Estados Unidos
Una mala noticia
La Constitución de Estados Unidos obliga al presidente a «informar al Congreso de vez en cuando» del Estado de la Unión y «recomendar las medidas que estime oportunas y urgentes». Con el desastroso dato del PIB conocido hace dos semanas (la economía estadounidense se contrajo durante el último trimestre de 2012) y un panorama del empleo cuando menos desolador, se da por descontado que el tema del discurso del Estado de la Unión del presidente Barack Obama será la economía. Con el fracaso del estímulo de 900.000 millones de dólares que sólo estimuló la duración de la recesión y frenó el posterior crecimiento, se dice que Obama va a reclamar a los legisladores la inversión –estímulo con otro nombre– en un buen número de proyectos: infraestructuras, educación e investigación, principalmente. Todo salpimentado con el cambio climático y las energías renovables. Según la teoría keynesiana, a la que el presidente Obama es adicto, el anterior estímulo debería de habernos sacado de la crisis a estas alturas. Los déficit, los descomunales en especial, hacen que la economía se recupere a un ritmo desenfrenado. Además, las compras de deuda pública por parte del gobernador de la Reserva Federal, Ben Bernanke, a un ritmo de tres billones, también son estimulantes, según los keynesianos.
Desde que finalizó oficialmente la recesión hace tres años y medio, la economía estadounidense ha crecido a un ritmo medio de sólo el 2,2%. De forma que obviamente, la teoría keynesiana no funciona. Por el contrario, el crecimiento medio anual de los 14 trimestres posteriores a la recesión de los ochenta –la época en la que el conservador Ronald Reagan empleaba esas tácticas económicas «inútiles, ineficaces y contraproductivas», según Obama, fue del 4,9% , lo que supone una cifra de más del doble del actual. Fuentes de la Administración también afirman que el presidente anunciará negociaciones de un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, y el «New York Times» afirma que el presidente hablará también de la reducción de las cabezas nucleares. Dado que el keynesianismo es una fe, y que como tal no obedece ni a datos ni a la lógica, como Obama, la noticia de que el presidente pondrá el acento en la economía es una mala noticia.
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