamente ataques impugnables, ya que resulta muy difícil demostrar una conexión directa entre el presidente y el Kremlin. Incluso pasar información clasificada a los rusos no es en sí un delito denunciable ya que el presidente puede determinar lo que es y no es información clasificada. Sin embargo, esto puede dañar nuestro intercambio de inteligencia con aliados estratégicos como Israel, un importante socio que proporciona información crucial sobre Medio Oriente. Eso es sólo incompetencia por parte del presidente.
Trump sí encontrará problemas judiciales con motivo de su supuesto intento de frenar a Comey en su investigación de las acusaciones que apuntan a que desde la campaña de Trump se habría colaborado con Rusia para influir en las elecciones estadounidenses. Las revelaciones recientes demuestran que incluso su personal no está manteniendo la lealtad debida y están filtrando los comentarios que Trump hizo en privado al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y al embajador ruso, Sergei Kislyak. El presidente, supuestamente, insultó la credibilidad de Comey llamándolo «chiflado» y declarando que despedirlo le quitó una «gran presión». El hecho de que Trump quisiera frenar la investigación sí es un delito impugnable. La obstrucción de la Justicia es una cuestión impugnable y aquí es donde el narcisismo y la negligencia de Trump le meterán en serios problemas.
Los medios de comunicación e incluso Trump han establecidos paralelismos con el escándalo del Watergate (1972-1974) cuando unas grabaciones en la Casa Blanca revelaron que Nixon trató de encubrir un espionaje a la sede del Comité Nacional Demócráta (DNC) en el Hotel Watergate. No está claro si Nixon estuvo directamente involucrado en el incidente, pero fue la obstrucción de la Justicia, tratando de ocultarlo, lo que le obligó a renunciar. Muchos de los medios de comunicación han comparado el despido de Trump a Comey con el de Archibald Cox por parte de Nixon, quien había sido nombrado fiscal especial. Aunque, sinceramente, según está la situación será imposible que Trump destituya al fiscal especial Robert Mueller, nombrado por el Departamento de Justicia para investigar estas acusaciones contra el presidente. Sin embargo, muchos están preguntando si estamos siendo testigos de otro escándalo Watergate que podría derribar a un presidente.
Incluso Trump ha hecho alusiones al Watergate cuando amenazó a Comey en un tuit diciendo que «James Comey era la mejor esperanza de que no hay cintas de nuestras conversaciones antes de que comenzara a filtrar información a la Prensa». Tres temas con respecto a estas cintas son especialmente relevantes. En primer lugar, si la Casa Blanca está usando esa tecnología anticuada, entonces Estados Unidos tiene un gran problema. En segundo lugar, no es ilegal con el consentimiento de una parte grabar una conversación, por lo que el presidente está en su derecho a grabar tales conversaciones. Tercero, nunca es una buena idea grabar nada, ya que tal material podría ser recogido como evidencia y utilizado en su contra, como le sucedió a Nixon.
Ante este caos absoluto la pregunta que a todo el mundo le surge es si todo esto podría conllevar un juicio político contra Trump que acabe en una destitución. Es muy posible, pero hay que tener en cuenta que las ruedas de la Justicia se mueven muy lentamente. Lo que sí está claro es que el sistema funciona y que la estructura institucional de EE UU es fuerte, así como que un proceso legal está en marcha, algo que en otros países no ocurre. Aunque republicanos como Mitch McConnell, líder de la mayoría en el Senado, y Paul Ryan, presidente de la Cámara, han expresado públicamente su desa-probación del nombramiento del Departamento de Justicia de un fiscal especial, la investigación seguirá adelante.
Si los republicanos siguen haciendo la vista gorda por razones políticas, podría significar grandes pérdidas en las elecciones de mitad de mandato que tendrán lugar el año que viene. Si el presidente está atascado en una investigación, también significa que el programa aprobado en el congreso republicano se detendrá. Por lo tanto, todos los partidarios de Trump que querían «cosechar triunfos» encontrarán que al final son los «grandes perdedores» sin un crecimiento real del empleo ni el cambio económico que deseaban. En este punto, una posible presidencia de Mike Pence puede ser la última esperanza de los republicanos en la colina del Capitolio.
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